LITERATURA
Si Sherlock y Conan Doyle hubieran perseguido a Jack el destripador
La escritora gaditana Carmen Moreno mezcla bibliofilia, historia e imaginación en una sorprendente revisión coral del mayor mito del crimen
Tuvo, tiene, todos los elementos para captar la curiosidad y acaparar el morbo. Fue el primero para la memoria colectiva. El patrón, el modelo y, para mayor atracción, nunca se aclaró su identidad. Nunca se le atrapó, se le nombró ni se le describió de veras. Su alias sí es identificable en más de medio mundo durante más de un siglo. Ni siquiera hay que añadir el mote: Jack .
Fue en 1888, en un Londres sórdido y salvaje, depravado por la explotación de la tardía Revolución Industrial . Un psicópata con amplios conocimientos en Medicina (o Veterinaria, o carnicería), mutilaba y despiezaba los cuerpos de prostitutas desamparadas en uno de los peores suburbios de la metrópoli, en Whitechapel. Ni siquiera está claro cuantas víctimas se le atribuyen ¿cuatro? ¿cinco? ¿ocho? ¿dejaron de contar para no alarmar? Sólo se sabe que la prensa londinense creó el mito y recibió las cartas del presunto autor que firmaba, para siempre, como «the ripper», «el destripador».
Un siglo después, en la hemeroteca de ‘The Times’ que conservaba la casa palacio de los Mora (con fachadas a la calle Ancha y a Cánovas del Castillo) era posible seguir el sanguinario culebrón periodístico. Esa finca señorial conservaba ejemplares reales de los días de los asesinatos (o su descubrimiento) y de los que llevaban la reproducción de las desafiantes cartas manuscritas del depravado.
Los niños de la época, ahora cuarentones, se peleaban por ver los periódicos originales, enormes, amarilleados y polvorientos per magnéticos. El mito es universal. Lo fue desde su nacimiento. Ese rastro de papel demuestra que su fascinación es igual en Cádiz que en Managua, en Roma como en Helsinki. La escritora y editora Carmen Moreno (Cádiz, 1974) ha sucumbido a la tentación y vuelve al nebuloso, maloliente, East End londinense de finales del siglo XIX. Ese del que nunca nos fuimos. Tan victoriano y borracho. Ya que nunca se supo quién era el satanás con cuchillos y bisturí. Lo han hecho autores de todas las épocas. Se ha escrito que era un emigrante desequilibrado, un destacado súbdito de la Casa Real, incluso uno de sus miembros, un médico... Qué impide poner tras la pista de Jack El Destripador al inspector Abberline , a sir Arthur Conan Doyle (¿por qué nunca escribió una sola línea sobre el mayor criminal de su época?), Andrew Lang, Sherlock Holmes y al doctor Watson.
Los sospechosos se cuentan por decenas: Maybrick, Ostrog, Pedachenko, William Gull, Francis Tumblety, el príncipe de Gales, Walter Sickert... Pero ni un detenido, ni un indicio real ¿Y si fue una mujer? ¿tan violenta?
El escenario del crimen, abierto a todos. La gaditana Carmen Moreno incorpora al detective más célebre de todos los tiempos y hasta a la Hermandad de los Fenian en una búsqueda sin cerrar siglo y cuarto después. Con esos irresistibles elementos históricos y literarios juega la autora gaditana. Combina con maestría los vínculos, reales en muchos casos, de los escritores que manejaron con más talento el misterio, el crimen y la muerte. Pone a trabajar a detectives imaginarios y se cruzan los nombres de escritores mundanos (hasta Lewis Carroll ) en unos asesinatos reales, los asesinatos por definición, los que cometió el más cruel de los misóginos de la historia occidental reciente.
La combinación es negra y deliciosa, tan inquietante como adictiva.
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