José Calvo Poyato: «Necesitamos hacer accesible la historia en España al gran público»

El escritor e historiador cordobés presenta en el Aula de Cultura de ABC de Sevilla su ensayo sobre la polémica que rodeó el hallazgo de las cuevas de Altamira

José Calvo Poyato ABC

JESÚS MORILLO

El gran público conoce bien a José Calvo Poyato (Cabra, 1951) por su exitosa trayectoria como autor de novela histórica. Pero sus intereses literarios no se detienen ahí, ya que en paralelo no ha dejado de cultivar el ensayo histórico. Su último libro se incluye precisamente en este género para presentar uno de los grandes descubrimientos científicos y artísticos realizados en España.

Sanz de Sautuola tuvo que vivir una suerte de calvario como consecuencia de uno de los mayores hallazgos de la Prehistoria

Calvo Poyato

En «Altamira. Historia de una polémica» (Stella Maris) el escritor cordobés se interna en el descubrimiento de estas cuevas prehistóricas en Cantabria y la polémica que generó en la comunidad científica del momento, que motivó que su descubridor y su mayor divulgador, Marcelino Sanz de Sautuola y Juan Vilanova y Piera, murieran acusados de falsarios y sin conocer el reconocimiento por su hallar la llamada «Capilla Sixtina del arte rupestre». Calvo Poyato lo presenta en la Fundación Cajasol este martes, dentro del Aula de Cultura de ABC de Sevilla, que patrocinan la Real Maestranza de Caballería y mencionada fundación.

-Qué le atrae del ensayo, un género que no ha dejado de cultivar.

-Tendría que decir que, al final, soy un historiador que escribe novelas y se divierte mucho con ello, pero no olvido nunca el papel del historiador y la necesidad que tenemos en España de hacer asequible la historia al gran público, porque los historiadores hemos escrito mucho en clave profesional y es importante hacerle llegar a la gente que esté interesada el conocimiento del pasado. Los ensayos divulgativos pueden tener esa función.

-Cierto, lo malo que en España no hay tradición del ensayo divulgativo.

-Los británicos son unos magníficos divulgadores en ese sentido, pero en España ha habido un cierto temor a que divulgar la historia fuera sinónimo de pérdida de calidad y de conocimiento académico, que debe ser muy elevado. Esto ha producido una distancia entre los historiadores y la demanda social. La divulgación no es lo mismo que vulgarizar.

-¿Por qué decidió escribir sobre Altamira y su descubridor?

-Me viene interesando últimamente el deseo de recuperar personalidades de nuestro pasado que han tenido escaso reconocimiento. Los españoles incidimos más en los momentos más penosos de nuestro pasado que en recordar que hubo otros episodios y personalidades que brillaron de manera extraordinaria. Pienso en personalidades como Blas de Lezo, que venció a los británicos en Cartagena de Indias, o en Bernardo de Gálvez, que contribuyó a la independencia de los Estados Unidos. Sanz de Sautuola tuvo que vivir una suerte de calvario como consecuencia de uno de los mayores hallazgos de la Prehistoria, al que se acusó de haber falsificado las pinturas para presentarlas como la obra del hombre primitivo.

-Usted relata cómo lo criticaron desde posturas antagónicas tanto los creacionistas como los darwinistas.

-El descubrimiento intensificó un debate que generó una polémica extraordinaria, entre las posturas de los creacionistas, muchos de ellos aferrados al relato bíblico y a lo que suponían que era la antigüedad según este texto, y los darwinistas, que daban al hombre una antigüedad mucho mayor.

-¿La gran tragedia de Sanz de Sautuola fue morir sin alcanzar el reconocimiento por su descubrimiento?

-La suya y la de Vilanova y Piera, que era catedrático de Paleontología en la Universidad Central de Madrid. Era el historiador más importante del último tercio del XIX en España y tenía prestigio internacional. Se jugó su crédito intelectual defendiendo en los foros internacionales el valor de las pinturas que la elite de la Historia pensaba que eran una falsificación. Ambos mueren sin el reconocimiento. En el caso de Sanz de Sautuola, cuando muere, en su necrológica, donde se señalan los elementos que podían dar más lustre a su vida, no se mencionan las pinturas de Altamira. Ambos murieron sin haber alcanzado el reconocimiento.

-Ha pasado más de un siglo de Altamira y la ciencia sigue sin tener reconocimiento en España, con científicos marchándose al extranjero.

-Creo que no debemos guiarnos por situaciones coyunturales, como la marcha de muchísimos jóvenes de España, que se ha producido por una crisis de proporciones extraordinarias y que hace diez años no se marchaba. Lo que está ocurriendo es, por otra parte, extremadamente grave, pues se invierte una gran cantidad de dinero en esos jóvenes para que el rendimiento que deberían aportar a la sociedad terminen dándolo fuera. Y también es cierto que los hombres de ciencia no tienen en España la consideración de la que disfrutan en otros países, y ahí incluyo también a los de Humanidades. Esto se viene arrastrando desde hace mucho tiempo.

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