Inéditos, cartas, borradores: el eclipse del Archivo Aleixandre, el más importante de la Generación del 27

Esa misma tarde, Carlos Bousoño , que por supuesto estaba allí, y que cargó en sus hombros el ataúd, se acerca con su esposa, Ruth Crespo , a Velintonia, la casa de Aleixandre. «Después del entierro acudimos a acompañar a su hermana un rato y nos dijo que procediéramos a retirar todo lo de su hermano. Cogimos el resto de los manuscritos y las cartas y cuando entré al despacho a retirar la biblioteca, Conchita sintió algo de congoja y me dijo: «Ruth, prefiero, si no te importa, que esperes a que yo me muera para llevarte la biblioteca de mi hermano, pues si veo su despacho vacío voy a sentir su pérdida aún más de lo que la siento»», contó el matrimonio en un artículo que firmaron conjuntamente y que se publicó en 'La Nueva España' en 2007.

Tardó poco en fallecer Conchita Aleixandre (ante el cadáver de su hermano dijo: «Espérame en el cielo»). Ocurrió en el invierno de 1986, y fue entonces cuando los Bousoño volvieron a Velintonia para recoger los libros, muchos de ellos aún con las huellas de las botas de quienes los pisotearon durante la Guerra Civil (la vivienda, cerca del frente de la Ciudad Universitaria, quedó en estado ruinoso y fue saqueada). Según el relato de Ruth Crespo, la prima de Conchita, Conchita Aleixandre López-Puigcerver , le dijo que tenían que empezar a retirar «todo lo que quedaba de Vicente» justo la tarde en que habían despedido a su hermana... «Y así lo hice, con el consentimiento expreso y ante la presencia de Conchita, Marita y Agustín María Aleixandre López-Puigcerver. Durante tres días, y mientras los primos de Vicente ponían orden en los objetos valiosos de sus familiares, retiré lo que quedaba del archivo aleixandrino. Y, efectivamente, Velintonia 3 se cerró una vez muerta la hermana del poeta en el otoño de 1986».

De esta manera acabó una historia, la de los habitantes de Velintonia, y empezó otra: la del denominado Archivo de Aleixandre , tal vez el más valioso fondo documental de la Generación del 27, un legado único y no muy conocido. Hablamos de unas mil cartas en las que figuran prácticamente todos los autores importantes que escribieron en España (o en español) en el siglo XX, y que juntas echan por tierra el mito de que Aleixandre no guardaba su correspondencia . «Siempre se dijo que él rompía las cartas, pero no es cierto, era un rumor, una leyenda. Me sorprendí mucho al saber que las cartas que le envié aún existían. No están todas, pero sí algunas», cuenta a ABC Antonio Colinas, que planea editarlas próximamente.

Más allá de las misivas, claro, el conjunto contiene cientos de manuscritos, borradores y documentos que Aleixandre decidió preservar, además de objetos personales más o menos valiosos. Tal y como ha podido saber este periódico, ahí está su capote marrón, sus gafas, su bastón y hasta su máscara mortuoria; también un grabado de Miró dedicado. No se encuentra, por desgracia, la medalla del Nobel, que recibió en 1977 y de la que hoy se desconoce su paradero.

Había, entre esos papeles, muchos inéditos . Ya en 1986 Bousoño publicó en el número 419 de la revista 'El ciervo' algunos poemas desconocidos del autor de 'La destrucción o el amor'. Al año siguiente aparecieron 'Nuevos poemas varios' y 'Prosas recobradas' en la editorial Plaza & Janés, este último volumen realizado gracias a la colaboración de Alejandro Duque Amusco . Y en 1991, al fin, Duque Amusco y Bousoño lanzaron 'En gran noche' (Seix Barral), donde compilaron los últimos versos aleixandrinos.

Pasaron los años, y en 2007, coincidiendo con las tres décadas del Nobel al poeta de Velintonia, la Diputación de Málaga y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía mostraron su interés por comprar el Archivo Aleixandre para depositarlo en el Centro Cultural Generación del 27 de Málaga. Pactaron un precio de cinco millones de euros, una cifra que causó sorpresa. «Como todo en esta vida, el archivo vale lo que alguien está dispuesto a pagar. Ella pidió cinco millones de euros y nosotros los teníamos», recuerda, al otro lado del teléfono, Julio Neira , que a la sazón era director de la institución. Duque Amusco fue el encargado de realizar el informe de autenticación. «Esa fue mi modesta función, y no la de 'tasador', como alguien ha dicho. La letra de Aleixandre me resultaba familiar después de años de correspondencia epistolar con él y pude constatar que aquel fondo documental era indudablemente suyo», detalla el investigador a vuelta de correo electrónico.

El acuerdo se anunció a bombo y platillo en aquel mes de octubre. «La importancia de esta adquisición radica en la riqueza de este fondo documental, pero también en el hecho de que hasta fecha reciente se desconocía su existencia. El poeta Vicente Aleixandre siempre negó haber conservado «papeles personales» y quienes fueron sus amigos aseguraban que su biblioteca no tenía más de 200 o 300 títulos y que rompía las cartas que recibía. Sin embargo, la realidad ha resultado ser otra muy diferente. El poeta Carlos Bousoño, amigo y discípulo de Aleixandre, conservó este legado desde la muerte del poeta en 1984 con la máxima discreción, y ahora pasa a formar parte de los fondos del Centro Cultural Generación del 27 para deleite de investigadores y estudiosos», celebraba la nota de prensa difundida por el organismo público. Según sus cuentas, el archivo constaba de más de cinco mil piezas.

La venta, sin embargo, se truncó semanas más tarde, ya en diciembre (mes aciago en esta historia), porque el Juzgado de Primera Instancia de Majadahonda (Madrid) prohibió temporalmente la enajenación del archivo . ¿El motivo? La denuncia de Amaya Aleixandre , sobrina nieta del poeta. «Inicié acciones legales porque sabía con certeza que mi tío no había donado ningún Archivo a nadie, tal como señalaban las personas que pretendían venderlo en aquellos momentos», afirma a este diario.

Comenzó entonces un largo proceso judicial, que tardó años en resolverse. En 2008, según informó la agencia Efe, la Diputación Provincial de Málaga retiró su oferta . En 2011, la Audiencia Provincial de Madrid decretó que el matrimonio Bousoño era el propietario legal del archivo, rechazando el recurso de apelación. La Diputación volvió a mostrar interés por la adquisición de los papeles de Aleixandre, pero querían negociar desde cero: no fue posible. «Lo que pasó es que había llegado la crisis económica y todas las instituciones públicas tuvieron que apretarse el cinturón, y el dinero que podría haberse empleado en eso pues se empleó en otras cosas», evoca Neira.

El Ministerio de Cultura también se preocupó por el asunto. Ante la imposibilidad de comprarlo («no había voluntad de vender en ese momento»), pidieron digitalizarlo o incluso fotocopiarlo, pero no les dejaron. «El objetivo era salvar el contenido», relatan fuentes de la Dirección General del Libro.

El 18 de diciembre de 2013 el Tribunal Supremo dictó sentencia y confirmó que los Bousoño eran los propietarios del archivo, aunque no por donación, sino por usucapión . «Acreditado en la instancia que los demandados han poseído los bienes objetos de la reivindicatoria desde el fallecimiento del poeta en 1984, por más de 26 años, y que esta posesión lo ha sido en concepto de dueño, pública, pacífica e ininterrumpida, y que los demandados se quedaron estos bienes porque así lo quisieron el poeta y su hermana, resulta irrelevante para apreciar la prescripción adquisitiva extraordinaria [es decir: la usucapión] que no lo hubieran adquirido por donación, l o relevante es la posesión en concepto de dueño , pública, pacífica e ininterrumpida por el plazo de seis años, que sí se da», reza el dictamen, al que ha tenido acceso ABC.

Otra vez pasaron los años. En 2017 (de nuevo aniversario: cuarenta años del Nobel), Esther Ruiz , diputada de Ciudadanos, registró una proposición no de ley para que la Comunidad de Madrid hiciera un inventario del archivo con el objeto de declararlo después Bien de Interés Cultural (BIC) : según la norma, solo se puede proteger aquello que está censado en el Censo del Patrimonio Documental Madrileño. La propuesta, que partía de una iniciativa de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, contó con el beneplácito de la mayoría en la comisión de Cultura. «La futura declaración BIC que solicitaremos de su archivo supondría no sólo el reconocimiento institucional a la obra, sino también la protección de este para su conservación en nuestro país», declaró Ruiz, subrayando que los BIC son inexportables.

El proceso se ha dilatado tanto que aún no ha llegado a buen puerto. La última novedad trascendió en 2019, cuando Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, reveló a 'La Razón' que había elaborado un informe que manifestaba «el valor histórico del archivo». Eso sí: lamentaba que los técnicos todavía no habían podido tener acceso al archivo y que su dictamen estaba «basado principalmente en los autos judiciales que ha habido al respecto, así como en los artículos publicados en la prensa». «Para declararlo BIC necesitábamos saber con exactitud qué tenía el archivo, hacer un estudio completo. Me estuve carteando mucho con la propietaria del Archivo, pero no llegamos a poder verlo. Fue bastante decepcionante», explica Sobrini, que dejó su cargo en 2019. A día de hoy esto aún no se ha hecho…

Según ha podido saber ABC, el archivo, en contra de lo que sugieren algunos rumores, sigue estando íntegro y aún busca comprador .