música

El extraño revivir de Manuel García

Se rinde un triple homenaje al cantante, compositor y empresario, amigo y colaborador de Rossini

El extraño revivir de Manuel García  E.Moreno Esquibel

Alberto gonzález lapuente

No existen las casualidades, lo que nos parecen meros accidentes emerge siempre de la fuente más profunda del destino. Quizá Schiller tenía razón y, por eso, a Manuel García se le ha tributado esta semana un triple homenaje organizado sin premeditación: un paso más en el reconocimiento de quien fuera un gran cantante, estupendo compositor y empresario, pedagogo formidable y creador de una moderna escuela de canto, amigo y colaborador de Rossini , además de protagonista del temprano romanticismo musical al que lanzó a sus propios hijos, las cultísimas músicas y cantantes Malibrán y Viardot, y Manuel Patricio Rodríguez, investigador sobre la voz humana e inventor de laringoscopio. García fue un tipo estupendo y, además, un disfrutón, incansable viajero con estancias en Madrid, Málaga, París, Nápoles, Londres, Estados Unidos, México y Cuba.

El definitivo encumbramiento de García es una labor pendiente y necesaria. Desaparecidos los bustos que adornaron el viejo Teatro Real en Madrid y el Principal de Barcelona, viaja a Boston para ver el supuesto retrato de Goya, o bien escuchar algún disco, leer el texto de James Radomski, o el de Romero Ferrer y Moreno Mengíbar. Bien está que el ciclo de lied haya traído a la mezzosoprano Vivica Genaux con canciones de García y Viardot, de quien prepara actualmente un disco junto al pianista Carlos Aragón. El concierto sirvió para homenajear a Teresa Berganza , veterana defensora del arte de García, de quien ha dejado alguna grabación de referencia y apadrinamientos como el de recuperación moderna de la ópera «Don Chisciotte» .

La última que compuso García es «L’isola desabitata», escrita para piano y cuatro solistas en su palacete parisino. El montaje actual pasó por el Teatro Arriaga de Bilbao y el Maestranza de Sevilla, y se instala ahora en el Canal de Madrid. Rubén Fernández Aguirre es el director musical ante Berna Perles, Marifé Nogales, Jorge Franco y César San Martín: «cuatro personajes solitarios en una isla deshabitada que bien puede ser París o Madrid. Cuatro personajes que se encuentran solos en la vida, que perdieron la esperanza». La laberíntica isla de sillas blancas y el suelo de arena azul son una clara demostración de talento por parte del director teatral Emilio Sagi, capaz de mucho con poco.

Sin promoción

No se olvide que «Quien porfía mucho alcanza», como bien señala el título de la opereta de García defendida el pasado domingo por la Orquesta Nacional y Christophe Rousset, al lado del descubrimiento de las sinfonías primera y quinta. El concierto se grabó para una posterior edición discográfica y en directo se escuchó a través de Radio Clásica, si bien un detalle llama la atención: apenas un puñado de espectadores estuvieron presentes en el Auditorio Nacional, casi vacío, consecuencia de la falta de difusión de un acto aislado y apenas promocionado. Habrá que reflexionar sobre el compromiso real de algunas organizaciones públicas con la música española, dispuestas a asumir la cuota y no una política seria y convincente. Pero hacerlo hoy sería aguar la fiesta a García y a los muchos méritos que se le reconocen.

El extraño revivir de Manuel García

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación