Pablo D'Ors: «El Evangelio ofrece propuestas de trabajo sobre todos los dilemas del ser humano»

Pero aquel ensayo publicado en 2012, todo un fenómeno editorial , supuso un punto de inflexión para este escritor y sacerdote, al ampliar exponencialmente sus lectores y ser traducido a varios idiomas por una obra en la que reflexionaba sobre la meditación, como acceso a lo espiritual, que llevaba practicando desde hacía años.

Este año ha regresado a las librerías con ‘Biografía de la luz’ (Galaxia Gutenberg), continuación natural de aquel ensayo y más voluminoso, fruto del estudio de los Evangelios en los últimos cuatro años, a partir de los cuales propone una lectura inédita de la vida de Jesús, en una interpretación ni confesional, ni teológica ni histórica, sino, según sus propias palabras «simbólica, sapiencial y mística», capaz de seducir, más allá de los creyentes, a cualquiera que esté interesado en la espiritualidad.

Pablo D’Ors presentó este miércoles en La Rinconada su nuevo libro en un debate con el escritor y colaborador de ABC Fernando Iwasa ki , dentro de la programación de la Estación de las Letras.

Este libro es la continuación de ‘Biografía del silencio’. Imagino que que le sorprendería que un breve ensayo sobre la meditación se convirtiera por el ‘boca oreja’ en un ‘bestseller’.

Me sorprendió mucho. No solo por el éxito comercial, que fue abrumador, porque hablamos de más de doscientos mil ejemplares, un hito en el ensayo español, sino por el éxito existencial, ya que aquellos libros salieron de las bibliotecas y las librerías y llegaron a las mesillas de noche de gente que le ha gustado y le ha cambiado la vida. Es un libro muy modesto, de carácter testimonial, sobre mi experiencia en la meditación, pero hay una gran sed espiritual en nuestro tiempo que no esta cubierta por otras vías y ahí había un intento de respuesta.

¿Por qué cree que hay esa necesidad de espiritualidad en una sociedad tan apegada a lo material, tan escéptica?

Se debe a tres cosas. La primera es que todos buscamos a Dios, aunque no lo llamemos así y lo denominemos plenitud, felicidad... No nos basta con tener las necesidades básicas y corporales cubiertas. En segundo lugar, la Iglesia Católica, que ha tenido la hegemonía de la espiritualidad, ya no es tan hegemónica y hay otros paradigmas más allá del cristiano. Eso tendría que hacer reflexionara la Iglesia sobre su papel, ya que a una abundante mayoría la deja insatisfecha y es un hecho que los templos se van despoblando. Y tercero, la propuesta cristiana, por cuestiones como la catequesis, puede ser compleja, pero sentarse en silencio y en quietud está al alcance de cualquiera. Si vas con una propuesta de simplicidad, como la práctica espiritual de la meditación, eso engancha.

Ustede ha comentado que actualmente no se puede ser religioso, sin ser interreligioso.

Eso significa capacidad de diálogo y de encuentro con los otros, tener un carácter no excluyente sino incluyente e, incluso, leer nuestra propia tradición desde otras tradiciones, dejarse interpelar. La presencia de los otros no puede ser una amenaza, sino un enriquecimiento.

Una ‘Biografía de la luz’ era el paso natural tras el silencio, ¿su interpretación de la vida de Jesús permite enfrentar la noche oscura del alma de la que hablaba San Juan de la Cruz?

Es la reacción natural. El silencio conduce a la iluminación. Cuando vas serenándote y silenciando la mente, no teniendo una vida tan desordenada y caótica, vas viendo con más claridad y hay más luz en tu vida. En ese camino del silencio a la luz hay que atravesar oscuridades y yo he encontrado en el Evangelio un mapa extraordinario. Los textos sagrados lo son porque nos ayudan a releernos y comprendernos de manera más ajustada. Cada época necesita interpretar sus textos sagrados para cada generación y sensibilidad, y esa relectura del Evangelio para nuestro tiempo estaba hecha de manera insuficiente. Esta ‘Biografía de la luz’ quiere ser una modesta aportación en ese sentido. No es una lectura histórico-crítica ni exegético-teológica, sino existencial y sapiencial, de Cristo como arquetipo del yo profundo, de nuestra espiritualidad. Cualquier persona no creyente puede encontrar pistas para su reflexión personal, aunque este libro es un poco incómodo, porque está hecho para cuestionar cosas. Si uno no quiere salir de su círculo de confort no va a continuar su lectura.

¿Podría abundar en esa visión existencial y meditativa del Evangelio?

Lo que cuenta no son tanto los sucesos del día a día sino más bien los acontecimientos que suceden en tu interior. La lectura existencial significa que en el Evangelio se pueden encontrar no soluciones sino propuestas de trabajo para todos los dilemas que el ser humano puede encontrar en la vida, como el miedo, la traición, la enfermedad... Nos toca atravesar situaciones en las que no sabemos qué hacer y el Evangelio da pistas sobre lo que se puede hacer. La meditativa hace referencia a que este libro está orientado a todos los buscadores espirituales y meditadores de manera especial. Podemos acercarnos a lo que cuenta el Evangelio de manera alegórica. Por ejemplo, la parábola de el hijo pródigo cuenta la historia de un chico que pide la herencia a su padre y la malgasta, por lo que se siente vacío y regresa a casa. Nosotros podemos preguntarnos, al igual que el hijo pródigo ante el plato de arrobas, qué estamos haciendo aquí, qué hago en este matrimonio o en este trabajo. Así que emprendemos el camino de vuelta a lo esencial, al origen, a la casa del padre.Ese padre puede ser nuestro yo profundo que está esperando a que nuestro yo superficial busque lo que tiene dentro y vuelva en busca de ese abrazo, de esa reconciliación. Eso es lo que podemos meditar para buscar ese abrazo y reconciliación.

Usted se ha dedicado en los últimos años al ensayo, pero se sigue considerando un narrador, ¿tiene previsto volver a la novela?

Quiero volver a la ficción. La gente me ha llevado al ensayo, pero tengo más alma de poeta que de pensador y cuando escribo ficción tengo una alegría que no tengo cuando escribo ensayo. A pesar de ello, mis ensayos son bastante narrativos. En la ficción tenemos que contar ideas indirectamente, no de forma tan directa como en el ensayo. Jesús es un artista más que un pensador y a mí lo que me gustaría es que mis libros se parecieran al Evangelio, donde se cuentan historias y hay una enseñanza enorme, pero no contada de manera directa.