CUARENTENA LITERARIA

Futuros distópicos y post-apocalípticos

Última entrega de las recomendaciones literarias de Fernando Iwasaki para aprovechar leyendo el confinamiento

Fotograma de la película Farenheit 451, basada en la novela de Ray Bradbury ABC

Fernando Iwasaki

Como sabemos muy bien los lectores de El otoño de la Edad Media (1919) de Johan Huizinga y El miedo en Occidente (1978) de Jean Delumeau, la inminencia del año mil arrasó de temores apocalípticos a la sociedad medieval. Sin embargo, mil y pico de años más tarde, el fin del mundo y especialmente las tribulaciones de la sobrecogida humanidad superviviente forman parte del entretenimiento contemporáneo, pues abundan las novelas, cómics, películas y series cuyo éxito reside en una trama distópica que transcurre en un futuro post-apocalíptico.

El género como tal nació con ambición reflexiva, pues la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa inspiraron a Aldous Huxley Un mundo feliz (1932) y las bombas atómicas y la Guerra Fría fueron la epifanía de 1984 (1949) de George Orwell. Acaso Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury y La naranja mecánica (1962) de Anthony Burgess fueron las últimas ficciones distópicas concebidas para hacernos pensar, pues hasta sus películas se convirtieron en café de cine club y jamás en gaseosa de multicines. Desde entonces las ficciones distópicas forman parte del imaginario espectacular orientado al entretenimiento de masas.

Los cómics Márvel nos han ofrecido varias sagas distópicas como el mundo post-apocalíptico del «Maestro» en Hulk o la humanidad agonizante en ruinas de «Old Man Logan» en Lobezno, por no hablar de la realidad alternativa del Trunks del futuro en Dragon Ball Zeta o la de Black Gokú y Samazu en Dragon Ball Super. No obstante, donde las distopías han triunfado de manera rotunda ha sido en el cine, ya que las sagas de El planeta de los simios (1968-1973), Mad Max (1979-2015), Terminator (1984-2019), Blade Runner (1982-2017), Waterworld (1995), The Matrix (1999-2003), El día después de mañana (2004) o Avatar (2009) transcurren en realidades futuras donde los humanos han perdido la hegemonía después de diversas catástrofes. ¿Y existen escenarios distópicos provocados por alguna virus o enfermedad letal?

En Soy leyenda (1954) de Richard Matheson una extraña bacteria transforma a los humanos en vampiros, aunque en la versión cinematográfica de Will Smith eran unos mutantes más bien simiescos (2007). En La carretera (2006) de Cormac McCarthy una enfermedad enloquece a los hombres hasta volverlos caníbales y en la nueva saga de El planeta de los simios (2001-2017) un virus diezma a la raza humana; pero la idea de una plaga que convierte a la humanidad en zombis la encontramos en la saga de Resident Evil (1996-2016), en World War Zeta (2013) y sobre todo en la serie The Walking Dead , que desde 2010 lleva más de diez temporadas.

Como se puede apreciar, los futuros distópicos y post-apocalípticos ya no asustan a nadie y más bien forman parte de nuestro entretenimiento, porque de otra forma no se entendería la existencia de un juego de mesa llamado «Pandemia» (2007), donde los jugadores deben impedir que una plaga acabe con la humanidad y para eso asumen roles como médicos, militares, constructores y empresarios. ¿Y por qué no hay roles de presidentes o ministros en el juego? Porque se trata de impedir el contagio y no de fortalecerlo.

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