SALUD
«Hay niñas de 9 años que ya están haciendo dieta y que se convertirán en anoréxicas»
Beatriz Esteban, una universitaria de 19 años que está saliendo de la enfermedad, plasma su experiencia y la de otras enfermas en un libro

Beatriz Esteban (Valencia, 1997) estudia Psicología en la Universidad de Valencia y goza de buena salud, pero desde los 15 años estuvo de hospital en hospital, de tratamiento en tratamiento, por una enfermedad mental, la anorexia nerviosa , que produce una serie de transtornos alimentarios que conducen irremediablemente a la desnutrición y, en casos extremos, a la muerte por inanición.
Beatriz tardó tres años en hacer las paces con la chica que la miraba al otro lado del espejo y en la que a menudo no se reconocía, pero ha conocido a muchas adolescentes con su mismo problema que aún no lo lo han logrado. Su experiencia y la de sus compañeras la ha plasmado en «Seré frágil» (Planeta), una novela de ficción protagonizada por una adolescente anoréxica que está inspirada en hechos reales.
-Dices en el prólogo del libro que no recuerdas «el primer día que quisiste arrancarte la piel y dejar de ser quien eras».
-Sí, porque desde que soy muy pequeña no he estado cómoda en mi cuerpo ni conmigo misma. Nunca he sabido quererme y no me tenía aprecio. Cuando me hice adolescente y llegó la enfermedad, acabé odiándome.
-¿Cuántas veces te has dicho a ti misma «quiero ser delgada»?
-Normalmente pensamos que adelgazando vamos a ser más felices y querernos más, lo cual no es cierto.
-¿Ponías en el fondo de la pantalla de tu móvil «No comas» por si se te olvidaba?
-Esos detalles no son importantes pero hay mucha gente que lo hace. Es duro y cruel pero es así. Estás enferma.
-¿Desde cuándo la báscula y tú habéis sido compañeros inseparables?
-Desde los 15 años. Pero ya me he olvidado por fin de la báscula.
-¿Cuánto pesabas cuando decidiste que tenías que comer menos?
-No lo recuerdo pero los números solían marcarme, como a todas las anoréxicas. Fuera lo que fuera, nunca era suficiente
-¿Con cada kilo que perdías se iba también una parte de ti, de la persona que eras?
-Creo que sí. No cambia sólo tu físico sino la manera de verte a ti misma y de relacionarte con tus amigos y con tus seres queridos. Te autoengañas a ti misma y engañas a los demás
-La protagonista de tu novela llega a pesar 45 kilos y aún se veía gorda.
-Es la percepción que uno tiene cuando sufre esta enfermedad. Da igual lo que peses, nunca es suficiente. La propia desnutrición hace que se altere tu percepción de las cosas y de tu aspecto físico.
-¿Cómo se empieza uno a saltarse comidas?
-Normalmente el desencadenante es una dieta. Vivimos en una sociedad donde esto de tener que adelgazar está normalizado y donde niños cada vez más jóvenes inician dietas. La primera dieta suele ser inocente, quitándose un poco de esto y de aquello y poco a poco se van obsesionando más.
-¿Desde qué edad?
Yo conocí a una niña de 9 años que ya estaba haciendo dieta pero me han hablado de casos de niñas aún más pequeñas. Tú ahora vas a una clase de primero de ESO y muchas niñas están ya preocupadas por su peso.
-¿Y niños?
-Cada vez más, pero les da miedo o vergüenza reconocerlo. La anorexia masculina aún no tiene visibilidad.
-¿Para una anoréxica es mejor estar muerta que sentirse gorda, aunque apenas pese 45 kilos?
-Sí, eso dicen muchas anoréxicas y ese pensamiento es típico de la enfermedad. Yo no lo he pensado pero se lo escuchado decir a algunas personas que conozco.
-¿Y alguna de esas personas ha llegado a grabarse alguna vez con su propia sangre la palabra «gorda» en un muslo o en alguna otra parte de su cuerpo?
-Sí, lo han hecho, aunque eso es algo muy extremo. Los sentimientos de culpa y de odio a sí mismos suelen desembocar en autolesiones. Y le sucede a mucha más gente de la que pensamos.
-¿Hay anoréxicas que se golpean el estómago con la esperanza de que eso les haga adelgazar?
-Parece increíble pero es así. Obviamente no vas a adelgazar así, es una locura, pero se trata de una enfermedad muy obsesiva.
-¿Te medías las muñecas cuando tenías la enfermedad?
-No, pero eso lo hacen muchas anoréxicas. En las redes sociales salen muchas noticias con esa obsesión porque se vean los huesos, por tener las muñecas más pequeñas o tener los muslos más pequeños.
-¿Qué es lo que más odia una anoréxica aparte de la comida y las calorías?
A una misma, aunque en realidad a las anoréxicas les gusta la comida como a todo el mundo, pero no la toman porque eso hace que se odien más.
-¿Es frustrante intentar vomitar veinte galletas y no conseguirlo?
-En general es muy frustrante.
-¿Sentías que siempre te faltaba hacer una sentadilla o una flexión más para poder acerte al canon de belleza femenina que se marca en los medios y las redes sociales?
-Eso es fruto de la autoexigencia de las anoréxicas. Las imágenes de modelos tan delgadas sólo la cumple el 1 por ciento de la población. No responde a la normalidad. Ese cuerpo lo puede tener poca gente pero menos aún si perder su salud física o mental
-¿La perfección es saludable?
-Nunca vas a poder ser perfecto. Si lo buscas, acabarás haciéndote daño. Es imposible.
-¿Cuándo dejó de importarte lo que la gente pensaba de tu aspecto físico?
-No lo recuerdo, pero con meses y años de tratamiento aprendí a quererme.
-A menudo los padres se sienten culpables de lo que les pasa a sus hijas.
-La anorexia es una enfermedad mental y hay muchas causas, como en cualquier otra. La culpa no suele ser de los padres, desde luego nunca lo es sólo de ellos
-¿Has conocido a chicos con anorexia?
-Sí, cada vez más, pero tienen miedo o vergüenza de reconocerlo.
-¿Y has visto a alguna anoréxica a las puertas de la muerte?
-Todas las anoréxicas están cerca de la muerte porque estando tan desnutrida puedes sufrir un infarto o cualquier enfermedad.
-Dices que «a veces la vida se basa en aprender a no buscarle el por qué a todo»...
-Pensaba en que cuando ocurren cosas malas, te haces muchas preguntas y sueles culpabilizarte. Creo que es mejor no preguntarte por qué ha pasado algo: es mejor mirar hacia adelante.
-Tu libro acaba con un mordisco a una tostada de mermelada. Un gran final…
-Es una metáfora de la superación de la enfermedad. Al principio de la novela la protagonista se la tomaba sin ningún problema. Para las anoréxicas poder darle un mordisco a una tostada es ganar una batalla. Es un gran paso.