Alemania celebra un concierto-experimento con 1.500 voluntarios para investigar el contagio en grandes eventos

El cantante Tim Bendzko ofreció tres actuaciones con diferentes medidas de seguridad, que permitirán evaluar cómo se transmite el virus

Una imagen del concierto-experimento en Alemania AFP

Nacho Serrano

Las colas fuera del recinto, las masas apretujadas frente al escenario, los coros multitudinarios... todo pareció normal en el concierto que la estrella alemana del pop Tim Bendzko ofreció en Leipzig el pasado sábado. Pero esa vieja normalidad fue sólo un espejismo, o mejor dicho, un experimento. El que la Universidad de Halle ha realizado para investigar cómo se transmite el coronavirus en los grandes eventos.

Este estudio sobre el riesgo de contagio de coronavirus en eventos culturales y deportivos masivos, llamado Restart-19 , convocó a unos 4.000 voluntarios de entre 18 y 50 años, que se repartieron en tres conciertos : el primero recreó las condiciones de un evento antes de la pandemia con la salvedad del uso de la mascarilla; el segundo contaba con más medidas de higiene y distanciamiento social y, finalmente, el tercero se realizó con la mitad de voluntarios y un metro y medio de distancia entre los asistentes.

La región de Leipzig/Halle, donde se ha realizado el experimento, se considera una zona con muy bajo riesgo de infección al contar con pocos casos registrados. Pero todos los asistentes se hicieron la prueba del Covid-19 para confirmar que estaban sanos , se les tomó la temperatura al llegar, y llevaron puesta una mascarilla FFP2 durante todo el espectáculo, incluido el que contemplaba menos medidas para poder evaluar la efectividad de la misma.

En los tres conciertos se usó desinfectante de manos fluorescente para detectar las superficies que son tocadas más veces, y también se emplearon sistemas para rastrear el trayecto de las pequeñas partículas que pueden transportar el virus a través del aire, con una máquina de humo que ayudó a los participantes a visualizar los aerosoles. Además. se le dio a cada participante un dispositivo electrónico de rastreo que registraba sus movimientos por todo el estadio, y otro para registrar posteriormente sus contactos y sus rutas diarias habituales.

El experimento, cuyos resultados se conocerán en otoño, fue organizado por la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg y ha tenido un presupuesto de un millón y medio de euros. Michael Gekle, decano de la facultad de medicina de la universidad, espera que los datos «contribuyan a las decisiones nacionales sobre si un evento debería tener lugar o no, gracias a predicciones fiables sobre el riesgo de infecciones adicionales relacionadas con dicho evento».

Ante las críticas de algunos científicos que aseguran que el experimento no podría crear con precisión las condiciones de un concierto real, donde la gente toma copas y canta sin máscaras, Gekle ha respondido que, efectivamente, no se permitió beber nada : «Ese es el problema de todos los estudios, que no es el 'mundo real'. Así que enfrentamos la opción de quedarnos sin datos o tener datos que no reflejan completamente el contexto normal, pero todavía está a mitad de camino. Y a mitad de camino es mejor que nada en absoluto».

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