Novedad editorial
Antonio Garrido: «El Londres de los bajos fondos demuestra que la ciudad era capaz de lo mejor y de lo peor»
Antonio Garrido presenta su nueva novela, «El jardín de los enigmas»
Antonio Garrido (Linares, 1963) regresa con una nueva novela, «El jardín de los enigmas» (Espasa), donde hace una recreación magistral del Londres victoriano a partir de una trama llena de misterio que mantendrá al lector en vilo hasta la última página.
Comenta este escritor que la idea del libro surgió a partir de un viaje a Estambul donde visitó el palacio de Topkapi. «Allí me hablaron —dice— de las odaliscas negras, las esclavas del sultán que usaron el sistema de los ramos de flores para poderse comunicar con sus amantes . Según la disposición de estos ramos, podían burlar a los eunucos. Si las cogían las mataban, por eso tenían que usar ese sistema de mensajes secretos». Se da la circunstancia de que dichos mensajes fueron descifrados por un francés que trabajaba para el rey Carlos II , en el siglo XVII. «Era un lenguaje que usaban los amantes para escapar al control férreo de la moral victoriana. Se trataba de un juego de carácter lujurioso para dar rienda suelta a las pasiones», añade.
En esta narración Garrido se introduce en el Londres de 1850, justo un poco antes de que se celebrara la Exposición Universal de 1851 . «En esa época la reina Victoria sufrió cinco intentos de asesinato y se temió que el sexto fuera durante la exposición. El gobierno británico quería expropiar la Compañía de las Indias Orientales . Es un Londres suntuoso y misterioso», asegura.
Sin embargo, el autor de «El lector de cadáveres» advierte que la gran capital del imperio británico era también una urbe muy peligrosa. «Algunos de los caballeros que paseaban por las calles a las cinco de la tarde, cuando anochecía, se colocaban en el cuello un protector para evitar ser cogidos por un lazo. Con el protector evitaban que los mataran con esos lazos metálicos . Los asesinos usaban estos artilugios para atrapar a sus víctimas, las inmovilizaban y luego las podían colgar y les robaban».
En la novela destacan personajes como Rick Hunter , un cazarrecompensas. Miembro de la Bow Street Runner —el primer cuerpo policial de Londres que fue creado por el escritor Henry Fielding —, este se verá envuelto en una trama de corrupción dentro de la todopoderosa Compañía de Indias Orientales, la corporación más importante de aquella época. «Lo más paradójico es que un novelista como Fielding contratara a delincuentes de pésima reputación que fueron los primeros policías de la ciudad. Hunter es uno de ellos y se mueve por el deseo de venganza. Su vida es un infierno, por eso debe acabar con unos criminales».
Otro de los personajes más destacados de la novela es Daphne Loveray , que se inspira en A da Lovelace , hija de Lord Byron . Esta última desarrolló un sistema criptográfico que se adelantó a lo que siglos después plantearían los ordenadores. «Ada heredó de su madre el carácter científico y de su padre, el libertino».
El lector que se zambulla en las páginas de esta novela descubrirá también que Londres es un protagonista más . «Ese Londres de los bajos fondos demuestra que la ciudad era capaz de lo mejor y de lo peor. En 1833 salió una ley que prohíbe trabajar a los niños menores de 9 años . Los mayores de esa edad trabajaban más de 16 horas al día. Era una ciudad bulliciosa donde había comerciantes que iban con puestos de libros», dice Garrido, quien además añade que durante la Exposición Universal más de seis millones de personas visitaron el Crystal Palace, «desde reyes a obreros y criminales», aclara. «Mi novela tiene un lenguaje cinematográfico y rápido que muestra un Londres tenebroso y fastuoso» .
Fascinación por lo británico
Este thriller no hubiera sido posible sin el gran amor que el linarense le profesa a grandes escritores ingleses que le apasionaron en su juventud. «Cuando era pequeño me influyeron las aventuras de Los Cinco, de Enid Blyton , así como Charles Dickens , Daniel Defoe y Arthur Conan Doyle . Los británicos son maestros en contar historias y en atrapar al lector», concluye.
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