Ensayo

Ignacio Sánchez Mejías: el matador que enfocó la visión de Lorca sobre los toros y el flamenco

El filólogo José Javier León muestra a partir de una conferencia del diestro sevillano su influencia en el tramo final de la obra del poeta granadino

Ignacio Sánchez Mejías en una imagen tomada en Estados Unidos Archivo de José Manuel Presa

Jesús Morillo

La obra de Federico García Lorca , especialmente la escrita en el último tramo de su corta carrera literaria, no puede entenderse sin el influjo del diestro sevillano Ignacio Sánchez Mejías , posiblemente, el torero más singular de todos los tiempos, gracias a una biografía en la que se dan cita escapadas a México como polizón, enrolarse en la cuadrilla de Joselito «El Gallo» , la escritura de obras de teatro, hacerse piloto de aviación, practicar el boxeo y el fútbol, aficionarse al flamenco y ser el anfitrión de la Generación del 27 .

Esa «radical influencia» del matador sobre el poeta granadino muerto en los primeros días de la Guerra Civil no se circunscribe al «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» , uno de los grandes poemas de la literatura española, sino que su ascendencia es fundamental para su «despertar taúrico» y la visión del flamenco que sintetiza en su conferencia «Juego y teoría del duende» .

Esta es la tesis principal que anima el libro «La sangre derramada. Ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca» (Athenaica), que acaba de publicar el doctor en Literatura Española y profesor en la Universidad de Granada José Javier León .

Muchas de las ideas del torero sobre los toros y el flamenco las retomará Lorca en su obra literaria

De hecho, con este volumen, este especialista completa una trilogía «no buscada» alrededor de Lorca y el duende, que completan los volúmenes «El duende hallazgo y cliché» y la primera edición crítica de «Juego y teoría del duende» .

El ensayo incluye también la edición crítica de «El pase de la muerte », una reveladora conferencia para entender la relación creativa entre ambos y que el diestro pronunció en 1930 en la Universidad de Columbia , en Nueva York , presentado por Lorca y acompañado de su amante , «La Argentinita» . De hecho, muchas de las conceptos que animan la conferencia de Sánchez Mejías los recogerá Lorca en sus escritos taurinos y sobre el duende, pero también tendrán una capital influencia en su obra.

Revolución de su poesía

«El año neoyorquino de Lorca es de los más productivos y proteicos de su vida creativa, que surge en unas circunstancias de excepción, porque está allí entre otras razones por una crisis sentimental. Aquel año supone una revolución para su poesía , con ‘Poeta en Nueva York’ , y para su teatro, con ‘Así que pasen cinco años’ y ‘El público’ . Además, es un año seminal para los proyectos dancísticos y de cante que desarrolla junto al dúo que conforman La Argentinita y Sánchez Mejías. Y clave para la conferencia del duende, con el flamenco y la tauromaquia».

León mantiene que los elementos taurinos no comienzan a tomar peso en la obra de Lorca precisamente hasta aquel año, 1930, cuando se había cimentado su relación con el torero.

Como señala en el prólogo del volumen el poeta Carlos Marzal, el granadino «no fue el más taurino de la Generación del 27», pues les superaban en afición Rafael Alberti , José Bergamín , Fernando Villalón o Gerardo Diego . Sin embargo, «fue el mejor espectador» de todos ellos y el que «acaba por escribir las mejores páginas del tema».

De izquierda a derecha, Antonio Marichalar, José Bergamín, Pedro Salinas, Corpus Barga, Ignacio Sánchez Mejías, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Dámaso Alonso y Jorge Guillén

Porque la Generación del 27, señala este especialista, fue la primera realmente taurina. «No nos podemos olvidar que los dos grandes popes del momento, que son José Ortega y Gasset y José María de Cossío , y ya habían dicho que se podía escribir de toros sin sentir culpa. Todo el grupo del 27 estaba bajo esa influencia y encontraron en Sánchez Mejías una figura próxima a ellos».

En ese sentido, León explica, como ha hablado muchas veces con Paloma Recasens (nieta del diestro) que hoy se ve al torero como rodeado de esas «lubreras», cuando en realidad eran «sus coetáneos y amigos , sobre los que el diestro ejercía una gran fascinación ».

En la conferencia «El pase de la muerte», pergueñada en pocos días en Nueva York, con referencias a Unamuno y Santa Teresa , y en la que recupera ideas vertidas meses atrás en la prensa en defensa de los toros , están muchas de las ideas que Lorca retomará en su producción.

Así, de Sánchez Mejías pasarán a Lorca la idea del toro como un animal salvaje , similar al león o la pantera, que no sirve para trabajar porque se alimenta de «la hierba mágica de las marismas Guadalquivir , río de Fernando de Herrera y Góngora », como escribe el segundo en su conferencia del duende.

Esa imbricación cultural del toreo también se encuentra en «El pase de la muerte», en afirmaciones como el toreo «lo entienden mejor que nadie lo poetas», entre los que cita también a Góngora « los Machado y, sobre todo, la joven literatura » del 27.

Además, es coincidente una visión de la Fiesta como un rito milenario , artístico y relacionado con la muerte. «España, Roma y Grecia, cuando van a la plaza, al circo, al Olimpo, enseñan en la puerta el certificado de educación artística», afirma Sánchez Mejías y añade que « la gloria es una necesidad en nuestra raza».

Sánchez Mejías conduciendo su coche con un garrochista tras un toro Archivo-Museo Ignacio Sánchez Mejías Manzanares

Por su parte, el poeta habla de la lídia en términos como «ofrenda oscura a la Venus tartesa del Rocío », que no debe confundirse, en los toreros, con el ansia de riqueza y «posición social», sino con «una fuerza seria » que arrastra al español «al juego con el toro».

Ese rito y ese carácter del español que Sánchez Mejías defiende en su conferencia pasará a la propia concepción del duende, de García Lorca, en ambos casos como lucha con fuerzas oscuras para producir un milagro creativo , un «entusiasmo casi religioso», en palabras de Lorca, quien mantenía que el cantaor cantaba «en los momentos dramáticos, y nunca jamás para divertirse, como en las grandes faenas de toros », «para traer a lo cotidiano una atmósfera estética suprema».

«La verdadera lucha no es con la musa ni con el ángel, luminosos y aéreos, periclitados ya, es con el duende , dice García Lorca; con quien el diestro lidia de verdad no es con el toro, sino con su dueño, el demonio , había proclamado Sánchez Mejías», apunta León.

Porque «en términos de ascendencia y autoridad, Ignacio Sánchez Mejías es para Lorca, en el complejo campo de la tauromaquia, lo que Manuel de Falla había sido respecto a la música», concluye el autor.

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