ENTREVISTA

José Landi: «Cádiz es un monumento a la actitud del 'y para qué'»

El periodista gaditano vuelve al Cádiz de los 80 sin apearse de la actualidad con su primer libro de relatos, ‘Ya vendrán tiempos peores’

El libro, editado por Cazador de ratas, se presenta este jueves en el Café Teatro Pay Pay

El periodista y escritor gaditano José Landi Francis JIménez

ROCÍO VÁZQUEZ

En ‘Ya vendrán tiempos peores’ han colaborado tantas personas que nos quedamos sin entradilla. Es un libro editado por Cazador de ratas, que dirige la también escritora Carmen Moreno ; el diseño ha correspondido a Paco Mármol , y las fotos que lo ilustran son de Gloria Valbuena . ¿El autor? Pepe Landi, un periodista que traza en esta veintena de relatos una crónica social de los años 80 con toques de ironía, crítica, humor y cierta nostalgia. El jefe de área de LA VOZ presenta su primera obra este jueves en el Pay-Pay.

-‘Ya vendrán tiempos peores’. Explique el significado de este título y el motivo por el que lo ha elegido para su primer libro.

-Tendría que conocer el significado para explicarlo. Es una frase que usa mucho un amigo, Ignacio Valdés, nunca he sabido si es un lema optimista o triste, si es carpe diem o rendición. Me gusta por eso.

-¿Cómo surgió la idea de compilar sus ‘crónicas’, apuntes, en un libro?

-Tendrá que preguntarle al que la tuvo, a un enorme periodista, excompañero y amigo: Dani Pérez. Leyó un texto publicado en un blog que yo tenía y dice que le emocionó, tuvo cierta resonancia aquel texto, eran recuerdos personales de mis carnavales de juventud, de entre los 15 y 30 años, de los 80 y los 90. Me propuso hacer varios similares, en tono, extensión y ubicación, sobre otros aspectos de aquel Cádiz. Al final, algunos han salido así pero otros van por otro lado.

-Finalmente la ventana digital no es suficiente… ¿La publicación de esta obra constata la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor?

-Nada es suficiente mucho tiempo. Y los tiempos vienen a ser bastante más similares de lo que queremos creer. Mientras sea tiempo y podamos pronunciar la palabra, no es tan malo. Ni muy bueno.

-Escribe para...

-Para engañarme, para compensar, para los amigos, para dejar de oír voces un rato. Para escuchar solo una.

-La respuesta anterior implica de alguna forma al lector. ¿Aspira a que este libro traspase ‘Cádiz de la frontera’ y sea al menos entendible para cualquiera, independiente de su ubicación geográfica?

-Sería un logro. Ya me gustaría que conmoviera a lectores de mi ciudad y de mi quinta, más o menos los que tienen entre 40 y 50, pero si los textos son capaces de hacer recordar su juventud, con melancolía crítica, a otro tipo de lector, a gente que tenga otra edad, que haya crecido en otro sitio, tendrían para mí una virtud mayúscula, sería la mayor fuerza que podrían alcanzar.

-¿Ha llegado a la conclusión de que ‘antropológicamente’ todo ser humano pasa por lo mismo independiente del lugar y de la época?

-Antropológicamente no tengo idea. Imagino que intuitivamente. Sí, creo que a todos nos pasan cosas parecidas en cualquier época y cualquier lugar del mundo, desde Atapuerca y Altamira hasta Steve Jobs. Las canciones de desamor llevan funcionando 25 siglos en todo el planeta. Es una prueba entre mil. Cambian algunos detalles de atrezzo sin relevancia.

-¿Cómo era el Cádiz de los 80?

-El de los mayores, lo serio, aún estaba en blanco y negro, era más duro y cruel que el de ahora. El de los adolescentes y jóvenes empezó a llenarse de repente de colores, de playa, tablas de surf, ropa de marca, ciclomotores, cardados, música y risa.

-Por tonalidad, ¿era más oscuro o radiante que el actual?

-Creo que aquel tenía muy pocos colores pero muy brillantes. Empezaban a salir. Ahora hay más colores pero están gastados, mate. Ya sabe usted que la humedad, el mar y el viento salado lo carcomen todo.

«En la década de los 80 había pocos colores, pero brillantes. Ahora hay más, pero están gastados, mate»

-En sus relatos cabalga entre el pasado y el presente, en la mismísima actualidad. ¿Con quién es el ajuste de cuentas?

-Con los mayores, el ajuste de cuentas es agradecimiento. Nos malcriaron a base de toneladas de felicidad y no cabe reprochárselo. Con mi quinta sí creo que hay más que hablar. Nos dedicamos 15 años a gozar y lo dejamos todo pendiente, nos borramos, no fiscalizamos a los mayores, se estaba bien a su sombra. No nos metimos en nada. Ahora nos encontramos con que una generación nueva tiene el doble de tarea y de cabreo, tiene el que le corresponde y el nuestro, que lo dejamos sin abrir. Además, creo que los de mi edad somos muy malos padres, en general..

-Por tono, sus relatos, apuntes, crónicas, vivencias... son: críticos, ácidos, complacientes, catárticos. O cualquier otra forma con la que quiera definirlos .

-Apipirigañados, achatados por los polos, tipo cáscara amarga.

-Menudo repaso a la profesión periodística. Si como dice en uno de sus textos todo lo mueve el dinero, ¿qué hacemos los pobres?

-O resignarnos o agarrar un palo. Son las dos que hemos tenido siempre, creo. La primera, resignarnos, que es como morirse a plazos, gana por aplastante mayoría. Siempre ha ganado y siempre ganará. La resignación y la decadencia tienen un suave dulzor agradable, una pereza calentita, eso de «como nada tiene remedio, para qué». En Cádiz lo sabemos bien, la ciudad es un monumento a esa actitud.

-¿No hay motivos para creer en la redención de la profesión a la que se ha dedicado durante 25 años…?

-Yo no los encuentro. De la mística y la leyenda periodística que a tantos periodistas tanto gusta glosar, de la religión pagana de la verdad, del contrapeso del poder político, he visto poquísimo, nada. He visto un oficio arrastrado por las mismas miserias que todos los que no están santificados. De la distancia entre el discurso y el ejemplo sale el escándalo. El periodismo que he conocido me resulta tan lejano del cándido ideal ético que me parece escandaloso. No se debió poner tan alto el pedestal. La gente le da la espalda cada vez más, aunque el público es tan responsable como los profesionales. Las nuevas herramientas no cambian nada. Al contrario, fomentan lacras que han existido siempre: frivolidad, morbo, amarillismo, sectarismo, prisas, anonimato...

'Ya vendrán tiempos peores' se presenta este jueves 25 de febrero en el Café Teatro Pay Pay. Además de su autor, estarán presentes el prologuista del libro, Manuel Fossati, y Susana Suárez. El acto dará comienzo a las 19.30 horas .

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