El millonario legado de Maurice Sendak, en manos de su asistente

La valiosa colección del autor de libros infantiles más importante del siglo XX es el objeto de una agria polémica porque su última voluntad no aclara todos los detalles

El millonario legado de Maurice Sendak, en manos de su asistente abc

javier ansorena

Una casa aislada en Ridgefield (Connecticut), a hora y media de Nueva York, esconde la obra, los tesoros y las obsesiones de Maurice Sendak. El que es considerado el autor de libros para niños más importante del siglo XX acumuló aquí bocetos, dibujos, manuscritos, borradores y una importante colección de arte, con obras de Goya, Rembrandt o William Blake, y artefactos como el pupitre de viaje de Herman Melville. También un impresionante fondo de rarezas de la literatura americana y británica del siglo XIX, primeras ediciones, memorabilia… Todavía se puede ver una máscara mortuoria del poeta John Keats, que el autor de «Donde viven los monstruos» tenía al pie de su cama durante la noche y sobre la almohada desde que amanecía.

El futuro de todo ello está ahora bajo disputa. Sendak murió en mayo de 2012 y dejó un testamento en el que ordenaba que la mayor parte de su obra y colección se guardara y exhibiera en su propia casa, donde se construirá un museo anexo. Antes de conocerse su voluntad, todo hacía pensar que buena parte de sus originales se quedarían en el Museo Biblioteca Rosenbach , en Filadelfia. Sendak prestó en vida a esa institución más de 10.000 libros, manuscritos, ilustraciones y otros materiales desde finales de la década de 1960. En las últimas cuatro décadas, se han organizado más de 70 exposiciones con estos fondos en Rosenbach, de la que Sendak fue miembro de su consejo de dirección desde 1973, presidente honorario desde 2003 y uno de sus principales apoyos financieros.

Última voluntad

Pero su última voluntad expresaba que esos materiales deberían volver a Connecticut. Sendak solo permitió que parte de sus fondos fueran al Metropolitan Museum y a la Biblioteca Morgan , ambos en Nueva York, mientras que para Rosenbach se limitó a conceder su valiosa colección de libros raros. El resto engrosaría la fundación que lleva su nombre, que gestionará la casa-museo, y que además tiene los derechos de todos los «royalties» de Sendak.

La colección de libros raros es uno de los principales puntos de fricción. El pasado noviembre, Rosenbach denunció a la Fundación Maurice Sendak por no cumplir el testamento del autor. Según la demanda, la institución de Filadelfia ha recibido menos de la mitad de los ejemplares de esa colección. Entre los que la fundación y los albaceas de Sendak se niegan a entregar hay joyas muy valiosas de Beatrix Potter -se excusan en que son libros infantiles, no raros- y de William Blake.

Caponera, personaje central

El personaje central de la polémica es Lynn Caponera, una mujer de 54 años que empezó a trabajar para Sendak cuando tenía 19. Caponera, criada en una familia modesta de Ridgefield, conoció al autor cuando este y su compañero sentimental, Eugene Glynn, se mudaron a Connecticut a comienzos de la década de 1970. Sendak y Glynn estuvieron juntos durante cinco décadas. Caponera empezó cuidando los perros y el jardín, pero acabó siendo su asistente de confianza, secretaria y cuidadora. Tras la muerte de Sendak, se convirtió en uno de los tres albaceas, además de la presidenta de su fundación, y recibió dos millones de dólares en la herencia y tierras agrícolas. «Ella es todo», dijo el autor sobre Caponera en una ocasión.

Caponera -que no tiene estudios universitarios y que solo ha trabajado para Sendak- se ha enfrentado a voces críticas que dudan de su profesionalidad y de su capacidad para sacar adelante una fundación con fondos valorados en decenas de millones de dólares, y que además cuestionan la idoneidad de la casa para celebrar el legado del autor. También se le ha criticado que haya vendido algunas piezas de la colección durante el último año, como documentos relativos al secuestro y muerte del hijo del aviador Charles Lindbergh, un suceso que atormentó a Sendak en su infancia.

Hace algunos días, Caponera se defendió de todas estas acusaciones en una entrevista con «The New York Times», la primera que concede desde la muerte de su empleador. En ella, Caponera proclamó que ejercía su labor de asistente de Sendak en todos los aspectos de su vida y que conocía mejor que nadie su obra, su colección y, sobre todo, las intenciones del autor.

«Significado para él»

«Me dijo: “Lynn, sabrás lo que habrá que conservar y lo que no”. Y yo pensé: Dios mío, esto es demasiado. Pero tenía razón. Soy muy consciente de las cosas que tenían significado para él», aseguró Caponera, que mantiene el jersey rojo de Sendak en la silla tal como lo dejó el autor antes de morir, con un libro en el que trabajaba abierto en su escritorio, y que cada semana humedece sus acuarelas para que no se sequen.

Según la demanda de Rosenbach, Sendak especificó en su testamento que esta institución y los albaceas deberían llegar a un acuerdo para decidir qué piezas podrían seguir en la biblioteca de Filadelfia. La interpretación de Caponera es que el autor hubiera preferido tener la gran parte de sus dibujos y manuscritos en su casa. «Le parecía que no le tomaban en serio como artista, que solo hacía libros para niños y que no se le exhibía en un contexto propio de un gran artista», dijo Caponera al diario neoyorquino.

Si sus planes se imponen, los tesoros de Sendak se podrán visitar en Connecticut desde finales del año que viene, cuando la fundación tiene previsto acabar la construcción de un edificio de dos plantas adyacente a la casa, donde se exhibirán buena parte de los fondos. «Nadie sabe lo que hay aquí. Es uno de los secretos mejores guardados del mundo, pero no por mucho tiempo», aseguró el abogado Donald Hamburg, otro de los albaceas.

La disputa ya ha tenido efectos en un tercero. Christie’s tenía previsto sacar a la venta algunas piezas de la colección, además de mobiliario y recuerdos del hogar de Sendak en una subasta prevista para el 21 de enero. Rosenbach sospechaba que algunos de los libros que reclama podrían formar parte de la puja. La subasta ha sido suspendida «hasta que se pueda celebrar el legado de Sendak de una manera apropiada», comunicó Christie’s.

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