FESTIVAL
‘Tarifeando’ cierra el gran verano de los festivales de Cádiz
Los organizadores están convencidos de que todavía hay público, pero temen que si no se coordina bien puede pasar factura a esta tendencia
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'No Sin Música’, ‘Alrumbo’, ‘Cabo de Plata’, ‘Atún Music Festival Barbate’....y ahora ‘Tarifeando’. La oferta cultural se extiende por lo largo y ancho de la provincia. En un par de años se ha duplicado la oferta en una zona atractiva para el público pero también complicada a la hora de alojar eventos de esta envergadura. Son muchos los festivales que se pueden disfrutar durante las vacaciones en verano, tantos como estilos de música a los que se les rinde tributo. Carteles repletos de grupos indies, rockeros o de música electrónica constituyen la oferta , que en su mayoría eligen para su celebración destinos bañados por el mar, por aquello de apaciguar el agobio de las altas temperaturas. La propuesta veraniega es extensa y cada año se amplía con citas, que aunque modestas, poco a poco se van haciendo un hueco en la agenda de ocio musical de la provincia de Cádiz. Varios días de encuentros en los que la música al aire libre se convierte en la excusa perfecta para disfrutar de conciertos en directo de forma ininterrumpida, sobre todo para los más jóvenes.
No son ajenos algunos de los nombres que ya han pasado a ser casi sinónimos de verano. Este es el caso de ‘Alrumbo’, que cerró su séptima edición con más de 150.000 asistentes y un impacto económico de 15 millones en Chipiona, o No sin Música, celebrado en el puerto de Cádiz y que reunió durante los tres días una suma de casi 30.000 asistentes, cifra que supera la del año pasado. También en la zona de la Janda hay sitio para este tipo de eventos. Así, el festival ‘Cabo de Plata’, a pesar de la polémica, finalmente congregó a 30.000 asistentes cada día en Barbate.
El turismo de sol y playa ha dejado de ser el único reclamo de la provincia. La apuesta por los festivales de verano se ha convertido en una importante fuente de ingresos para muchos municipios. Más de una decena de certámenes musicales se celebran en la costa e interior, de norte a sur y de este a oeste, entre los meses de junio y septiembre. La estimación habla por sí sola sobre el impacto económico: ‘Alrumbo’ despidió su última edición con más de 1 5 millones de euros, alrededor de 670 puestos de trabajo y más de 90 empresas proveedoras.
Ante este amplísimo panorama, muchos se preguntan cómo es posible la convivencia pacífica de estas citas, especialmente en lo que a música indie- pop se refiere. La clave es la definición. «Un festival no puede ser poner un escenario, que suban cinco o siete grupos a cantar y ya. Tampoco se pueden clonar carteles y repetir el mismo modelo para un mismo público con siete días de diferencia. Hay que evitarlo porque la gente se está cansando», asegura Miguel R. Mora, promotor musical de La Silla Verde, en Cádiz. «Los festivales no son solo un cartel sino se convertierten en experiencias», añade el director de ‘Alrumbo’, «porque si no acabarán desapareciendo o ni siquiera llegan a celebrarse». Un claro ejemplo lo encontramos en el ‘Boelo Sun Festival’, que iba a tener lugar del 9 al 14 de agosto en Vejer , y que también se sumó a la lista de festivales cancelados este año un mes antes de que se enfrentará a su primera edición. El festival, que se iba a desarrollar en la Dehesa Montenmedio y contaba con Damian ‘Jr. Gong’ Marley y Amaral como cabezas de cartel para los días , aludió mediante un comunicado oficial a «problemas de índole técnico».
Montar un festival a finales de los 90 no era precisamente una tarea fácil. Para los ayuntamientos era algo demasiado novedoso y el apoyo de las marcas era prácticamente nulo. Tampoco había expertos en la organización. Por ello, los ayuntamientos de cada localidad desempeñan un papel clave en esta supervivencia. «Hay muchos niveles de colaboración, no sólo económico, sino que proporcionen servicios, espacios, seguridad», asegura el director de ‘Alrumbo’. «El camino se ha abierto a lo largo de los años. Antes los ayuntamiento se negaban a asumir un macrofestival y ahora lo desean», cuenta Rafael Benítez, que ha pasado por Chiclana, Rota y Chipiona.