Gabriela Ybarra: «Una de mis obsesiones ha sido que el libro no sonara a telediario»
El ritual del duelo es el eje sobre el que gira «El comensal», su opera prima, que ha presentado en la Feria del Libro de Sevilla
![La escritora Gabriela Ybarra](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2016/05/02/s/gabriela-ybarra-novela--620x349.jpg)
«El comensal» (editorial Caballo de Troya) es el libro con el que Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983) debutaba en septiembre de 2015 en el ámbito literario. Y lo hizo por una necesidad vital tres años después de la muerte de su madre a causa de un cáncer. Pero este es sólo unos de los motivos que afloran en su novela, basada en hechos reales pero con espacio para la ficción, un recurso que también le ha ayudado a reconstruir sentimientos relacionados con el asesinato de su abuelo Javier Ybarra en 1977 a manos de ETA.
—¿Quién es el comensal que da título a su libro?
—Es una metáfora de la muerte en lo cotidiano, de esos momentos donde se hacen más patentes las ausencias, como cuando te sientas a la mesa y esas personas que te acompañaban ya no están.
—¿Ha sido entonces la escritura de su novela un ejercicio de catarsis?
—Más que una catarsis me ha resultado útil porque me ha ayudado a darle un sentido a la historia de mi familia y a la muerte de mi madre. Ha sido un proceso de tres años, con parones, interrupciones… su escritura no ha sido, en general, muy placentera.
—¿Le ha servido para cerrar heridas?
—Sí, me ha ayudado a encontrar un sentido a lo vivido, que no es poco, y eso proporciona cierta paz.
—¿A qué tipo de lector va dirigida su historia?
—A todo aquel que pueda interesarle el tema de la muerte y la familia. Para mí ha sido muy gratificante saber que muchos lectores se han sentido identificados con lo que cuento porque han proyectado sus historias personales. Puede decirse que es una novela sobre el ritual del duelo, pues los rituales son muy importantes para asumir las pérdidas.
—¿Qué papel tiene el tema político en su narración?
—Desde el principio, mi intención ha sido que la novela tuviera la menor vertiente política posible. Pero, al final, la muerte de mi abuelo no fue un hecho que pertenezca sólo a mi familia sino a todo un país. De ahí que una de mis obsesiones haya sido que el libro sonara lo menos posible a telediario, para poner el foco, fundamentalmente, sobre el plano personal.
—No queremos revelar el desenlace, pero ¿tiene final feliz?
—Desprende esperanza y, en esa medida, puede tener un final feliz porque no es un libro dramático.