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Maná atraca en el muelle de Sancti Petri y regala una noche de emociones en Concert Music Festival

El concierto del grupo mexicano duró dos horas y veinte minutos

Juanma Moreno, con Maná en Concert Music Festival

Maná, en Concert Music Festival 2024
Maná, en Concert Music Festival 2024 Antonio vázquez

Pepe Ortega

Chiclana

«Uno, dos y tres» y Maná aterrizó en Chiclana. En una noche espectacular, el ambiente era de día grande; Maná volvió a España después de seis años de espera. Pero el tiempo no alteró nada entre ellos y el público, que estaba ansioso por ver a una de las bandas sonoras de sus vidas. Manda una señal de amor y Concert Music Festival respondió. Elevó los brazos al cielo de Sancti Petri y entonó bien alto: «Hey, dame, dame una señal, cuando seas libre, mi amor. Ay, no lo puedo soportar, no me quiero derrumbar». El grupo mexicano eligió a Chiclana como el último concierto de su gira 'México lindo y querido' por España.

«¡Buenas noches, Chiclana! Nos sentimos muy afortunados de estar aquí y que nos reciban tan calurosos. Esta noche queremos que sea inolvidable en Chiclana». Maná sabía cómo empezar a conseguirlo, con un tema de esos que, aunque pasen los años, la letra no se olvida: Amor Espinado. «Ah-a-ah-ay, corazón espinado; ¡Cómo duele, me duele, mamá!». Pero al lado de la orilla de Sancti Petri los desamores duelen menos.

«Esta canción va para aquellos a los que a veces les toca compartir», bromeaba el cantante mexicano. Todos sabían lo que venía. Esas notas son inconfundibles. «Amor mío…». No hace falta más. Cómo una canción puede hacerte viajar a otro momento de tu vida. Fernando Olvera y el público unieron sus gargantas para crear uno de los momentos mágicos de la noche. El concierto empezaba a coger ritmo. «Cómo quisiera poder vivir sin aire«. ¿Y perdernos ese final de tema? Menos mal que no. Bajo los focos, como si fuera inmortal, tocó su armónica para hacer un cierre espectacular.

También hubo momentos para la risa. «Qué raro es el nombre de Chiclana de la Frontera. Cuando me lo dijeron, dijimos: ¿Qué es Chiclana?», bromeó Fernando. «¿Me vas a regalar un chute?», preguntaba a su compañero que le traía un vaso de tequila. «Salud por Chiclana y por Andalucía». Y se lo bebió, como buen mexicano, de un trago. Ahora sí, el show podía continuar.

No hay hacía falta corona para El Rey. La bandera de México estaba representada con las luces del escenario y el mensaje era claro: aunque pasen los años, Maná sigue siendo el rey. Y tanto que lo es. «E-e-oooo». Y el público repetía. Una química impresionante que culminó con un solo de Alejandro González, el batería, que levantó la grada de Concert Music Festival. Y todavía quedaba para que llegara su momento. «Vamos a hacer una improvisación como si estuviéramos en la arena blanca de Jamaica», pidió el artista a su grupo, que recordó a Bob Marley.

Mientras todo el grupo descansaba, Alejandro González volvió a la carga y se encargó de dar la exhibición de la noche. El ritmo del mundo lo marcaron sus baquetas y por momentos parecía que todo fuera a saltar todos por los aires. Increíble. Durante diez minutos, a toda velocidad, incluso por momentos de espaldas, dejó abiertas todas y cada una de las bocas de Concert, que no se esperaban tal regalo. Era su momento y quiso devolver el cariño. Dejó su casa y se acercó al público para agradecer el apoyo y regalarles las baquetas.

«Esta canción va para mi mamá, que aguantó como guerrera todo cuando murió mi padre», afirmaba a oscuras en el escenario y la emoción se hizo con todo. «Oye, cucú, papá se fue; Prende la luz, que tengo miedo». Y no se encendió la luz. Y las lágrimas aparecieron sin que nada ni nadie pudiera pararlas. Un momento precioso e íntimo que dio paso a uno de los himnos del grupo. «Era tan diferente cuando estabas tú. No hay nada más difícil que vivir sin ti…».

Poco a poco, el viaje terminaba. Antes, Fernando eligió a una persona entre el público. «Qué buenas playas tenéis aquí», le dijo a Manuela. «¿A quién quieres tú mucho? Para dedicarle esta canción». «A mi hijo», respondió ella. «Pues por él y por mi hijo va esta canción. Eres mi religión».

Pero Maná no se iba a ir sin cantar sus canciones eternas. Concert Music Festival se vino abajo con en el muelle de San Blas y terminó clavado en un bar rayando el sol de Chiclana de la frontera. «Nos gustaría que se apagaran todas las luces posibles y que ustedes nos den luz y amor», dijo antes de despedirse tras dos horas y veinte minutos de concierto. Aquella estampa preciosa, un Concert iluminado por los flashes del público, puso el broche de oro a una noche inolvidable.

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