Patti Smith y el espíritu de Pessoa

La cantante, poeta y musa del punk conduce al delirio al público de Lisboa con un concierto de alto nivel lleno de literatura, política y rock

Patti Smith y el espíritu de Pessoa efe

francisco chacón

Patti Smith se zambulle en las aguas de la saudade con una taza de «agua portuguesa» en la mano. Una infusión de jengibre y limón para tonificar su alma mientras el Coliseo de Lisboa se rinde a sus pies. Aconteció en la noche del pasado lunes, congregados 8.000 devotos para ver el impresionante estado de forma en que se encuentra a sus 68 años.

La extraña compañera de viaje de Allen Ginsberg y William S. Burroughs habló, micrófono en mano, del santuario de la ensoñación literaria que había visitado por la mañana. La Casa-Museo de Pessoa , en pleno barrio de Campo de Ourique (no lejos del Largo do Rato), le abrió sus puertas con todos sus recuerdos intactos.

Y ella no pudo resistirse. Sólo pudo decir que sí a semejante inmersión en el fetichismo de un autor del que sólo conocía el «Libro del Desasosiego», pero del que prometió leer más, mucho más.

El icónico retrato que le hizo Almada Negreiros preside el mágico enclave y, en el piso de arriba, sorprende al visitante la habitación en que dormía Don Fernando, tal cual se desplegaba hasta el 30 de noviembre de 1935, fecha de su muerte.

Ahí captó Patti Smith la energía reflexiva que después proyectó sobre el Coliseo, en pleno centro de la capital portuguesa, donde nos citó la sacerdotisa del rock neoyorquino para hacernos creer que, en realidad, nos hallábamos en el legendario CBGB . Bastaba con cerrar los ojos para imaginarlo, tal era el grado de intensidad que la budista conversa imprimió a una velada no apta para conciencias dormidas.

«Horses» era el leit motiv. Su álbum de debut vio la luz el 13 de diciembre de 1975, con el cadáver de su admirado Pier Paolo Pasolini todavía fresco. Por tanto, están a punto de cumplirse 40 años de uno de los mejores discos de la historia del rock.

De hecho, las luces se apagaron y comenzó a sonar su escalofriante versión del «Gloria», de Van Morrison , durante su etapa como líder del grupo Them. A partir de ese instante, el itinerario siguió el riguroso orden de los surcos del viejo vinilo, con paradas tan destacadas como «Redondo Beach» o «Free money» , una canción que le sirvió para espetar a los asistentes: «Solo tengo 26 euros en el bolsillo».

Camiseta blanca y chaleco negro. Así vestía la que fue amiga infalible de Robert Mapplethorpe , con quien compartía piso en el bajo Manhattan y a quien ha dedicado ya dos libros. Así vestían igualmente los integrantes de su banda, comenzando por el guitarrista Lenny Kaye.

La memoria viva de los mártires del rock planeó sobre el público: Jim Morrison , Jimi Hendrix , Janis Joplin , Brian Jones , Kurt Cobain , Amy Winehouse … Ella se encargó de invocar sus nombres en medio de toda una ristra de aplausos, con especial hincapié en «Break it up» o «Elegy».

«Horses» llegó a su fin, pero el ritual mesiánico al que se abandonó Patti aún tenía varios ases bajo la manga. Por ejemplo, «Because the night» , con ella emocionada rememorando al amor de su vida, Fred Sonic Smith . Por ejemplo, «People have the power» , un himno tal vez premonitorio en este Portugal que se acerca a las decisivas elecciones del 4 de octubre.

«Vosotros sois el futuro», dijo la influyente artífice de que Michael Stipe se decidiese a formar el grupo REM . Antes de proclamar valiente: «Y el futuro es ahora».

Arengas que prendieron mecha al hieratismo y erizaron la piel de cientos de los asistentes. Literatura, política y rock de altos quilates, con resabios de positivismo budista como guinda. La noche de Lisboa se tiñó de compromiso.

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