PATRIMONIO DE CÁDIZ

José María Esteban: «Queremos ayudar en la vida cultural con rigor y cercanía»

El nuevo presidente de la Real Academia Provincial de Bellas Artes afronta su mandato con el reto de recuperar la sede y abrir la institución a la sociedad

Esteban, bajo el Hércules Farnesio, símbolo de la Academia. Antonio Vázquez

A. G. Latorre

Es uno de los primeros nombres que vienen a la mente de los gaditanos cuando se habla de defensa del patrimonio. José María Esteban (Chiclana, 1953) es una de las personas que más sabe de esa herencia común que tenemos en la provincia y que, en tantas ocasiones, no tiene quien lo defienda y difunda. Es por eso que en su estrenado cargo de presidente de la Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz tiene claro cuál será su cometido: acercar la institución a la ciudadanía y hacer del patrimonio heredado algo que se sienta como propio.

Repasando su currículo se descubre que ha pasado por la Diputación, la Junta, la Universidad, el Ateneo... ahora la Academia de Bellas Artes. Parece que su trayectoria está ligada al servicio público.

No sólo al servicio público sino, sobre todo, a la defensa del patrimonio, que es mi gran pasión. Desde que empecé a trabajar en el año 85 en la Delegación de Cultura he estado ligado a este ámbito y, al estar trabajando en el sector público, he tenido la posibilidad de hablar siempre sin tapujos y diciendo lo que pienso. Hasta que me jubilé, en 2017.

¿Hay algún tipo de actuación que recuerde con especial cariño?

La verdad es que he disfrutado de etapas muy bonitas, sobre todo cuando como responsable me he encontrado con políticos que me han dejado trabajar, como me sucedió con Sebastián Saucedo. A principios de los 90 fue muy bonito el estudio y catalogación de los cascos históricos, pero también recuerdo las obras del campus universitario en Jerez a finales de esa década, varias restauraciones en el Campus de Cadiz. También participé en los proyectos del Teatro Romano y del Arco de la Rosa.

¿Qué relación ha tenido la Academia con Cádiz?

La Academia tiene una historia impresionante y bonita. Su relación con la ciudad surge a finales del siglo XVIII, con la necesidad de dar marchamo a los títulos de arquitectos, pintores y escultores. Los comerciantes ricos de la capital necesitan profesionales formados en el arte del dibujo para la orfebrería y para dar respuesta a sus demandas. De todo este germen nace la Escuela de Nobles Artes y luego la Academia, de la que forman parte todos los nombres importantes de esta ciudad. Los fondos de las academias de esta clase que surgen en todo el país fueron los que originaron los museos actuales, como el Museo de Cádiz. Su misión era de formación, pero también de mantenimiento y almacenaje de patrimonio.

¿Y cuál es su relación con la sociedad en la actualidad?

Con la evolución de los tiempos, la formación y la gestión del patrimonio pasa a las universidades y las administraciones. A la Academia se le deja para mantener el rigor en el patrimonio y en las bellas artes, quedamos como una consultora. Nosotros, como colectivo de profesionales, buscamos el fomento del arte, entendido como la expresión de la belleza. Y aportamos a la ciudadanía provincial los valores de las bellas artes, así como su defensa y conservación. Y, por supuesto, mediante talleres y otras actividades, mantenemos viva esa conexión de los ciudadanos con nuestro patrimonio. Los nombres de los componentes de la institución (como Hernán Cortés, Carmen Bustamante, Antonio Agudo, Luis Gonzalo, Fernando Perez Muler, los Hermanos Fernández Pujol, Rosario Martinez...) nos avalan.

«La relación de la Academia con Cádiz es larga y bonita, fue el germen de su museo»

¿Por qué se presentó a la presidencia de la institución?

Yo ya formaba parte, desde el año 92, de la Academia, de la que he sido vicepresidente durante muchos años. Cuando Rosario Martínez anunció su dimisión, muchos me pidieron que diera el paso y yo sólo pedí el respaldo de un grupo, el que conforma la junta directiva (Marcelino Diez, Carmen Bustamante, Joaquín Hernández, José Ramón Ripoll, Bernardo Palomo y Antonio Aparicio), para poder darle otro aire a la institución.

¿Qué otro aire se le quiere dar?

Quiero que la Academia sea algo menos encorsetado y que la sociedad nos vea con más naturalidad, que asuma que somos una institución con ánimo de ayudar en los temas que nos requiera. Estamos adaptando el reglamento a los nuevos tiempos y, además de las tres artes clásicas, vamos a incorporar secciones de música y de artes visuales para poder dar cabida a nuevas expresiones. Los académicos no cobramos por esta actividad, lo hacemos, literalmente, por amor al arte. Si la sociedad nos ha dado la posiblidad de aprender y de debatir en torno a esta materias, qué menos que devolvérselo desde el rigor y la cercanía. No somos solo unos señores que se reúnen de forma ceremoniosa, somos parte del tejido cultural y del conocimiento de la provincia.

He leído que la suya será una presidencia de «transición», ¿qué quiere decir?

Pues que en esta presidencia se deben producir varios cambios y logros. Uno fundamental es el de recuperar nuestra sede, en el Callejón del Tinte, de la que nos tuvimos que ir por desprendimientos y que debe ir pareja a las obras de ampliación del Museo, que llevan paradas desde 1980 pese a que trabajos similares se han acometido en museos del resto de las provincias andaluzas. Con la recuperación de nuestra sede podríamos exponer nuestro patrimonio e incorporarlo como un elemento museístico más. Voy a mantener reuniones con distintos responsables para tratar de agilizar esas obras, muy necesarias para la difusión cultural en nuestra ciudad, ya que el museo tiene un amplio fondo guardado porque no hay dónde exponer. El otro aspecto de esa transición es la salida de la pandemia y la recuperación paulatina de las actividades presenciales, desde nuestras reuniones hasta los talleres.

¿Qué patrimonio atesora la Academia de Bellas Artes?

Pues tenemos muchos cuadros, ya que los académicos cuando ingresan regalan uno a la entidad, aparte de los que se han ido recibiendo por donaciones. También poseemos un mobiliario del siglo XVIII muy bonito. Emociona tener delante los lugares donde se sentaron nuestros grandes académicos. Y tenemos una magnífica biblioteca, con unos ejemplares preciosos, entre los que se incluyen las actas de la entidad, historia viva de nuestra ciudad, además de una serie de altorelieves y bajorrelieves Pero, sin lugar a dudas, nuestro principal patrimonio son nuestros académicos.

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