«Asombrosamente, Zagajewski ha sabido escribir toda su poesía como si viviera en ese lugar imposible donde esos dos mundos antagónicos se juntan y se funden y coexisten sin problemas. Es decir, en un mundo sereno y demente a la vez. O dicho de otro modo, en un mundo en el que la dualidad del horror y de la belleza lo preside todo y al mismo tiempo lo ilumina todo y lo oscurece todo»