PATRIMONIO

El legado de los Montpensier a Sanlúcar

Los duques consolidaron sus estancias veraniegas en la ciudad y atrajeron a muchos aristócratas y burgueses sevillanos y gaditanos del siglo XIX

J. M. AGUILAR

Hijo de reyes y padre de reina, Antonio María Felipe de Orleans y Borbón Dos-Sicilias nunca pudo alcanzar lo que muchos historiadores denominan su obsesión: Ser Rey de España, una meta que se marcó a mediados del siglo XIX cuando obtuvo matrimonio con Luisa Fernanda de Borbón en el Palacio Real de Madrid en 1846, una alianza política doble ya que el mismo acto sirvió para el enlace de Francisco de Asis e Isabel de Borbón (hermana de Luisa Fernanda) que finalmente se convertirían en reyes de España. Sin embargo, el destino terminó deparando al duque de Montpensier una vida ligada al sur de España, y más concretamente a Sevilla, que se convertiría en lugar de residencia, y Sanlúcar, el gran descubrimiento que hicieron Antonio y Luisa Fernanda para pasar largas temporadas veraniegas , donde se convirtieron en símbolos de prosperidad para el desarrollo de la ciudad y de sus habitantes.

A ntonio María Felipe de Orleans y Borbón Dos-Sicilias , era el décimo hijo del rey Luis Felipe I de Francia y de María Amalia de Borbón Dos-Sicilias. Llegó a Andalucía en 1848, tras una nueva revolución que derrocaba a los Orleans enFrancia, después de pasar por Inglaterra, Madrid y Aranjuez en tan solo tres meses. «Se nombró Sevilla como residencia oficial de los duques de Montpensier. Andalucía no fue, por tanto, una elección de los duques sino una imposición del gobierno» resalta Mª del Carmen Fernández Albéndiz en su libro ‘La Sanlúcar de los Montpensier’.

Corría el verano de 1849 los duques decidieron pasar todo el mes de agosto en la finca El Picacho, propiedad de Mª José Díaz de Saravia, viuda de Cortés. La influencia y la presencia de los Montpensier en Sanlúcar se hicieron patentes desde un primer momento, creándose una simbiosis perfecta entre ambos. Dieron trabajo a sus ciudadanos cuando el paro se hacía insostenible, como en el durísimo invierno de 1855; y ayudando a los más necesitados, pero sobre todo convirtieron a la ciudad en la residencia de verano la aristocracia y la burguesía sevillana y gaditana, y llevando el nombre de Sanlúcar por todo el mundo. A cambio la ciudad se mantuvo siempre fiel, imperturbable en su afecto. La construcción del Palacio de Orleans, hoy convertido en Ayuntamiento de la ciudad, junto a sus bellos jardines, es su mejor legado que tiene continuidad con la adquisición del Botánico para que le proporcionara agua.

Beneficios para la ciudad

Por un lado, se incrementó el servicio de transportes de viajeros por el río entre Sevilla y Sanlúcar en los meses de verano, gestión que vino acompañada de trabajos para mejorar la navegabilidad del río, «todo ello gracias a que don Antonio era accionista de la Compañía de Navegación del Guadalquivir», resalta Fernández Albéndiz en su libro.

El Palacio de Orleans fue construido para sus períodos estivales y hoy alberga el Ayuntamiento

Además, los Montpensier solicitaron al gobierno la llegada del correo a la ciudad, petición que le fue concedida, ya que en el mes de junio de 1852. También participaron en el arreglo de los caminos entre Jerez y Chipiona y en las mejoras del muelle de Bonanza para el tránsito de mercancías y personas. La llegada del ferrocarril a Sanlúcar estaría también directamente vinculada con el establecimiento de la familia Orleans-Borbón en esta localidad.

En el ámbito social llegaron miembros de otras casas reinantes europeas tales como Eugenia de Montijo en 1853 o el rey viudo de Portugal en abril de 1856. Fugaz sería el paso por aguas de Sanlúcar de Isabel II en 1862.

En septiembre de 1845 un grupo de distinguidos sanluqueños había creado la Sociedad de Carreras de Caballos de Sanlúcar de Barrameda, según destacan sus estatutos, para fomentar la raza caballar andaluza cuyo interesante ramo, es de conocida utilidad para la agricultura de este país. «Don Antonio, consumado jinete, amante de los caballos y poseedor de una de las mejores cuadras del sur de España se sumaría con gusto a esta actividad, contribuyendo a su fomento y difusión» indica Fernández Albéndiz en su libro

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