Crónica

Beck, el hippie tecnológico que se hizo rockstar

El artista angelino desplegó en la Riviera (Madrid) su refrescante variedad de estilos en un concierto breve teloneado por Hinds

Beck durante su concierto en el Primavera Sound EFE

Arcadio Falcón

Sale de entre el humo y arranca con 'Mixed Bizness' y 'Devil’s Haircut', dos rocks intensos que respiran en clave casi grunge. Antes, había sonado Hinds , un cuarteto de rock nacional con talento.

Buenos momentos vocales en la tercera, 'Up all night', que corrobora la impresión inicial de quien les escribe acerca del nivel supremo de batería y bajo. Llaman la atención, ya de entrada, los constantes cambios de tempo y efectos audiovisuales que utiliza Beck . A veces, las canciones se unen por medio de una voz en off que, a través de filtros radiofónicos, se asemeja a Walter Cronkite anunciando el final del mundo tras los balazos a Kennedy. Ecléctico, el artista hace sitio para el rap en canciones como 'Wow', que presume de buena letra.

La clave para entender (y amar) a Beck es conocer lo que es Los Ángeles . Todo su estilo emana de esa cultura angelina de los 90 que heredó de los hippies la irreverencia y las drogas sumadas a la creatividad tecnológica del momento. Vestido de rockstar, Beck ocupa el escenario de La Riviera como un Mick Jagger minimalista (incluso se dan un aire) que baila y se gusta, aprovechando su rubia melena para seducir con descaro. Suena bien 'Girl', que empieza la fase más popera del concierto - donde Beck atrapa la acústica- en la que suena una buena 'Chemtrails' (de nuevo, qué batería). Todo este bloque del show, más intimista, presenta unos arreglos sonoros que están perfectamente definidos por la palabra ‘collage’. Sigue 'Turn Away', con más efectos vocales antes de que 'Lost Cause' cierre la sección más tranquila del evento. Sigue 'Missing', que suena a pop ochentero pero refinado.

Beck parece haber diseñado sus canciones alrededor del directo. No suenan enteras, recopila fragmentos y así, en apenas cinco minutos, es capaz de tocar tres diferentes. En ningún momento hay pausas, apenas habla con el público (excepto para decir que adora las palmeras falsas de La Riviera) y la banda no tiene momento de respiro. Beck alterna guitarra eléctrica, acústica y micro de mano en lo que es un show divertido y enérgico.

'E-Pro', muy cañera, hace saltar al público con una coda bien repetida. La banda se adentra en el territorio de lo masivo, con un beat y estribillo que sugieren un cántico futbolístico y que el público abraza como propio para terminar saltando. Sigue 'Loser', su gran éxito popular, y se adivina ya el final. Es una canción híbrido, entre el ambiente electrónico que acompaña a todas sus canciones y el cuasi-rap de la melodía vocal.

Valiente, en 'Derilict' se atreve con la armónica y, sólo (al más puro estilo Howlin’ Wolf), demuestra también que es gran conocedor de los géneros clásicos de su tradición como son el blues y el rock n’ roll. Con un climax electrónico, acaba el concierto y el estadounidense desaparece tras apenas hora y veinte. Lo bueno, si breve, ¿dos veces bueno?

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