Sarah Waters: «En tiempos de levantar muros, la ficción sirve para abrir puertas»

La escritora británica mezcla pasión y crimen en «Los huéspedes de pago», novela con la que cambia la época victoriana por los «felices» años veinte

La escritora británica Sarah Waters, ayer en Barcelona INÉS BAUCELLS
David Morán

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Después de iluminar rincones oscuros de la época victoriana y coquetear con las historias de fantasmas entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, Sarah Waters (Neyland, Gran Bretaña, 1966) cambia de nuevo de casilla para colarse por las rendijas de unos felices años veinte que de felices sólo tuvieron el nombre y las apariencias. «Fue una época de conflicto y desencanto. Los ecos trágicos de la Primera Guerra Mundial aún estaban muy presentes, y la gente estaba cansada, deprimida y ansiosa. Se sentía bajo presión de grandes fuerzas históricas», subraya la autora galesa.

Ese espíritu de derrota y de tensiones sociales crecientes es el que ha querido reflejar ahora en «Los huéspedes de pago» (Anagrama), minucioso retrato de una época que llega aquí dosificado a través de un romance prohibido con crimen de fondo (o viceversa).

Un historia de amor entre dos mujeres en la que todo es puro causa-efecto siguiendo las reglas del suspense. A saber: Frances y su madre, recién apeadas de las comodidades de la clase alta, se ven obligadas a alquilar habitaciones de su casa de Champion Hill para poder pagar las deudas;el joven matrimonio formado por Leonard y Lilian irrumpe como un ciclón en sus vidas y, a partir de ahí, la atracción entre Frances y Lilian es irrefrenable. Tanto es así que no tardan en decidir que en ese desigual triángulo amoroso hay uno que sobra. «Pensaba que sería una novela sobre el fracaso del amor y que al final, después del crimen, la relación desaparecería, pero me empezaron a gustar tanto los personajes de Frances y Lilian que quería que triunfasen», explica Waters.

Así, inspirada por crímenes pasionales reales y con la vista clavada en 1922, la autora de «El ocupante» hace que ese romance y fuga avance en paralelo a las contracciones de una época en la que, subraya, «las mujeres iban ganando libertad, la clase trabajadora empezaba a ascender y había mucha ansiedad en cuanto al sexo, el género y la clase social».

Un cóctel que por sí sólo ya explica porqué Waters se siente tan a gusto al abrigo de décadas pasadas. «La ficción ayuda a reflexionar sobre el pasado, nos explica de dónde venimos . Veo muchas cosas ahora que son la proyección de los cambios que se produjeron en los años 20», destaca. Nada de eso, sin embargo, le permitió intuir que en su país se estaba gestando algo como el Brexit. «Lo que más me perturbó fue darme cuenta de hasta qué punto Reindo Unido está dividido. Eso y que mucha gente fue inducida a error por parte de los políticos; el referéndum se convocó por motivos erróneos, por motivos políticos; y mucha gente no era consciente de para qué votaba», señala.

Con todo, donde muchos ven un abismo, esta admiradora de Dickens y Patricia Highsmith ve una gran oportunidad. «Ahora mismo muchos escritores se están preguntando cómo responder al Brexit. De hecho, la ficción es muy buena a la hora de fomentar el espíritu de empatía, nos ayuda a entender a otras personas, y eso es lo que se necesita ahora en Reino Unido. En tiempos de levantar muros, la ficción sirve para abrir puertas », sentencia.

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