entrevista
Kevin Johansen y Liniers: «Encontramos un lugar de complicidad con el público»
Músico y dibujante actúan juntos en una gira que comienza este viernes en Madrid, y continuará en Bilbao, Barcelona, Valencia, y Cartagena
Una conversación con Kevin Johansen y Liniers no encaja en una oficina. Porque la atmósfera que se respira es amena, distentida, con el ingenio y la ironía siempre a punto. El primero es el cantante argentino nacido en Alaska y dotado de un especial don para jugar con las palabras y mezclar pop con los ritmos folclóricos latinos. El segundo es el autor de la celebrada serie de tiras humorísticas «Macanudo» y fijo en las páginas del diario «La Nación». Uno canta en el escenario mientras el otro dibuja. Así es su espectáculo conjunto que ya hemos visto en alguna ocasión en España y que ahora regresa con la excusa de presentar el CD+DVD (con portada del propio Liniers) «(Bi)vo en México», un directo grabado en estudio, con público, basado en su anterior disco, «Bi». «Es extraño, sí, –comenta Kevin–, tiene a la vez calidez y frialdad. Pero bueno, es una forma de plasmar un poco lo que hacemos».
–¿Cuánto tiempo llevan trabajando juntos?
–Kevin: Trabajando no sé si podríamos denominarlo... Hace unos diez años, que empezamos intercalando un dibujo cada tres temas.
–Liniers: Cuando empecé a acompañarle en alguna gira, siempre le decía a mi mujer : «Me voy, pero esto va a durar uno o dos meses, porque ¿qué músico quiere tener al lado una especie de bicho raro dibujando?» Hasta hoy.
–¿Y cómo pasaron de una amistad a subir juntos al escenario?
–Kevin: Pasaron varios años. Pero no fue idea nuestra, sino del road manager.
–Liniers: Nos miró y dijo: «Vos tenés un escenario vacío, y vos dibujás. ¡Dibújale el escenario!»
–Kevin: Además de la familiaridad que teníamos de por sí, de amigos que hacen chistes y estupideces todo el tiempo, encontramos un lugar de complicidad con el público. Siempre digo que él hace algo que no se escucha y yo hago algo que no se ve. Más complemento que eso, imposible.
–¿Y cómo es cantar mientras la gente está atenta a otra cosa?
–Kevin: Nunca lo tomé como algo que esté quitando un espacio al otro. Necesito gente con orejas que se entusiasmen por lo que están escuchando, y siempre les pido antes de empezar que cierren los ojos todo el tiempo... y la gente se va emocionada.
–Liniers: Las canciones son mejores con los ojos cerrados (ríe).
–Y, en el otro extremo, ¿cómo es dibujar con tanto público?
–Liniers: Los dibujantes solemos ser gente muy antisocial. Solos con nuestro trabajo, mirando para abajo... Además, uno se vuelve dibujante en el colegio por ser tímido, porque juega mal al fútbol o es un inútil, y toda esa inoperancia se transforma en: «¿Sabes qué?, que me voy a dibujar a mis propios amigos». Entonces es raro que el dibujante salga para fuera. Yo era uno de esos tímidos. Pero lo que pasa es que terminas subiéndote al escenario para presentar libros, por ejemplo, y yo me obligaba a vencer esa timidez porque quería vivir de esto. Y una vez que te subes al escenario, encuentras algo que no lo vas a encontrar hasta que no lo haces. Porque no sabes quién sos frente a mil personas hasta que no te encuentras frente a mil personas. La sorpresa primera fue de toda mi familia y de la gente que me conocía de chiquito, de tipito raro tímido dibujando, al verme ahora bailando temas de Kevin, haciendo una versión muy bizarra de Michael Jackson , que ya era bizarro en sí, imagínate. La verdad es que nos tomó por sorpresa, empezando por mí.
–Kevin: Incluso su madre me lo agradeció. Y me sorprendió, porque yo nunca le conocí tan tímido. Pero también el músico es muy para adentro, tiene su instrumento, y es algo autista. Tenemos una burbuja invisible que nadie ve, estamos muy ensimismados. El músico se salva de todas las adicciones menos la adicción a sí mismo.
–Es bastante obvio que hay algo semejante entre las canciones de uno y las tiras del otro....
–Liniers: Cuando escuché una canción suya por primera vez en la radio, pensé en un tipo que hacía canciones graciosas. Luego me di cuenta de que a veces tiene sentido del humor y a veces un sentido poético. Y «Macanudo» funciona así, a veces es gracioso y a veces no. A veces es una idea linda que no necesita una chiste tonto al final. Ya de salida como que me identifiqué con el «azquinio» este.