Xita Rubert: «Cada vez me interesan menos los debates estéticos y académicos»
La autora, hija de la escritora Luisa Castro y el filósofo Xavier Rubert de Ventós, debuta en la novela con 'Mis días con los Kopp'
Xita Rubert (Barcelona, 1996) prácticamente no recuerda un momento en el que no estuviera escribiendo. Escribía cuando, siendo un cría, vivía en Galicia y creaba obras de teatro para que sus amigas «bailaran», y escribe ahora que, con apenas 25 años, acaba de estrenarse en la novela mientras ultima un doctorado en Literatura Comparada e imparte clases en la Universidad de Princeton sobre las relaciones entre filosofía, literatura y medicina. Sus horas, parece ser, duran más; minutos extra que ya había exprimido en cuentos, relatos y otros textos inéditos.
Porque en realidad, apunta, 'Mis días con los Kopp' (Anagrama) no es su primera novela, sino la primera que se ha atrevido a compartir. «Aún no tenía la madurez necesaria», dice cuando se refiere a esos otros manuscritos que han quedado varados en algún cajón y que difícilmente verán la luz. De aquellos ensayos primerizos, sin embargo, surge ahora un estreno sobre la salida al mundo y la pérdida de la inocencia, sobre crecer como «adentrarse en una ficción sin retorno», según sus editores, en el que todo gira alrededor de Virginia, su padre y un viaje para encontrarse con unos amigos ingleses. Sí, los Kopp del título. «Todo nace de un conglomerado de experiencias, viajes y sueños que cristalizan de manera inconsciente en una historia», explica la autora.
Hija de la poeta y escritora Luisa Castro y del filósofo Xavier Rubert de Ventos, Rubert sabe que sus apellidos redoblarán el escrutinio, por lo que no tarda en restarle importancia al posible influjo genealógico. «No es una novela que haya nacido muy ligada a ese contexto. Ahora son mis padres quienes se nutren de mí », desliza medio en broma medio en serio. Sí que le debe resultar familiar, sin embargo, cierto ambiente social, cierta intelectualidad de clase alta, que desfila por las páginas de 'Mis días con los Kopp'. «Me interesa el contraste tan terrible que se en estos ambientes entre da entre lo superficial y diplomático, entre la imagen y las reducciones, y lo que en realidad hay detrás», explica.
La novela, sacudida por la aparición de un personaje obsesionado con las esculturas efímeras y de estabilidad mental más que cuestionable, nació originalmente como relato corto; como una historia breve que, sin embargo, empezó a reclamar más espacio y atención cuando surgieron «cuestiones más hondas». «No tenía ningunas ganas de hablar del tema del padre o de la enfermedad, pero acababan saliendo de una u otra manera», ilustra. A su faceta académica, centrada en la investigación de aspectos como la impersonalización en la literatura o los trastornos mentales, atribuye Rubert que su brújula acabe siempre desviándose hacia cuestiones morales. «Cada vez me interesan menos los debates estéticos y académicos, aunque lo que investigo y lo que escribo tiene un nexo en las cuestiones morales: la novela está plagada de situaciones en las que uno se pregunta cómo deberían actuar los personajes, y es el lector quien debe decidir qué haría él en esa situación«, explica.
Quizá por eso no extraña que dos de los autores que cita a la hora de buscar referentes sean Thomas Mann y Alice Munro. «No tengo ningún autor fetiche, así que todos son fetiche. Ahora mismo estoy leyendo los cuentos de Thomas Mann y, bueno, se te quitan las ganas de escribir nada más... De Alice Munro también he aprendido la libertad de la historia», zanja.