Alejandro Marías: «Hacer música de cámara es una actitud, no un formato»
El violonchelista, nieto del filósofo Julián Marías, lidera el grupo de música antigua La Spagna
Alejandro Marías creció entre libros -los de su abuelo, el filósofo Julián Marías , o su tío, Javier Marías -; y partituras y discos -los de su padre, el flautista Álvaro Marías , durante años colaborador de ABC-. Así que la música estuvo presente en su vida desde la cuna; pasados los lógicos estadios de rechazo -«yo lo que quería era montar en bicicleta»-, a los 14 años pidió a sus padres que le cambiaran del colegio al instituto para tener más tiempo libre y poder tocar el violonchelo. «Ya tenía clarísimo que quería ser músico», asegura.
Y del violonchelo, que no ha abandonado, a la viola de gamba. «Son instrumentos muy distintos -explica-, la viola de gamba tiene todo aquello que podemos echar de menos en el violonchelo, y viceversa; me siento muy afortunado de tocar profesionalmente los dos instrumentos. Y como siempre digo, es mucho mejor tocar dos instrumentos mal que uno mal ». Se considera tanto violonchelista como violagambista. «Es diferente, hasta la manera de sentarse cambia mucho. En la viola de gamba, cuanto menor sea el esfuerzo físico, mejor. Hasta que no te liberas de ciertas actitudes aprendidas, no puedes desarrollar verdaderamente tu técnica, y por tanto tampoco tu musicalidad. Pero en la viola de gamba te puedes liberar todavía más de esas cosas, con lo cual es algo que lo convierte en mucho más delicado. Es mucho más fácil estropear o romper el sonido. El riesgo que se toma es mayor».
Y desde la viola de gamba dirige a su propio conjunto de cámara, La Spagna , nombre tomado de un canto llano del siglo XV, una melodía de origen incierto, sobre el que se crearon cientos de composiciones. Y a ella le ha dedicado su disco ' Sopra La Spagna '. «Con este juego de palabras intentamos hilar un repertorio muy variado con algunas de esas obras compuestas a partir del canto llano, y por otra parte música que de una manera u otra habla de España».
Alejandro Marías se confiesa feliz haciendo música de cámara . «Es lo que más me gusta; por música de cámara entiendo un dúo y también una orquesta no muy pequeña. Hacer música de cámara es más una actitud que un formato; es la manera en la que te relacionas con el resto de los músicos».
Siendo estudiante de violonchelo, tardó en acercarse a la viola de gamba y al chelo barroco « por miedo a las interferencias ». «Mucha gente me dice, cuando me oye tocar el violonchelo, que se nota que toco la viola de gamba, y viceversa. Nunca sé si es un insulto o un halago -sonríe-, pero la verdad es que me da igual».
Los grandes violonchelistas tocan con instrumentos antiguos. ¿Es fácil encontrar violas de gamba de la época, o hay que tocar con reproducciones modernas? «Es muy fácil encontrarlas -dice Marías-, pero no es tan fácil pagarlas . Su precio no es comparable con el de un Stradivarius, un Montagnana. Pero es muy difícil acceder a ellas sin el apoyo de una institución importante. La mayoría de estos instrumentos están en manos de solistas que no los sueltan ni locos; de violagambistas mayores de 60 años con carreras similares a la mía que las compraron cuando su precio era más accesible. Hay algunos que tienen dos o tres violas absolutamente maravillosas que les permitirán jubilarse cómo y dónde quieran».
Las nuevas generaciones de músicos han crecido ya con el sonido propio y diferente de los instrumentos originales , algo que no tuvieron generaciones anteriores. Marías cree que, en cierto modo, este sonido está ya establecido. «Creo que la mayoría del público se decepciona si va a un concierto de música barroco y se toca con instrumentos modernos -asegura-. Pero creo que la música antigua es en gran medida una actitud diferente de enfrentarse a la música. Más allá del hecho de la fidelidad al compositor, la interpretación historicista sedujo a los músicos porque despertó una actitud más inquieta en la que se rechazaban los clichés que venían respaldados sólo por la tradición. Permitía ser más creativo a la hora de interpretar; ampararse en los estudios, en la documentación, y no en la tradición, te hace tener una franja de libertad mayor ».