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Pablo López y la juerga de un pianista visceral

La sala «Shoko» de Madrid acogió este jueves la presentación de «El mundo y los amantes inocentes», un aperitivo del directo que el artista llevará por media España

Pablo López y la juerga de un pianista visceral efe

pablo alcalá

Si Stephen Hawking tuviera un espacio en Telecinco pasaría de ser una eminencia científica a un charlatán. Algo similar le pudo ocurrir a Pablo López , que aunque escondía un Músico (la mayúscula es aposta) cargado de talento, tuvo la mala idea de abrir la puerta por la tan nutritiva televisión. Luego se le cerró, y volvió al escenario buscando otras rendijas sin atajos.

Dentro de López (Málaga, 1984) se esconde un pianista visceral con una voz privilegiada. Un excelente compositor que aunque dice «amor», busca la palabra adecuada para que suene aún más bello, y un tipo con la cabeza visiblemente bien puesta: en lo estético, que en este negocio da sus réditos, pero sobre todo en lo musical.

Aprovechando que medio Universal Music cruzó el charco esta semana para retratarse en Madrid con la joya de la Corona: Alejandro Sanz , y que quiso el Pisuerga pasar al mismo tiempo por el lanzamiento de «El mundo y los amantes inocentes» , -segundo álbum de López-, artista y discográfica montaron en la noche del jueves un pequeño gran acontecimiento en la sala «Shoko» de Madrid.

A pocos pasos de la Puerta de Toledo se sentó López frente a un auditorio a favor, en unos cuantos metros cuadrados casi colonizados por su Yamaha de cola, y un puñado de músicos, -chelo y dos violines ( «¡puxa Asturias!» , reivindicó Silvia Carbajal , una de ellas), incluidos-: «no se acostumbren a esto, que para la gira no hay presupuesto», avisó.

Pablo López (dice un melómano de esta redacción que por qué los artistas de hoy no buscarán un nombre artístico como « Snake » o « Pianoman », por ejemplo) es un pianista visceral. Cuenta lo que narra como si dedos y cuerdas vocales estuviesen pegados a un mismo motor, de lo que se desprende honestidad .

Y es verdad, también, que aunque podría parecer, a vistazo de titular y foto, uno más, uno de tantos artistas en serie fabricados para insuflar aire a las mermadas cuentas de una industria en pleno despiste, basta verle sobre un escenario, o dedicar un rato y dos oídos a lo que hace, para darse cuenta de que nada tiene que ver con eso.

De timidez carismática, López se transforma detrás de un piano , llena el escenario cuando toca -empujando lejos el micrófono para q ue se escuche desnuda y sin trampa alguna su voz - la preciosista «Mi casa»; como cuando pulsa las semicorcheas, que abren cualquier entraña sensible al pentagrama, que inician «Vi».

Pablo López trataba de presentar «El mundo y los amantes inocentes» , pero se sintió cómodo y se presentó a sí mismo. «La séptima mayor», «Lo saben mis zapatos» o «Romper con vos», (qué decir de la ya mencionada «Mi Casa») serían pequeños himnos intachables en «Libertad, 8» si no fuese porque López vende algo más de 100 copias y hace vídeos con Juanes .

Su matrimonio con Kim Fanlo (ex Nena Daconte) funciona, y suena a una suerte de disfrute en la ejecución musical, no por ello menos digerible para quien busque poco más que estribillos.

Sobre un escenario, uno puede imaginarse a aquel Pablo López que, como él mismo relataba a ABC hace unos días , « escribía temas que se quedaban guardados, porque no me atrevía , no sabía a quién enseñárselos, no creía...». Puede verle metido en una habitación con un piano y buscando melodías con notas que otros muchos no saben que existen, complicando lo simple para hacerlo más sencillo aún. «La juerga que nos vamos a pegar hoy» , vaticinó, y él mismo la consumó en el escenario.

Pablo López y la juerga de un pianista visceral

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