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La librería Reguera acaba una etapa de cincuenta años por la jubilación de su dueño
Julio Reguera ha anunciado que a partir del 27 de febrero Botica de Lectores se hará cargo del local
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En el año 1973 abrió sus puertas la librería Reguera, un espacio que se ha hecho vital en la ciudad y, sobre todo, en su barrio de Santa Catalina. Durante estas cinco décadas, miles de personas han entrado en este local de la calle Almirante Apodaca en busca del mejor libro posible. Ahora, el dueño de esta librería, Julio Reguera, ha anunciado que se jubilará el próximo 27 de febrero, por lo que terminará una brillante etapa de cincuenta años. Pero este lugar no permanecerá cerrado por mucho tiempo, ya que Botica de Lectores abrirá antes de Semana Santa sus puertas en este establecimiento tras una necesaria reforma.
Dice a ABC Julio Reguera que «vivo estos últimos momentos con un sabor agridulce. Por una parte estamos contentos por la respuesta tan bonita de muchos clientes que te tratan con gran empatía. Nos desean que disfrutemos la nueva etapa. Se da también la circunstancia de que mis hijos no han seguido este oficio de libreros como otra nueva generación. Pero también estamos un poco tristes porque llevo haciendo esto durante cincuenta años y ha sido mi vida. En general nos quedamos con lo positivo y valorando la reacción de los clientes». Por eso, y en homenaje a sus clientes más fieles, este librero dice que «hemos sacado muchos restos de ediciones de libros descatalogados. Estamos haciendo un poco de fiesta con respecto a los clientes, ya que hemos sacado unos libros a unos precios de saldo. Es un detalle con nuestro clientes. También tenemos ganas de que pasen rápido estos días porque no es fácil y hay situaciones de tristeza».
Durante estas cinco décadas han desfilado muchas personas trabajando por la librería, «algunas de forma coyuntural y otras que han estado más tiempo. De todos nos acordamos. Yolanda González es la persona que más tiempo ha estado conmigo, aproximadamente unos treinta años. También han participado Manuela Oliva, Carmen Algaba y Carlos Madineabeitia. Son los empleados que han desfilado por la librería. Mi hermano Guillermo nos he echado una mano al igual que mi mujer.
En cuanto al inminente relevo, aclara Reguera que «teníamos un acuerdo pactado con Botica de Lectores. El local es mío y hemos hecho un contrato de alquiler con ellos. Queríamos que cuando cerráramos la librería continuara como tal. Hemos dado la oportunidad a otra librería después de cincuenta años. Yo tenía muy claro que este local debía seguir siendo una librería. La gente de Botica es muy seria y están haciendo un gran trabajo dentro del sector. Habrá modificaciones inevitables, pero ellos intentarán que la transición sea lo más amable posible y que la actual librería se parezca a la nueva que ellos abrirán». Asimismo, este librero dice que «ellos necesitarán unos quince o veinte días para arreglar cosas, hacer algunas reformas, llenar los estantes de libros cuando yo retire los míos, etc. Pero antes de Semana Santa abrirán seguro».
Comenta Julio Reguera que «al principio recuerdo un sector del libro como muy primario. Las personas que estábamos en este sector nos conocíamos. No había ordenadores, ni tantas posibilidades de información, bases de datos, stock, información de novedades, ni páginas webs. Todo era más artesanal y personal y nos conocíamos todos: los libreros, distribuidores, escritores, etc. Eso era muy amable, pero la sociedad y los gustos han ido cambiando. Esos cambios los hemos ido integrando poco a poco y nos hemos adaptados a los nuevos tiempos. También hemos sido capaces de sobrevivir a unos vaticinios bastantes catastrofistas cuando se hablaba de que el libro de papel desaparecerían con los ebooks. Hubo una incertidumbre que nos asustó».
Respecto a la pandemia, Reguera recuerda que «tuvimos un momento de incertidumbre y preocupación. Cerramos y no sabíamos cómo reaccionarían los clientes, si la gente consumiaría menos libros, etc. Pero reabrimos y la respuesta de los clientes fue extraordinaria. Hubo una total empatía hacia el negocio de barrio. La gente compró el libro de manera extraordinaria y recuperó el hábito de lectura. Ese tiempo de reclusión en sus casas hizo que la gente comprara libros por internet. Muchos lectores que habían estado con plataformas digitales, que habían vuelto a ir a los cines, etc. tuvieron un reencuentro amable con la lectura. De 2020 a 2022 hemos tenido años muy buenos de ventas en la mayoría de las librerías. Dejo una librería muy consolidada con una clientela muy fidelizada. También con un sentido de pertenencia a nuestro barrio de Santa Catalina», concluye.