Carlos Cuarteroni, el monje gaditano libertador de esclavos

Se hizo a la mar con 13 años, fue marino mercante, buscador de perlas, encontró un tesoro, luchó contra los piratas para salvar vidas y fundó misiones

Estatua a Cuarteroni en Labuán (isla del sudeste asiático junto a Borneo). La Voz

Verónica Sánchez

Algunos personajes históricos gaditanos son tan fascinantes como desconocidos. Como máximo exponente de ambos calificativos está Carlos Cuarteroni (Cádiz, 1816 - 1880) , cuya vida bien merecería ser protagonista de una superproducción de la gran pantalla a la altura de ‘La misión’, pero que, lejos de eso, no tiene ni un mínimo recuerdo por parte de la ciudad que le vio nacer.

«Se sabe tan poco de él porque España no le supo dar el valor que tenía ni en vida, ni una vez fallecido. Y además, con la llegada de los ingleses a las islas asiáticas en las que estuvo, ellos se encargaron de borrar todas las huellas españolas que había allí», cuenta a este periódico Jesús Carrillo, un guía turístico gaditano empeñado en dar el sitio que merece a Cuarteroni y que, de hecho, ha realizado una ruta turística por los lugares de la ciudad vinculados a la vida de este explorador que está enterrado en la cripta de la Catedral , «junto a la Virgen del Rosario, lo que da una idea de la importancia de este personaje», afirma Jesús. Allí, en la Catedral, se hizo a Cuarteroni en 2007 el único homenaje reciente que ha tenido en su ciudad. Pero vayamos al principio de la historia.

De cazatesoros a sacerdote

Carlos Cuarteroni nació a principios del siglo XIX en Cádiz, donde su padre, de ascendencia italiana, regentaba un establecimiento de aprovisionamiento de buques. Cuarto de 9 hermanos, en 1829, con apenas 13 años, realizó su primer viaje a Filipinas como agregado de piloto y, tras obtener el título de ‘piloto de todos los mares’, tomó el mando del bergantín ‘Cántabro’ y realizó una serie de viajes desde la isla de Luzón (Filipinas) a distintos puertos de Asia.

Como capitán de la Marina Mercante estuvo mandando barcos de la Carrera de Manila hasta 1842, cuando decidió comprarse una goleta que bautizó con el nombre de ‘Mártires de Tonkín’, con la que se dedicó a la pesca de perlas. Con ella encontró, cerca de la isla de Labuán, en el mar de la China, un buque inglés hundido en el que había un enorme tesoro , ya que estaba lleno de lingotes de plata.

Carlos Cuarteroni. L.V.

Según detalla la Real Academia de la Historia, sus navegaciones y exploraciones bordeando las costas de la isla de Borneo y archipiélagos circundantes, lo pusieron al corriente del sufrimiento de los filipinos esclavizados por los piratas moro-malayos . Un sufrimiento que le hizo cambiar su vida y el objetivo de la misma para siempre: tomó el hábito de los trinitarios y se dedicó a la liberación de cautivos . «Al mando de su goleta, se presentaba en los puertos más peligrosos y, tras pagar sus correspondientes rescates, los devolvía a su lugar de origen, la mayoría de las islas Filipinas», explica la Real Academia.

En 1949 el papa Pío IX le ordenó sacerdote , dentro de la Congregación de Propaganda Fide, a la que presentó un elaborado proyecto para la creación de nuevas misiones católicas en Labuán y el noroeste de Borneo .

Misión contra los esclavistas

Seis años más tarde, ya ordenado prefecto apostólico, encabezó las misiones, creadas a su instancia, con los correspondientes permisos del sultán de Brunei y el gobernador inglés de Labuán. «Si bien al principio las relaciones con dichos dignatarios eran cordiales, posteriormente los recelos creados por el nacimiento de un pueblo al cobijo de la misión (Nuestra Señora de Belén) , dieron lugar a un cambio radical, sobre todo por parte del gobernador de Labuán, receloso de que dicho pueblo supusiera un obstáculo para la creciente expansión inglesa en el noroeste de Borneo», detalla la Real Academia de la Historia.

Mientras, monseñor Cuarteroni pidió auxilio a España para acabar con los abusos por parte de los esclavistas . Y en 1858, con el visto bueno del sultán de Brunei, presentó al gobernador general de Filipinas un proyecto de ‘tratado entre el sultán de Brunei y la reina de España’, referente a la liberación de cautivos filipinos.

Tras una vida dedicada a luchar por los esclavos, volvió a Cádiz sin salud ni fortuna, aquí falleció y está enterrado en la cripta de la Catedral

Su lucha no se detuvo ahí, y siguió peleando para que las autoridades españolas dieran protección a los filipinos esclavizados en la isla de Borneo. No se detuvo ante nada. Recurrió a los gobernadores generales y llegó a las máximas instancias del gobierno de España: la reina Isabel II. Fue su sucesor en el trono, Amadeo de Saboya, quien ordenó que se concediera a Cuarteroni « una subvención, en concepto de limosna , aunque sin reconocer a los filipinos súbditos españoles».

Ya sin salud y sin fortuna, tras una vida dedicada a luchar por los más desfavorecidos sin importarle contra quién se enfrentaba, Carlos Cuarteroni volvió a su ciudad en 1880, donde falleció al poco de llegar.

El reclamo de un justo homenaje

«Hay que seguir dando difusión a esta historia y ojalá que algún día pueda llegar al cine y se llegue a colocar un busto en la ciudad para dar a conocer a locales y turistas la historia de este hombre que nació en Cádiz y que fue tan importante en la historia de España», declara a este periódico el guía turístico Jesús Carrillo. Esa es también la esperanza de los hijos de Alicia Castellanos Escudier , la investigadora ya fallecida que escribió el único libro que existe sobre la vida del fascinante gaditano: ‘Cuarteroni y los piratas malayos (1816-1880)’ .

Portada del libro de Alicia Castellanos sobre Cuarteroni. L.V.

Ellos y Mercedes, descendiente de Cuarteroni, fueron algunos de la veintena de ciudadanos que realizó la ruta turística sobre Cuarteroni que guió Jesús por la capital. «Visitamos el lugar donde su padre tenía el negocio, también donde nació, donde murió, el puerto, la cripta de la Catedral donde está enterrado y la iglesia a la que él trajo de sus expediciones una Virgen como regalo, que hoy en día se encuentra desaparecida», detalla Jesús.

La idea de hacer esta ruta surgió del programa Zona Historia, donde Jesús colabora investigando sobre personajes históricos gaditanos desconocidos. «Tras explicar la vida de Cuarteroni en el programa, hacer una ruta como homenaje a este hombre me pareció una muy buena propuesta», detalla, «le di difusión en mis redes sociales y, para mi sorpresa, se apuntaron unas 20 personas, algo que no suele ser normal cuando se trata de un desconocido», cuenta el guía. La ruta está disponible bajo petición con el objetivo de contribuir a que el legado de Cuarteroni y su fascinante historia no se pierdan para siempre.

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