Poesía

Baltasar del Alcázar: el poeta hedonista y burlón del Siglo de Oro sevillano

Renacimiento publica una antología de un autor que dedicó sus mejores versos a las mujeres y la buena mesa

Estampa de Baltasar del Alcázar que realizó su amigo Francisco Pacheco ABC

Jesús Morillo

Miguel de Cervantes y Baltasar Gracián celebraron su ingenio. Luis de Góngora , Lope de Vega y Francisco de Quevedo llevarían después al extremo sus piruetas verbales y conceptuales, la versificación impecable, la parodia y la desmitificación de los temas clásicos.

El nombre de Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530-Ronda, 1606), puede que sea para el lector actual menos conocido que el de otros de sus contemporáneos del Siglo de Oro , pero su poesía se puede seguir leyendo hoy con divertido interés, especialmente, la humorística, de contenido burlón y hedonista , que encuentra sus mejores versos cuando combina sus dos pasiones : las mujeres y la buena mesa .

La biografía de Baltasar del Alcázar es conocida, sobre todo, por la semblanza que le dedicó su amigo el pintor Francisco Pacheco en su «Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones».

Nació en Sevilla en el seno de una familia de hidalgos de ascendencia conversa , lo que no le impidió recibir una formación humanística y ocupar diversos cargos al servicio de los duques de Alcalá de los Gazules en el municipio sevillano de los Molares, lo que le dio la estabilidad económica que le permitió desarrollar el grueso de su producción poética.

En su poesía dedica a la mujer dedica versos que la muestran lasciva e interesada , como por ejemplo, «cruel arpía en amoroso traje», «siendo el mentir tu natural lenguaje» o «dejadla vivir a sus anchos y no dudo/que os veréis pronto cornudo».

Mientras que solo tiene palabras de júbilo para las delicias gastronómicas. «Bebiendo estoy sin tasa ni medida un cuatroañejo fino de Cazalla », proclama en uno de sus sonetos, para remarcar en unas redondillas: «Rebana pan, bueno está. La ensaladilla es del cielo».

Una afición a la buena mesa que, como señala la entrada del poeta en la Real Academia de Historia , da lugar a una «visión gastronómica de la mujer como manjar supremo entre todos los existentes». Extremo que queda condensado en el que es su más famoso poema y que da título a la antología que acaba de publicar Renacimiento en su colección de antologías de «rayas». «Tres cosas me tiene preso/de amores el corazón:/ la dulce Inés y el jamón/y berenjenas con queso».

«Si Baltasar del Alcázar merece un sillón alto de terciopelo rojo y dos cojines en la historia de la literatura española , ha de serlo necesariamente por la brillantez de su musa burlesca », señala el doctor en Filología y profesor de la Universidad Internacional Isabel I, Arturo Echavarren , responsable de la edición de «Inés, jamón y berenjenas con queso» .

Banquete y macebía

«Todo es celebración del vino y el banquete , apoteosis de los goces carnales y la mancebía , elogio de lo feo, triunfo de la sensualidad, restitución hedonista» del aquí y ahora, añade el especialista.

Porque esa serie de piezas que combinan mujeres y gastronomía, «obscenas» y llenas de «dobles sentidos» —con comparaciones como la de su amante Beatriz con la «carne de perdiz»— muestran, señala la biografía de la Real Academia de la Historia, «la visión más desvergonzada y vitalista de Baltasar del Alcázar y quizás una de las más frescas y desenfadadas del Siglo de Oro».

Esta poesía humorística encontró una de sus más acabadas expresiones en los epigramas del autor latino Marcial, del que este autor fue pionero en su introducción en España, hasta el punto de ser conocido como el «Marcial sevillano» y alcanzar la «cumbre del género epigramático español» en palabras de Echavarren. Humor y rigor en la versificación que le granjearon el favor del gran público de su época, teniendo sus obras gran difusión en cartapacios de poesías varias los siglos XVI y XVII.

Su influencia se dejará notar en autores posteriores, algunos de la importancia de Francisco de Quevedo, que nació medio siglo más tarde de quien este filólogo señala que «conoció muy bien» a este «Falstaff del Guadalquivir» y que en ocasiones «reproduce expresiones alcazarianas de manera casi literal».

De este, añade el especialista, el autor de «El Buscón» recogerá la «pirueta verbal», el «juego lingüístico originalísimo» y, sobre todo, «la parodia », recurso que emplea de manera sistemática y que será también recogerá «Luis de Góngora».

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