Juan Diego Flórez: «La música hermana y puede romper la cadena de violencia»
El tenor peruano vuelve este domingo al Real para presentar su último disco «L’amour», dedicado al repertorio francés
ada actuación de Juan Diego Flórez (Lima, Perú, 1973) levanta expectación, agotando las entradas con días de antelación. Es lo que ha vuelto a suceder en el Teatro Real , al que regresa este domingo para presentar en Madrid, en un concierto organizado por Juventudes Musicales , su último disco «L’amour» , que se centra en el repertorio francés. En este trabajo, que lanzó a principios de 2014, el tenor demuestra un pequeño cambio de repertorio. «Pequeño porque no me estoy separando demasiado de lo que es el bel canto, que es lo que siempre he abordado». El programa incluye partituras de Delibes, Bizet, Massenet, Donizetti, Berlioz, Gounod y Offenbach.
Durante casi un año, el cantante ha paseado este repertorio por los escenarios de todo el mundo. «Es un repertorio que me encanta, y que estoy interpretando y haré en un futuro sobre los escenarios. Hace poco canté “Romeo y Julieta”, y tengo previstos varios títulos, como “Werther”, “Hugonotes”... Va a estar muy presente en mi vida este repertorio», explica Flórez en conversación telefónica, pocas horas antes de inaugurar el pasado jueves el Palacio de Congresos de Fuerteventura . «Estoy muy contento, porque también inauguré el auditorio de Tenerife», señala.
En el Teatro Real, Flórez estará arropando por la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares, dirigida por Pablo Mielgo, un maestro que hace pocas fechas le acompañó en una cita muy especial y muy diferente. Fue durante un concierto en la sede de la ONU, en Ginebra, bajo la cúpula pintada por Miquel Barceló. «Era una conmemoración por los derechos humanos, que finalmente hicimos con orquesta y con un cuarteto de voces procedentes de distintos países: Egipto, Sudáfrica, Rusia, junto a la mía. Y también armamos una formación de jóvenes de todo el mundo, inluido Perú, que proceden del proyecto Sinfonía por Perú» , explica Flórez, embajador de buena voluntad de la Unesco. Un proyecto creado por el tenor hace varios años en beneficio de los niños y niñas sin recursos, inspirado en el Sistema de orquestas de Venezuela, creado por José Antonio Abreu hace ya cuatro décadas. «Fue un concierto bonito. El mensaje versó sobre los derechos de los niños, y la música como instrumento y herramienta de transformación social».
–Un instrumento y una herramienta devaluada en muchos países actualmente, pues la música, y la cultura en general, están sufriendo recortes severos y está quedando al margen de los planes de estudios.
–La cultura es muy importante porque es lo que hace vivir y sentir a las personas, verse a uno mismo. Creo que es un error recortar la cultura.
–En ese concierto, celebrado en la ONU, usted interpretó una canción que es una declaración de intenciones: «Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente...». ¿Cómo se puede preservar a la infancia en un mundo asolado por la pobreza infantil y la violencia. Donde se asesinan estudiantes y se secuestran niñas a centenares?
–Lo que yo hago en Perú es un rescate social a través de la música. Nos dedicamos a los niños más pobres y yo he visitado las escuelas que hemos implementado en esos barrios, y la verdad ahí es dónde te das cuenta que este mundo es de estos niños, y te preguntas qué les estamos dejando... Un día leí una frase que decía algo así como que este mundo lo tenemos en préstamo pero le pertenece a nuestros hijos. Si lo pensamos así todo cambia. La infancia es la que sufre más, y es a la que los grupos criminales toman como escudos humanos. Lamentablemente nuestros países se dedican más a la economía y a los indicadores económicos, en lugar de pensar en la educación, en la inclusión social. Es una pena, y así vamos. Este 2014 que ha terminado ha sido bastante duro.
–Y el 2015 no ha empezado mejor, basta ver lo que ha sucedido en París, el atentado contra el semanario Charlie Hebdo...
–Es penoso ver que suceden estas cosas. Y uno se plantea qué tiene que ver la música cuando existen estos problemas, pero tiene mucho que ver. La música es un lenguaje universal, que no tiene barreras y que justamente hermana y puede romper esta cadena de violencia.
–¿Cuáles son sus retos personales y profesionales que Juan Diego Flórez se plantea para este año?
–Como ser humano tengo mi proyecto Sinfonía por el Perú, ganas de crezca y más niños sean favorecidos. En mi familia siempre me preocupa el educar bien a mis hijos. Darles lo mejor, y una buena educación, y no me refiero al colegio, sino a ser un buen padre. Cada cosa que tu haces ellos la imitan y la toman como ejemplo. Eso para mí es una gran responsabilidad. Especialmente con mi hijo mayor, Leandro, que ya tiene cuatro años. Así que tengo que ir con cuidado y con cautela. En cuanto a mi carrera, tengo varias citas importantes este año: una nueva producción de «La donna del lago», en el Met de Nueva York; otra del «Otello» de Rossini, en la Scala de Milán; un «Orfeo» de Gluck, en el Covent Garden; y una «Lucia di Lammermoor» en Barcelona, a finales de año... Hay cositas bonitas que hacer.
–Usted es de los pocos intérpretes que han salido airosos de la Scala de Milán, un escenario demonizado por algunos cantantes (Alagna, Beczala), que han sido víctimas de los abucheos.
–Yo canté por primera vez en la Scala a los 23 años, y la siento como mi casa. Allí he hecho la mayoría de las óperas que interpreté con 24, 25, 26 años..., con Muti sobre todo. Cuando llego allí me conocen todos: los porteros, los maquinistas... El público es diferente, pero he tenido siempre buenos recuerdos, aunque el último no es tan bueno porque estuve enfermo. Solo canté la primera función, y tuve que retirarme de las otras de «Le comte Ory». Pero ha sido la única vez. Siempre ha sido un placer cantar allí, y el público siempre ha estado conmigo.
–En 2007 incluso le pidieron un «bis» de «La fille du régiment», que supuso un hito histórico pues era el primero en 74 años, pero ¿nunca le han abucheado?
–No, pero mejor no hablemos de esto... (se ríe).
–Ahora vuelve al Real, donde cantó por última vez en 2013, pero lo hace dentro del ciclo de Juventudes Musicales. ¿Tiene prevista alguna fecha para cantar ópera escenificada dentro de la temporada del teatro madrileño?
–Siempre es el Real, y canto para el público madrileño. Me da gusto volver, aunque sea con un concierto. Me encantaría volver dentro de la temporada, hay que hablarlo... Yo ahora cuido mucho el futuro, la agenda, porque me interesa estar con la familia y estoy supeditado por esto para aceptar óperas y conciertos. Lo planifico con más cuidado. Antes lo aceptaba todo.
–En nuestra última conversación, adelantó que su nuevo disco estaría centrado en la canción italiana. ¿Cómo va? ¿Ya hay fecha de lanzamiento?
–Ya está listo, justamente ahora lo estoy escuchando (se ríe). Incluye canciones como «O sole mio», «Parlame d’amore mariu» y otras menos conocidas, como el «Bolero» de Rossini, que es un bolero realmente español, no como se entiende el cubano. También hay piezas de Paolo Tosti... Creo que es una buena combinación, con un aire orquestal menor, más de cámara. Creo que el disco saldrá en la segunda mitad de 2015.
–Después de un disco dedicado al repertorio francés, y otro al italiano, ¿para cuándo uno con partituras españolas?
–Claro, no estaría mal uno de zarzuela...
–¿Tiene algo en mente?
–No, pero podría ser... Intercalo un disco clásico y un disco popular, así que el próximo será clásico, y estoy pensado de qué podría ser... (se ríe).
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