Paul Zinnard: «Los discos actuales tienen demasiados miedos»

El músico Carlos Oliver presenta este viernes en Madrid su nuevo LP, compuesto en solo un mes y grabado en tres días. «Algunas canciones ni me atrevía a tocarlas»

Paul Zinnard: «Los discos actuales tienen demasiados miedos» ABC

ISRAEL VIANA

«Neil Young es el rey en esto. A mí me ha salido una canción por día, pero él escribe las canciones en una hora. Y hay discos de Dylan increíbles que se grabaron igual de rápido». El cantante y compositor mallorquín Paul Zinnard , Carlos Oliver en la vida real, nos cuenta cómo fue el intenso y arriesgado trabajo de gestación de su último disco (« Clean-Cut and Rude »), que compuso «en apenas un mes y medio» y grabó en sólo tres días. «Casi vomité las canciones», asegura.

«El que lo compusiera tan rápido a mí también me sorprendió, porque con los otros trabajos tardé un año y medio. Después de escribir todas las canciones en poco más de un mes, dudé mucho del material. No sabía si lo iba a grabar o no», confiesa Oliver a ABC sobre el que es su tercer disco en solitario, que presenta este viernes en Madrid, en la sala El Sol [ compra las entradas en Oferplan ]. Es el último y acertado episodio en la carrera que el mallorquín ha ido construyendo poco a poco, cabalgando a lomos del rock americano más elegante y espontáneo que ya facturaba con sus anteriores bandas: The Pauls , uno de cuyos discos fue elegido como el mejor de 2010 por algunos medios especializados, y The Bolivians.

La única exigencia que se puso a la hora de gestar «Clean-Cut and Rude» no fue de índole comercial («no hay porque sacar un disco en el que uno no cree»), sino creativa. Surgió de forma natural. Se fue a Managua «para escapar de España y olvidar un poco todo», pero no con el propósito último ni la obligación de hacer un disco. Se llevó, eso sí, papel, bolígrafo y su guitarra, cómo no. Tenía amigos allí. Uno de ellos le buscó un rincón en el que poder aislarse y, sin saberlo, fue a caer en la casa de la mujer del famoso compositor nicaragüense Salvador Cardenal , que había fallecido cuatro años antes y era famoso por su fuerte compromiso con el medio ambiente.

La guitarra «abandonada»

Cuando la buena mujer se enteró de que Oliver era músico, le ofreció «con mucha ilusión» la guitarra de su difunto marido para que la tocara cuando quisiera. «Ya nadie la usaba, porque a sus dos hijos no les había dado por la música, y estaba ahí abandonada», cuenta. Fue con aquel instrumento, y cogiéndole casi por sorpresa, como fueron surgiendo las historias de todas las canciones, tan rápido que ni su cabeza era capaz de asumirlas, inseguro del resultado.

«Es la primera vez que me ocurre lo de componer tan rápido. Normalmente, una canción, cuando tengo la “mano caliente”, como suele decirse, tardo en terminarla más de una semana, y eso hablando de mi velocidad punta. Esta vez terminaba una canción al día. Pensaba que estaba bien como ejercicio, que estaba calentando. Pero después me di cuenta de que, en el mes y medio, tenía canciones de sobra. Nunca antes me había salido una canción en un día, y me refiero a todo, letra y melodía», explica el músico mallorquín afincado en Madrid , antes de reconocer que compuso otros siete temas más, tres que grabó, y otros cuatro que no. «El mes y medio dio para mucho», exclama el compositor, que siempre trabaja de la misma manera: «No intento escribir una canción, no tengo en la cabeza una idea preconcebida de una estrofa o un estribillo. Hago un labor previa. Pienso en una historia que contar, e incluso la escribo con la guitarra lejos de mí. Después, cojo la guitarra y sale la canción. Nunca hago una melodía y luego hago la letra».

La única prueba por las que pasaron estas rápidas composiciones fue el cumpleaños de un amigo. Sacó su guitarra y se puso a tocarlas para ver cómo de cómodo se encontraba tocándolas entre aquel público familiar y si era capaz de disfrutarlas. «Recuerdo que en aquella cena había personas que no conocía, por lo que algunas canciones ni me atrevía a tocarlas por miedo. Decía: “Bueno, esta es muy tonta, pero, si no os importa, la voy a tocar”». Oliver pasó el examen y con tan buena nota, que no ha cambiado nada de aquellas composiciones.

«Como una sesión fotográfica»

Para no perder toda la espontaneidad, decidió grabarlo con la misma urgencia que fue compuesto, en tan solo tres días y en directo. El objetivo era «buscar la toma en la que el fallo aporta y ser valiente de darla por buena. En algunos discos de Van Morrison hay momentos en los que desafina, pero de manera brillante. A mí me gusta mucho eso, aunque es muy difícil. Los discos actuales tienen demasiados miedos, les cuesta mucho equivocarse. Hay que tener en cuenta que la música es incontrolable, tiene demasiados parámetros. Hay músicos que intentan controlarlos y les sale bien. A mí eso me aburre. Y reconozco que hay discos espectaculares, que los pones y suenan increíbles, pero para mí solo funciona la primera escucha, la segunda y la tercera no», asegura.

«Al grabar todos a la vez, lo único que cuestionas es la toma buena»

Y aunque no lo parezca, es un disco de rock completo. Bajo, batería, guitarras, arreglos de piano o coros bonitos, lo que no ha sido un hándicap en el estudio de Madrid. «Ha sido mucho más fácil que los trabajos anteriores, donde tenía que hacer muchas tomas, aunque tuviera las canciones muy claras. Al grabar todos a la vez, lo único que cuestionas es la toma buena. Fue como una sesión fotografía», recuerda.

El viernes en la madrileña Sala El Sol (22.30 horas, 8 euros) tendrás la oportunidad de disfrutar en directo de una de esas tomas. Puede que sea la más auténtica de a Paul Zinnard… pero eso tendrás que comprobarlo.

Paul Zinnard: «Los discos actuales tienen demasiados miedos»

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación