SinCejilla
Marina Heredia: «El flamenco está fuera de la música de consumo»
entrevista
La cantaora granadina presenta en el teatro de la Maestranza el espectáculo 'Status quo' este sábado 24 de septiembre en La Bienal

A seis metros de la puerta de su casa, en pleno Albaicín, quedaba su lugar de recreo: la Peña Flamenca La Platería, la más longeva de todas. Por aquellas plazoletas jugó a bailar. Y su padre, El Parrón, la engatusó para una pequeña encerrona ... que le cambió la vida cuando solo tenía 12 años: «Ese fue mi debut. Lo recuerdo porque lo pasé fatal. A mi padre le encargaron una actuación en el Palacio de Congresos de Granada. Yo estaba ensayando un número de baile, y a última hora me pidió por favor que cantara. Hice unas bulerías del disco 'Potro de rabia y miel' de Camarón, que acababa de salir, y poco más. Ya nunca más me subí a un escenario como bailaora. Sabe más el diablo por viejo que por diablo. Ay, mi padre».
Si aquellas callejas aledañas al Mirador de San Nicolás le vieron crecer en compañía de Estrella Morente, Miguel Ángel Cortés, Manuel Liñán y el resto de artistas en potencia que por allí pululaban, La Bienal ha sido testigo de su ascenso al olimpo de las cantaoras: «Mi primera vez fue en el teatro Lope de Vega, iba acompañando a La Yerbabuena en el espectáculo 'Eva', en 1998. Después he vuelto de forma casi ininterrumpida. Colaborando con otros compañeros, haciendo mis primeros conciertos en espacios pequeños y ya después en los teatros principales en solitario. Fue muy bonito ganar el Giraldillo al Cante en 2016 en el propio Lope después de tantas vivencias vinculadas a este festival».
El próximo sábado 24 de septiembre presenta 'Status quo'. Esta vez, en el teatro de la Maestranza. Marina Heredia promete echar la vista atrás y adelante en su propuesta, donde la guitarra del Bolita y la percusión de Paquito González le servirán de cómplices: «Habrá zambras, la música de mi casa, los tangos, que estaban en mí incluso antes de yo lo supiera, Lorca, Falla, las soleares y las seguirillas de Juanillo El Gitano y otros géneros que me han influido durante mi carrera, ya que en mi familia siempre hemos sido muy abiertos. También habrá una sorpresa. Un coro de seis mujeres granadinas del que mejor no cuento demasiado. Ya lo veréis».
Faltan pocas horas para sentir ese pellizco en el pecho que precede el momento de subirse al escenario cuando comparte unas reflexiones sobre la actualidad de la música: «Todo va excesivamente deprisa. No es como cuando yo empecé. La música que se hace hoy generalmente es de consumo rápido, pierde rápido el interés del público, y ahí el flamenco no entra. Esto es una música compleja, culta, difícil, que requiere atención y un ejercicio por parte de quien escucha. Los flamencos más jóvenes tienen un reto. Bueno, y yo».
'Trance sketches', de Jorge Pardo: rara belleza
La música de Jorge Pardo surge del encuentro. Si está grabando un documental, 'Trance', y viaja hasta Brooklyn para hacer varias jam session entre amigos y le gusta el resultado, de pronto, puede salirle un disco como este añadiendo unas pocas pistas más. Los álbumes experimentales, que no siguen órdenes fijas, gustan sobre todo a los que los hacen, que se divierten en un proceso creativo irrepetible. Entre este montón de destellos, ritmos, soplidos de flautas y saxos, arreglos electrónicos, distorsiones y alzapúas encontramos belleza a rescoldos. Hay que buscarla, pero está ahí, en las líneas de Rycardo Moreno, que ha generado un discurso propio con la guitarra, y el 'Zapatito' con el que evoca, desde lo más contemporáneo, a John Coltrane.

Flamenco, sonidos étnicos, recitados a modo de calmada arenga, furia agitada en una coctelera donde todo parece al servicio de la música y free jazz para presumir de amplios códigos de libertad. Cuando algunos ya no quieren ni descolgar el teléfono, el del saxofonista madrileño, directamente, está a punto de prender. A sus sesenta y cinco años sigue con ganas de probar. Así junta al arpista colombiano Edmar Castañeda con la sonanta austera de Juanito Pascual y el golpe de las baquetas por el que de cuando en cuando se les escapa un ole. Las siguirillas pregrabadas desembocan en un raro dibujo gutural, el que provocan las voces de Bego Salazar y Ganavya. Por tientos, con Melón Jiménez, de Jerez, salen cantando los vientos al compás sobre el que vibran las seis cuerdas. La batería dicta sentencia y el saxo derrama con contención los tercios para no salir al galope. Todo culmina en un estribillo progresivo que es, a mi juicio, uno de los detalles melódicos más hermosos de este trabajo. A la que lo dejas te hace un disco.
Los cafés cantantes de pintura de Patricio Hidalgo
Patricio Hidalgo es uno de los artistas plásticos más interesantes del panorama actual. Pinta a través de la mancha y utiliza otras técnicas, como el collage. Desarrolla vídeos elaborados a partir de retratos y técnicas propias del accidentalismo que se proyectan superpuestas y que, junto a la música, son capaces de seguir coreografías. Traten de ver, por ejemplo, su videocreación sobre la farruca Mario Maya, donde he descubierto detalles dancísticos desde un prisma que no conocía. Como el martinete de José Menese, tiene algunos fragmentos disponibles en Vimeo y en su página web.

Pues Hidalgo, natural de Ibiza formado entre Sevilla y Barcelona, reabre las puertas de Magasé Art Gallery, en la calle Cardenal Spínola número 12. En ella nos propone un viaje al siglo XIX, una de las épocas de mayor esplendor para el flamenco, cuando a través de los cafés cantantes encontró nuevos públicos y formas de negocio, profesionalización por parte de los artistas y circuitos para los aficionados, que comenzaron a reclamar una serie de palos. Hasta el Café de El Burrero y el de Silverio, dos de tantos como hubo en Sevilla, nos transportan. Indaga así en el carácter expresivo de este ecosistema creativo y en figuras concretas que triunfaron en ellos: Silverio Franconetti, La Andonda, La Serneta o Pepa de Oro, quien introdujo el folclore argentino para dar altura a los cantes de ida y vuelta.
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