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La influencia de la pintura, vital para la prosa de «Platero y yo»

El influjo de la luz y del color pictóricos le servirá para renovar la prosa española

Juan Ramón Jiménez, junto a autores de su generación en un homenaje a Ortega y Gasset ABC

Jesús Morillo

Uno de los aspectos más singulares de un libro tan atípico dentro de la obra de Juan Ramón Jiménez, como son los «Poemas impersonales» , es lo que la especialista Soledad González Ródenas identifica como «el vínculo directo con la pintura» de muchos de sus poemas, especialmente con autores prerafaelitas, como D ante Gabriel Rossetti , Edward Burne-Jones o Frederic Leighton .

«Es quizás el más pictórico de su obra, con títulos que están muy relacionados con la pintura. Para él escribir era como pintar», señala la sobrina nieta del poeta, Carmen Hernández-Pinzón . «Hay mucha influencia y mucho contacto con la pintura, sobre todo, la que le gustaba. Hay que recordar que él comenzó como pintor, una faceta que fue abandonando en favor de la poesía. Así se va convirtiendo en un poeta de la luz y del color, con la influencia de los prerrafaelitas», añade la investigadora Soledad González Ródenas, responsable de la edición de los «Poemas impersonales» para la colección Vandalia .

Esta cualidad pictórica de los poemas podrá rastrearse después, continúa esta investigadora en la prosa del libro más popular del escritor andaluz: «Platero y yo» (1917) . «Podemos comparar algunos de estos poemas con la prosa de 'Platero y yo', que es también de esta época. Una prosa muy distinta y muy visual que rompe con la prosa de la España negra que se escribe en la Generación del 90», explica.

Carmen Hernández-Pinzón destaca también que dentro de los «Poemas impersonales» se localiza «El mundo de los nombres» uno de los poemas clave en la obra de Juan Ramón Jiménez , por cuanto no solo avanza la inmediata «poesía desnuda» que escribirá hasta la Guerra Civil, aquel «¡Inteligencia, dame/el nombre exacto de las cosas». sino la tercera etapa que inaugura en el exilio, más transparente y panteísta.

González Ródenas considera a este poema, con un primer verso que dice «creemos los nombres», «un auténtico manifiesto que plantea la esencia misma del poeta como ente creador, uno de los temas cruciales desarrollados en su obra última» . De hecho, Juan Ramón Jiménez recogerá «El mundo de los nombres» en su «Segunda antolojía» , su más difundida colección de poemas, sabedor del momento fundacional que marcan estos versos en su obra.

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