NARRATIVA
«"Mala letra" hace referencia a escribir sin normas, sin seguir modas»
La escritora residente en Sevilla publica una colección de cuentos que la consolidan como una de las voces más singulares de la narrativa española actual
Entre las nuevas voces de la narrativa española despunta Sara Mesa , escritora nacida en Madrid pero que lleva la mayor parte de su vida en Sevilla. Aunque en su caso, aplicarle el calificativo de emergente quizás no haga justicia a una producción literaria que comenzó a ver la luz en 2007 y en la que se entrelazan novela, relato y poesía . Pero fue su desembarco en Anagrama, con «Cuatro por cuatro» (2013) y, sobre todo, «Cicatriz» (2015), una de las mejores novelas españolas del pasado año, cuando su nombre se ha convertido en una sólida realidad para crítica y lectores. Ahora, regresa al relato, con «Mala letra» (Anagrama).
¿Qué le atrae del relato y qué le permite expresar frente a la novela?
No hay diferencias sustanciales, desde el punto de vista literario, salvo la extensión. Mis novelas no son muy largas, y en ellas también tienen importancia la creación de atmósferas y las elipsis, que son rasgos que suelen asociarse a los cuentos, pero que no deben ser exclusivos de ellos. Para mí es lo mismo, aunque probablemente a mí la novela me cuesta más trabajo porque hay que mantener durante más páginas la tensión narrativa.
Presenta once relatos donde la culpa parece ser el hilo conductor.
La culpa es uno de los temas centrales, sí, pero el hilo conductor es más bien la escritura tal como yo la entiendo: como acto de libertad, como intuición, como reconstrucción de la memoria y como manera de estar en el mundo. De un modo más o menos implícito, ese, el de la escritura, es el hilo que va cosiendo todos los cuentos. Por eso el título del libro no hace referencia a ninguno en concreto, sino que pretende ser más englobador.
¿Es usted una escritora de interiores?
Sin duda. Me cuesta mucho trabajo escribir sobre escenarios amplios, sobre acontecimientos históricos de gran calado o manifestaciones sociales de envergadura. Mi lugar es más pequeño, es el núcleo, por ejemplo, de la familia, de un pequeño trabajo, de un grupo de amigos, de la pareja. También pienso que estos pequeños núcleos reflejan, a pequeña escala, parecidos fenómenos que esos grandes movimientos. Pasa, por ejemplo, con las relaciones de poder.
¿Qué significa para usted «Mala letra» hasta el punto de ponerlo como título de esta colección de relatos?
Una concepción de la escritura en la que no se excluye cierta rebeldía o indocilidad: la posibilidad, personalísima, de escribir esquivando la corrección, sea esta la corrección formal y también la temática. Escribir sin normas, sin seguir modas, sin seguir patrones.
Algunos de los relatos están protagonizados por niños, ¿qué le interesa de la infancia y la adolescencia?
Me interesa especialmente el contraste con los adultos, sí. La niñez y la adolescencia son épocas fundamentales en la vida, de formación de la personalidad y toma de decisiones que marcarán la vida posterior, en las que todo se siente amplificado... es una época, al mismo tiempo, despreciada por los adultos, que la simplifican y empobrecen, tanto cuando se producen esquemas autoritarios como paternalistas y protectores.
«Mustélidos» presenta entre líneas un ideario estético y un cierto posicionamiento como autora. ¿Hay un cierto componente autobiográfico?
-La autobiografía está en ciertas reflexiones, en cierto aire común entre ese personaje y lo que yo misma pienso del hecho de escribir. Es un cuento que plantea la inmensa vulnerabilidad que a veces supone publicar. Es, por un lado, una suerte (mucha gente que escribe ansía ser publicada) pero, por otro, una forma de exposición a la mirada de los otros, no exenta de equívocos, que a veces es difícil de llevar.
Afirma que escribe porque tiene la certeza de que «estoy buscando». ¿La literatura es para usted una búsqueda, una exploración de sentido y estilo que surge del proceso de escritura?
Sí, yo lo veo así. Es la diferencia que existe entre escribir y redactar. Si previamente a escribir ya tuviera no sólo la forma de la historia, sino también su significado, lo que estaría haciendo simplemente es redactar, cosa que me parece lo más aburrido del mundo. Mientras que escribir es un proceso mucho más rico y complejo, aunque también más inseguro, porque nunca sabes bien dónde te lleva.
¿Le interesan las ciudades de la periferia como escenario narrativo?
Me interesan porque las conozco mejor, pero también porque creo que en ellas radica una fuerza narrativa distinta, muchas veces más potente y compleja, y a menudo obviada por cierto tipo de literatura comercial. Pero entiendo sobre todo a la periferia como un concepto transversal, no sólo geográfico, sino también cultural, social, económico. Ahora bien, también me disgusta que la periferia se convierta en una moda narrativa... el tufillo impostado se percibe enseguida.
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