Novedad editorial

Juan Carlos León: «Con la guitarra sí puedo decir de quién bebo, pero en lo literario me parece casi herético»

El periodista musical acaba de publicar su primera novela, 'Nada nos puede ir mal' (West Indies), que presentará este viernes en La Carbonería

Juan Carlos León acaba de debutar con su primera novela Ágata Sandecor

Andrés González-Barba

Juan Carlos León (Jerez de la Frontera, 1970) es periodista musical y de viajes, y ha colaborado en medios como Mondo Sonoro, Bad Music, Freek Magazine. Actualmente escribe en Ruta 66 y Jot Down magazine. También ha formado parte de grupos como Los Calambres , The Refoundations , Soul Mama , Maleso o The Smoggers . Tras publicar los ensayos musicales '¿Quién cantará en tu entierro?' (2018, Jot Down Books) y 'Mujeres con nombre de canción' (2019, West Indies), acaba de debutar con su primera novela, 'Nada nos puede ir mal' (West Indies). Este viernes a las 19.30 horas presentará el libro en La Carbonería junto a David Linde . Habrá música de Maleso y Aída Vílchez.

Después de dedicarte varios años a libros con temática musical, ¿por qué has dado el saldo ahora a la novela?

Aunque suene fácil, digamos que me lo pedía el cuerpo. Aunque ya tenía alguna idea para dar forma a otro ensayo musical, no me apetecía embarcarme de nuevo en el terreno de la documentación, organización y esquematización de contenidos musicales, aunque es algo que me apasiona y no me cuesta. Prefería, al menos intentar moverme en un género como la novela, en este caso de ficción. De hecho, antes de escribir artículos, reseñas y ensayos musicales ya había probado con la escritura de relatos cortos e incluso alguna que otra novela que quedó abortada en mi disco duro; pero esta vez he ido a por todas y se ha materializado en papel y bajo editorial.

En esta novela tienen mucha importancia tus experiencias y vivencias. De hecho, retratas la playa de Zahora, que conoces muy bien, ¿no es así?

Sí, desde hace varios años suelo veranear allí, entre dos fuegos como son El Palmar y Los Caños, y lo vi como escenario ideal para lo que yo pretendía para la protagonista, Marisa. Es una zona donde también veranea y acude gente del famoseo, pero que casi pasan desapercibidos o integrados como uno más, quizá por la idiosincrasia del lugar. Quería alejarla de la civilización, del bullicio, de la locura, y la llevé a un retiro anárquico junto al mar, junto al faro de Trafalgar, conviviendo con el levante.

La historia trata sobre vidas entrecruzadas que se desmoronan. ¿Qué era lo que más te interesaba de la psicología de tus personajes?

Por un lado quería reflejar lo efímero y poco consistente que puede ser lo que denominamos éxito, en las carnes de Romina. También lo crudo y desolador que puede llegar a ser la vejez y la lidia con los demonios a esa edad. En el primer caso se pone de manifiesto lo frágiles que podemos llegar a ser, lo poco que llegamos a conocernos a nosotros mismos, cuando nos esforzamos por conocer a los que nos rodean, y las sorpresas que puede provocarnos este hecho, en este caso sorpresas dramáticas. Fuera de esa dupla Romina/Marisa, el resto de personajes también se mueven entre claroscuros, como puede ser el caso del leal Elio, huyendo hacia delante, o del personaje que detona la vida de Marisa, su vecino Óscar.

También aparece siempre aunque a través de flashbacks un personaje esencial, Romina. ¿Podría asemejarse en ese sentido a ‘Rebeca’, de Daphne de Maurier, pues todo el mundo habla del personaje de Rebeca y se nos retrata de una forma indirecta?

Realmente no pensé en la historia de Du Maurier a la hora de orquestar la trama, ni tampoco hay un Manderley en ella. En el caso de 'Rebeca' se utiliza su fantasma para comparar y atormentar a la protagonista, y en 'Nada nos puede ir mal' ese tormento sobre Marisa se produce de un modo tangencial, pero lo suficiente como para que su vida dé un vuelco. La misión que Óscar se autoimpone no es otra que averiguar qué extraño vínculo existe entre la cantante y actriz Romina, fallecida a finales de los setenta, y su vecina.

Lo musical vuelve a estar muy presente en esta novela.

Sí, la cabra tira al monte, parece. Mi pretensión cuando la comencé era desligarme del plano musical, tras mis dos ensayos anteriores, pero, claro, si ya modelo una protagonista (Romina) como cantante salta a la fama en 1971 con su primer elepé y llega al numero 1 de Los Cuarenta con 'Nada nos puede ir mal'… digamos que me lo he puesto botando a mí mismo. La música está presente a lo largo de toda la novela, no sólo en los flashbacks de los años setenta, donde se narra el auge y caída de Romina, sino en la narración de la época actual, entre Marisa, Elio, Óscar y Sophie. Pero no ha sido nada forzado, ha surgido todo de modo natural y creo que encaja y da aire al hilo narrativo. De hecho te dejo la playlist que he montado con todas las canciones que aparecen en la novela. Hay para todos/as. Este es el enlace en Spotify.

Cubierta de la novela ABC

¿Cuáles han sido tus principales influencias en el terreno literario?

Pues mira, a la hora de tocar la guitarra sí te puedo decir de quién bebo, en quién me fijo o a quién me gustaría parecerme tocando, aunque sea inalcanzable, pero en este terreno tan nuevo para mí, me parece casi herético. Sí te puedo decir un libro que me ha marcado mientras la escribía (y son palabras mayores), una obra maestra como es 'Suave es la noche'. Pero claro, en este terreno Scott Fitzgerald es como Jeff Beck en lo guitarrístico. Pero, como autores que me gustan, si vale, pues sí, aparte del mencionado, Jack London, Mark Twain, Ambrose Bierce, Nick Hornby, Jim Thompson… Todos de Champions.

Tengo entendido que también ha sido fundamental el hecho de que hayas dado algún curso de narrativa, ¿no es así?

Sí, fue la espoleta que necesitaba para convencerme y para afrontar este salto. El curso acabó antes de que yo terminase la novela, digamos que cubrió la parte de los años setenta, la vida de Romina, pero ya me dejó con las bases aprendidas y la disciplina adquirida como para continuarla y ponerle fin.

Después de publicar ‘Quién cantará en tu entierro’ y ‘Mujeres con nombre de canción’, ¿vas a seguir indagando en el terreno del ensayo musical’

Sí, porque, como comenté al principio, es algo que me apasiona –la arqueología musical–, no me cuesta trabajo y con lo que no paro de aprender. Es como el profesor que aprende preparándose las clases que debe impartir a sus alumnos. Tengo una idea ya empezada que puede llegar a convertirse en la próxima publicación, pero he de volver sobre ella y centrarme, una vez que aleje el foco de la novela.

En cuanto a las novelas, ¿vas a seguir publicando nuevas historias?

Bueno, en vista de que se ha agotado la primera tirada de 'Nada nos puede ir mal', igual me atrevo a mover algo que estoy escribiendo ahora, eso sí, cuando lo finalice y vea que ha quedado una historia digna y bonita, como ha ocurrido con la que nos trae aquí.

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