Literatura
Felipe Benítez Reyes: «Si la literatura fuera un mero juego no le hubiese dedicado casi toda mi vida»
«Por regiones fingidas» muestra la maestría para el relato del escritor de Rota, en una colección en la que se dan cita la metaliteratura y el humor
El relato es un género que ha acompañado durante toda su obra a Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960), uno de los escritores esenciales de la actual literatura andaluza , con una obra que se extiende de la poesía a la novela y que atraviesa en estos momentos un especial estado de gracia.
Buen ejemplo de ello son los dos últimos libros que ha dado a la imprenta, su diccionario de autor «El intruso honorífico» (2019), último premio Manuel Alvar, y el volumen de relatos «Por regiones fingidas» , que acaba de publicar en Renacimiento .
Ambos comparten ser el resultado de un proceso de dos décadas de sedimentación y depuración, pero también un impulso metaliterario , de hibridación genérica, humorismo y maestría en las formas más condensadas de la literatura. Todo ello da cuerpo a un volumen de cuentos donde hay parodias del relato victoriano y árabe, chispazos de ingenio en forma de microrrelatos y juegos de espejos entre literatura y collage .
«Por regiones fingidas» parece consolidar una tendencia en su obra reciente hacia el relato, ¿por qué esta vuelta al género breve?
Más que una vuelta se trata de una constante en mis proyectos. Escribo relatos desde mis inicios. Es un género que me gusta mucho como lector y que me supone un reto peculiar como escritor. Tiene una metodología muy específica, muy diferente a la de la novela.
¿Cree que por la capacidad narrativa y la condensación que requiere, el relato sublima de alguna manera dos de las dimensiones de su obra, la de narrador y la de poeta?
Sí, es posible que haya un punto de intersección entre el relato y la poesía, por eso que usted señala. Al igual que un poema, a un relato le conviene ser un mecanismo retórico perfecto. El problema es que no resulta fácil conseguir esa perfección, claro está.
«Escribo relatos desde mis inicios. Es un género que me gusta mucho y que me supone un reto peculiar como escritor»
Las entradas de «El intruso honorífico» comparten tono, sobre todo, con los microrrelatos de este volumen, ¿le atraen más en este momento como narrador estas formas más condensadas y más híbridas?
Tanto «Por regiones fingidas» como «El intruso honorífico» son libros compuestos a lo largo de unos veinte años. Libros de acarreo, digamos, no proyectos resueltos con inmediatez. Tal vez no podría ser de otra manera, no sé. En esto de la escritura hay inversiones a muy largo plazo. Libros que casi diría que van escribiéndose por sí solos, sin que uno se dé cuenta del todo.
Si hubiera que buscar elementos comunes en los cuentos, ¿esos serían lo metaliterario, la intención paródica, la irrupción de lo inesperado en la realidad y el humor?
Supongo que un poco de todo, sí. El propósito general era el de hacer literatura a partir de la literatura misma, ya fuese desde la recreación de fórmulas narrativas, desde la parodia o desde la distorsión de procedimientos clásicos.
«El propósito general de este libro era el de hacer literatura a partir de la literatura misma»
La parodia y la ironía están muy presentes, sobre todo, en la primera sección, ¿la literatura es para usted en gran medida juego?
No. Si fuese un mero juego no le hubiese dedicado casi toda mi vida. Con la literatura no se juega, aunque es importante que un libro proporcione a quien lo lee la sensación de que el autor está jugando con él, en el sentido de que está ofreciéndole un mundo de ilusionismo que está obligado a parecer más real que la realidad misma y más verosímil que ella.
En la sección «Formulaciones tautológicas» escribe relatos a partir de collages realizados por usted mismo, ¿qué le aporta este procedimiento?
Hago collage porque no sé dibujar ni pintar, que es lo que me gustaría. Lo intenté, pero mi hermano pequeño se dedicó a pintar desde niño y lo hacía infinitamente mejor que yo, de modo que la perspectiva de ser el peor pintor de la familia no era para entusiasmarse. Los que van en este libro son previos a los textos que los glosan.
¿Sus próximos pasos continuarán por la senda del relato o ya trabaja en nuevas entregas de poesía o novela?
Siempre ando en varias cosas a la vez. Tengo un libro de poemas casi terminado y estoy procurando terminar una novela corta que empecé hace casi 20 años y que es una de esas cosas que se te atraviesan y no sabes cómo resolver. Y menos mal que es corta. Aun así, es el libro que más quebraderos de cabeza me ha dado. Lo más probable es que al final no salga nada que merezca la pena. A ver. Ojalá haya suerte, pero eso nunca se sabe.
«El efecto sobre el sector del libro de esta crisis será desastroso. Vendrán tiempos muy desalentadores para casi todo el mundo»
El confinamiento a causa del coronavirus ha afectado a la promoción de su libro, además de obligar a posponer ferias como la de Madrid o la de Sevilla. ¿Qué impacto cree que tendrá sobre el sector?
El efecto será desastroso, porque incide sobre unos gremios muy fragilizados. El de los escritores, el de los libreros, el de los distribuidores y el de los pequeños y medianos editores. Estábamos recuperándonos aún de la crisis de 2008. Esta no estoy seguro de que podamos superarla profesionalmente. Vendrán tiempos muy desalentadores para casi todo el mundo.
Algunas editoriales han puesto gratis parte de su catálogo en internet, ¿es usted partidario de esta medida?
Me temo que es una medida insensata y un tanto suicida. Quien hace eso es que se lo puede permitir, a veces con fines publicitarios ocultos. La idea de que los creadores pueden vivir del aire es como poco pintoresca.
¿Cómo afecta este confinamiento a su día a día como escritor?
La verdad es que no mucho, ya que, en situaciones normales, vivo confinado en casa y apenas salgo. Pero basta con que sepas que no puedes salir a la calle para que te entren ganas de calle. La mente funciona así, con esa atracción por lo prohibido. Desde el Génesis con aquello de la manzana.
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