Dorian: «Éramos “indie” cuando significaba ser un apestado»
La banda barcelonesa cierra su gira en Madrid con un «concierto especial en el que ha reformulado el 50% del repertorio»
La llamada de ABC se produce temprano, a una hora en la que la mayoría de músicos no se han despertado, pero Marc Gili, vocalista de Dorian, está «bien despierto y trabajando». Prepara el concierto con el que este viernes en Madrid (Sala But, a las 19.30 horas, junto a Babasónicos) cerrará «un año de gira muy divertido, con momento de mucho cansancio y cierta tensión» [ entradas disponibles en Oferplan ]. «Vamos a rematar la jugada con una actuación especial, en la que hemos reformulado el 50% del repertorio de los últimos meses. Será un punto y aparte bonito y lo pasaremos muy bien», asegura, no sin antes hablar del estado de la música independiente en España, del riesgo asumido por la banda, de la música que han escuchado en la furgoneta o de aquel día que pudieron morir en el escenario tocando con Phoenix.
–Da la sensación de que, con el último disco, hubierais intentado salir de la zona de confort en la que parecíais estar. ¿Fue premeditado?
–Sí, porque pensamos que los grupos tienen que ir evolucionando en su sonido. Aproximadamente cada dos discos tiene que producirse algún tipo de cambio. En ese sentido, creo que « La velocidad del vacío », que es un disco muy orgánico y creado con sintetizadores antiguos, con sonidos de batería y percusión también muy orgánicos, marca una diferencia con los dos trabajos anteriores, que son más sintéticos y electrónicos. Estamos muy contentos, porque estuvimos en México grabándolo durante dos meses con el productor Phil Vinal, conocido por sus trabajos con Radiohead , Placebo o Pulp, del cual aprendimos muchísimas cosas. Fue un viaje musical.
–¿Ha superado Dorian la habitual etiqueta de pop electrónico? ¿Os obsesionaba?
–En realidad no hay que desprenderse de nada. Los grupos cambian como las personas. Somos lo mismo, entidades humanas. Lo que ocurrió es que la gira de nuestro anterior disco, « La Ciudad Subterránea », fue bastante larga, de más de dos años, con muchos conciertos, y eso conexionó mucho a la banda. Si esa gira no hubiera tenido tantas fechas, «La Velocidad del Vacío» no hubiera sido el mismo disco.
–Hay una etiqueta en la que ahora parecen entrar todos los grupos, la de «indie», que surgió ya hace un par de décadas asociada a la independencia. ¿Os sentís identificados con ella o creéis que ya ha perdido todo el sentido?
–Pues sí nos sentimos identificados con ella. Dorian era una banda «indie», cuando serlo significa ser casi un apestado. Entonces sí que no hacía ninguna gracia, porque decir que eras un músico «indie» en España, era como asegurar que eras un muerto de hambre. Afortunadamente, en estos últimos años, las circunstancias han cambiado y la escena independiente se ha profesionalizado y crecido. Hay una serie de bandas que hemos tenido la suerte de poder tomar la iniciativa al entrar en el mercado discográfico, y eso es algo que tenemos que celebrar entre todos, porque es fruto del esfuerzo de muchas bandas, durante muchos años. Que ahora la tendencia del público haya cambiado y la música independiente se haya puesto de moda es algo positivo, ya que, gracias a ellos, hay grupos que están llenando salas muy grandes y siendo cabezas de cartel de festivales en España, sin haber sonado jamás en las radios comerciales o sin haber salido apenas en televisión. Eso tiene mucho mérito y tenemos que estar contentos de ello. Aparte, se están haciendo muy buenos discos y muy buenas canciones. Así que orgullosos de ser un independientes, porque va todo ligado a una ética profesional y artística respecto a la música. Y, en este sentido, si no traicionas a tus principios… a mucha honra.
–Cambiando de sonido cada dos discos, entiendo que lo que quieres decir es que es mejor arriesgar que aburrirse
–Desde luego. Ni un escritor, director de cine, banda o cualquiera que realice una actividad artística debe caer en la autocomplaciencia. Querer cambiar, evolucionar y probar cosas distintas forma parte de la sal de la vida. Si no, sería todo un rollo.
–¿Se percibe también ese riesgo en los conciertos?
Sí, hemos incorporado muchas técnicas que usamos en el disco. Por ejemplo, utilizamos percusiones industriales para hacer bailar al público o combinamos líneas de guitarra y sintetizadores, todo muy bien enmarañado. Hemos incorporado muchos detalles de la grabación del disco al espectáculo en directo.
–Completa la siguiente frase: «En los concierto nos gusta…»
–Empatizar. Que el público entienda que la intención es que la banda y el público se unan hasta ser un mismo elemento.
–Vuestro último disco tiene rock, folk, electrónica, sintetizadores con arreglos de cuerda, pianos con ruido… ¿Escucháis tanta música como parece?
–Muchísima. Todo el rato. Desde flamenco hasta música clásica, pasando por electrónica, rock, psicodelia, música francesa, latina pop… de todo.
–Dime tres grupos o discos que hayáis escuchado esta gira, que sorprenderían a vuestros fans, por estar más alejados de vuestro universo sonoro.
–Un disco que hemos oído mucho es el directo en el Olimpia de París de Jacques Brel , un concierto clásico que encumbró al cantante en su momento y en el que están todos sus clásicos. Tengo casi toda su discografía. También nos gustan mucho las rancheras de José Alfredo Jiménez , posiblemente uno de los mejores letristas en lengua española del siglo XX. No existiría Joaquín Sabina sin el cantante mexicano. Estos son dos discos que la gente no se imaginaría que escuchamos. También me gusta mucho «Granada», el disco que hicieron Silvia Pérez Cruz y Raül Fernández (Refree).
–¿Habéis sentido vértigo alguna vez por el reto de superar himnos como «Cualquier Otra Parte», «Paraísos Artificiales» o «Tormenta de Arena»?
–Cuando te pasa una cosa como esta, creo que lo que tienes que hacer es encarar las nuevas composiciones, olvidándote por completo de esos éxitos que tanto han sonado en los bares y las discotecas. Por ejemplo, « El Temblor » es la canción de este último disco más querida por el público, pero es la canción menos Dorian de toda nuestra carrera. ¿Y por qué tiene este tema características tan distintas a las de « Cualquier Otra Parte » o « Tormenta de Arena »? Pues no sé, surgió así, nos lo pidió la canción. No estuvimos pensando si sonaba menos a cualquiera de esos «hits». El músico tiene que hacer canciones con instinto, con las tripas y el corazón. Si lo haces así, es difícil que te equivoques. Pero si estás mirando todo el rato lo que has hecho o lo que hacen los demás, te la vas a pegar seguro.
–¿Os ha resultado complicado sobrevivir a esos «hits»?
–Dorian es una banda que ha ido creciendo en cada disco sin grandes sobresaltos. Creo que eso es muy sano para la cabeza. Somos un grupo de currantes. Hemos ampliado mucho nuestro horizonte hacia el extranjero en los últimos años, a países como Chile, México, Argentina, Colombia o Francia , pero, en España , seguimos siendo ese grupo que empezaba y se iba a Madrid con toda la ilusión del mundo, con un coche y cuatro cacharros en el maletero. Esa es la actitud con la que hay que seguir. El dicho de "un viaje de miles de kilómetros empieza con un primer paso" es un poco la filosofía que seguimos teniendo.
–¿Esa filosofía os ha ayudado a asimilar vuestro éxito o aún alucináis cuando escucháis eso de que sois «una de las bandas con mayor proyección nacional e internacional de la actual escena española»?
–Hombre, es bonito. A todo el mundo le gusta que le hagan caso, pero hay que poner las cosas en su sitio. Somos una banda que se lo ha ido currando y lo que tiene lo ha conseguido a pulso año tras año. Creo que es mejor así. Hay otros grupos que, de un disco para otro, pegan el petardazo y me parece genial, pero a mí me gusta la trayectoria que ha tenido nuestra banda.
–Pero algunas cosas han cambiado, como por ejemplo tener la oportunidad de poder pasarse dos meses en México grabando un disco con un productor de la talla de Phil Vinal.
–Estas cosas las vas haciendo a medida que el camino te lo permite. Nosotros hemos hecho en cada momento lo que se ha puesto ante nuestros ojos. México es un país que nos ha acogido muy bien desde el principio y ya hemos estado muchas veces. Es como nuestra segunda casa. Y también América Latina, que es un continente que te va enamorando cada vez que vas. Y, claro que sí, nos sentimos muy afortunados. No solo por los viajes, sino por poder seguir ganándonos la vida con la música que queremos hacer.
–Parece que habéis conseguido más éxito en México que aquí.
–Pasan cosas muy fuertes, como la estadística que me mandaron de Facebook el otro día, donde descubrí que en ese país ya teníamos más tráfico que en España. Es bonito, pero yo creo que en realidad España sigue siendo nuestra casa y el país en el que más trabajamos. De todas formas, las primeras giras en México fueron muy duras, aunque ahora ya tenemos estabilidad y una buena estructura que nos permite dar buenos conciertos y asistir a grandes festivales. Antes era más duro, como empezar de cero en un país en el que no te conocía nadie. Tienes que volver a echar mucha energía y valor, como cuando tenías 22 años, con muchos kilómetros y muy poco dinero. Un día estás tocando en un festival ante 10.000 personas y, al día siguiente, en una ciudad de provincias, en una sala para 200. Pero esto es así. Empezar en un país es picar piedra con mucha ilusión e ir haciendo camino.
–¿Imaginasteis alguna vez que veríais tanto mundo?
–Pues no, porque cuando empezabas con una banda «indie» en España, encadenar tres conciertos seguidos ya te parecía una barbaridad. Al principio nadie nos apoyaba y era muy duro. ¿Quién me iba a decir a mí que acabaría tocando en un montón de países? Era algo que ni me planteaba. Ya me parecía una locura poder tocar en Benicassim.
–¿Es muy difícil llegar a donde estáis vosotros sin el apoyo de un sello grande?
–Nosotros nunca hemos estado en un gran sello. Empezamos en Bip Bip Records , una discográfica compuesta, literalmente, por dos personas. Fueron los que levantaron a Sidonie antes de que se fueran a Sony. Nos ficharon a nosotros, porque nos veían con las mismas ganas, pero era una compañía minúscula. Ern el segundo disco nos pasamos al sello [PIAS] , que tenía sedes en toda Europa y contaba con una estructura más seria, pero no dejaba de ser discográfica independiente. Eso nos ha obligado a trabajar muy duro.
–¿Y habríais triunfado sin internet o las redes sociales?
–Creo que internet es una ventaja a la hora de que la gente conozca tu música a la velocidad del rayo, pero como ya no se compran discos como antes, muchas bandas noveles se quedan sin sellos que tengan dinero para apostar por ellas. Ese es el verdadero drama de internet. Se está perdiendo mucho talento joven porque las discográficas no tienen dinero. Ese es un gran interrogante que tengo últimamente en la cabeza.
–A pesar de iros bien, vuestras letras siguen teniendo un poso de desánimo.
–Desde que se cayó el muro de Berlín , daba la sensación de que solo se podía vivir en una vía alternativa al mundo en que vivimos. Eso provocó que, desde los años 90 y hasta el 2000, se produjera una gran desafección. Algunas letras de Dorian hablaban de personajes que no encajan en las reglas de sociedad, dentro de ese desencanto, pero con la crisis se ha reactivado mucho la necesidad de buscar soluciones al mundo en que vivimos, intentar mejorar la sociedad o la política. Creo que eso es bueno. Y gracias a ello, el poso amargo está desapareciendo de las letras. Es un buen momento para mirar hacia adelante.
–Con «La velocidad del vacío», también os habéis empachado también de carretera y aviones. ¿Cómo ha ido la gira?
–Ha sido un año y medio en el que hemos estado un montón de veces en México y Colombia, tocando con bandas como los Pixies o Phoenix. También en festivales en Argentina y Francia, y aun nos queda Chile. Ha sido un año muy divertido, con momentos de mucho cansancio y cierta tensión. Y mañana en Madrid vamos a rematar la jugada con un concierto especial, junto con Babasónicos , en el que hemos reformulado el 50% del repertorio de los últimos meses. Pondremos un punto y aparte bonito y lo pasaremos muy bien.
–¿Alguna anécdota graciosa o sorprendente de esta gira que sumar a vuestra biografía?
–Recuerdo que estábamos en Bogotá tocando con Phoenix y comenzó una de esas lluvias torrenciales de Colombia. Estábamos en el escenario mirando al cielo, entre charcos gigantes. Cuando terminamos el concierto, vinieron los técnicos y nos dijeron que si estábamos todos locos, que podíamos haber muerto electrocutados. Así que, un poco más, y la palmamos con el grupo de pop más importante de Francia. Fue bastante espectacular. Caían cascadas de agua dentro del escenario.
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