Juan José Téllez: «La poesía no sirve para nada y eso es lo mejor que tiene»

El periodista algecireño ha publicado el poemario ‘Los amores sucios’, en el que el amor y sus posos se cuelan por las rendijas de lo cotidiano

Andrés G. Latorre

Anécdota rápida (y pedante). William Faulkner jugaba a las cartas cada semana con sus amigos Una noche faltó y uno de ellos preguntó a un tercero «¿Hoy no viene William?». «No, está en Suecia, que le dan el Nobel». «Ah, ¿pero él escribía?» Juan José Téllez (Algeciras, 1958) es tan poliédrico que cada uno lo conocerá por algo y quizá se sorprenda con alguna habilidad nueva. Como haber sido el responsable del Centro Andaluz de las Letras, o director de un periódico, o por su función como presidente del jurado del Falla o por ser novelista... Hoy, el que asoma la cabeza entre los distintos Juanjos es el Téllez poeta, el que acaba de publicar ‘Los amores sucios’ (Verso&Cuento).

Juanjo, ha escrito en todos los géneros, ¿con cuál se siente más cómodo?

Realmente la literatura responde a una actitud ante la vida. A lo largo de la vida haces cosas diferentes y eso marca maneras distintas de escribir, pero con un fondo similar y entrelazado. Puede haber algo de poema en un reportaje, o en una entrevista, o en un relato. Todo lo que sea jugar con la palabra es cuestión de momentos. A veces la diferencia entre un relato y un poema es sólo ritmo y cadencia.

Llevaba diez años sin publicar un libro de poesía. Si 20 años no es nada, ¿qué son diez años?

Diez años son perspectiva, distancia. Me resulta pornográfico escribir sobre emociones que estoy viviendo ahora mismo. Necesito escribir a toro pasado, con suficiente perspectiva de mí mismo. Como decía Machado, mi sangre es jacobina pero mi verso brota de manantial sereno. No hay que pensar que he tardado diez años en escribir este poemario. Escribo con frecuencia y rompo con cierta frecuencia. El tiempo te da una idea de cómo quieres ordenar y mostrar lo que has escrito.

A la hora de evocar la poesía se suele pensar en adolescentes. ¿Qué poesía mana de un autor de 63 años?

¿Me estás diciendo que ya no soy adolescente? (ríe). Creo que la adolescencia es una emoción que sucede cuando el cuerpo se transforma y sucede varias veces a lo largo de la vida. Y esa transformación supone cambio espiritual, porque en esos momentos de encrucijada es cuando surgen las dudas, los miedos, las audacias, las vacilaciones. Somos adolescentes en muchos momentos a lo largo de nuestra vida y eso no es una buena noticia, porque se repiten complejos y dudas.

En este contexto de cambios e incertidumbres, ¿la poesía sobra o es más necesaria que nunca?

La poesía no sirve para absolutamente nada y eso es lo mejor que tiene. Ninguna compañía de seguros hace pólizas para leer buena poesía. No cotiza en bolsa y ni siquiera tiene buen mercado literario. Es un suburbio, una hermosa forajida. Sirve para que una serie de cómplices jueguen con las palabras como autores o lectores y que los versos pongan algo de música en la vida y puedas leer en lo escrito por otro lo que ni tú mismo has sabido decirte. Hay gente a la que no le gusta la poesía y se avergüenza, cuando no pasa nada. La poesía es para minorías. Es el mayor acto de rebeldía contra el capitalismo.

¿El amor, como el sexo, sólo es sucio si se hace bien?

El amor felizmente, ensucia desde el punto de vista orgánico y, sobre todo, de las emociones. El amor limpio sólo se produce una vez, cuando es un acto de fe desde la inocencia. Luego, llegan los dolores y las cicatrices. Lo importante es que regrese con la mente y el alma manchados de emociones, tras esa negociación con uno mismo que supone obedecer al corazón. Los amores sucios no nacen de lugares idílicos, sino de los cotidianos.

Sus versos se alejan de la idealización y tienden a la melancolía de lo cotidiano, al ajuste de cuentas con el pasado.

Con el pasado nunca se terminan de ajustar las cuentas y no lo quiera Dios. Igual que al amor, a la poesía le viene bien el misterio. Lo oscuro también es amor y muchas veces encierra más amor que la misma transparencia. Quizá por eso me recreo en los recuerdos, en mirarlos en la cara, en sellar la paz con mi propia memoria.

«El amor ensucia las emociones; los amores sucios no nacen de lugares idílicos, sino de los cotidianos»

El poema ‘Días de fútbol’ es un juego entre deporte y poesía ¿Cuánto de juguetón debe haber en la poesía?

Me considero un discípulo poco aventajado de Carlos Edmundo de Ory y para él la poesía es juego porque la vida juego. Si vivir no es jugar, apaga y vámonos. Del mismo modo, un poeta que no juegue, no merece llamarse así. Para la vida y la poesía prefiero a Peter Pan que al señor Scrooge.

En los poemas se adivinan referencias a Galeano, Benedetti, Ángel González, ¿un poeta debe esconder sus referencias o mostrarlas sin pudor?

Éste es el libro más desnudo que he escrito. Sin llegar a ser pornográfico, se puede decir que sería de clase ‘S’, erotismo de alma. Asumo lo que veo, lo que leo, lo que oigo. Me merece tanto respeto, o tan poco, T. S. Eliot como Celaya. Soy muy promiscuo en mis lecturas y en la música que oigo. Me resisto a renunciar a ningún autor que me interese sea de la corriente que sea. Y eso acaba saliendo de manera consciente o sin saber cómo ha sido.

Dice en un poema: «Hay playa de sobra para que el mar no se ahogue». ¿Hay esperanza suficiente para que, en este contexto no nos ahoguemos todos?

Creo que no. La situación extrema a la que se enfrenta el planeta ataca a la forma en cómo hemos vivido en los últimos años. A la crisis sanitaria hay que sumar la migratoria, la climática, la de valores... Me gusta la utopía y creo que en el ser humano, pero no espero un fin ‘Made in Hollywood’. El final va a ser chungo.

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