Sant Jordi planta cara a la incertidumbre política
Libreros y editores confían en repetir los 22 millones de euros de facturación del año pasado
Desde que la crisis de 2008 cayó a plomo sobre la industrial editorial y se merendó casi un 30% de la facturación en unos pocos años, libreros y editores repiten el mismo mantra en cuanto se acerca Sant Jordi : optimismo, prudencia y dedos cruzados para que el tiempo acompañe y no desluzca una jornada en la que el sector se juega buena parte del balance de ventas del año. Ahí están los datos para recordar que del número de libros despachados en unas pocas horas dependen entre el 5% y el 8% de la facturación anual para el libro en castellano y hasta el 15% para el libro en catalán. Unos porcentajes nada menores que se traducen en una media de 1,5 millones de ejemplares vendidos y en una facturación de unos 22 millones de euros . Así fue el año pasado, cuando libreros y editores registraron una de las mejores jornadas de los últimos años y cerraron el día del libro con un crecimiento del 4% .
Noticias relacionadas
En aquella ocasión, tanto el Gremio de Libreros como la Cámara del Libro de Cataluña acertaron en sus pronósticos y clavaron unas previsiones de crecimiento que, sin embargo, no se han repetido este año. «Estamos en una situación estable que no es para tirar cohetes , pero esperamos que Sant Jordi vuelva a animar las ventas», se limitó a avanzar hace unos días el presidente de la Cámara del Libro de Cataluña, Patrici Tixis . Con la esperanza de, como mínimo, igualar la facturación del año pasado, libreros y editores confían en que el primer Sant Jordi laborable tras dos coincidiendo con días festivos estimule las ventas y llegue a hoy con parte del trabajo hecho durante el fin de semana.
Turbulencias políticas
Con todo, y pese a recuperar cierta normalidad en el calendario, a nadie se le escapa que la fiesta del libro y la rosa llega este año marcada por meses de turbulencias políticas y una inquietud que también ha hecho mella en el sector editorial. A finales del año pasado, sin ir más lejos, el Gremio de Editores alertó de una caída de ventas del 10% durante los meses de octubre y noviembre , aunque la campaña de Navidad sirvió para recuperar cierta normalidad. Nada nuevo para un sector que, según Tixis, ha aprendido a gestionar «la incertidumbre . Ahora nos movemos más en dientes de sierra, con buenos momentos de compra como Navidad, Sant Jordi y los meses veraniegos de junio y julio; en el último medio año estamos en una situación plana, pero esperamos que Sant Jordi anime las ventas».
Más allá del cuánto, sin embargo, otra de las grandes incógnitas de este año es el quién. Y es que, a diferencia del año pasado, cuando editoriales y autores se conjugaron para atiborrar Sant Jordi de grandes lanzamientos y superventas de largo recorrido, no existe este año un libro que se presente como claro favorito . Ahí sigue «Patria», sí, pero las quinielas son este año más impredecibles que nunca: María Dueñas , que acaba de publicar «Las hijas del capitán», parte como una de las favoritas a la hora de acaparar ventas y firmas, pero en el podio entran también la sueca Camilla Lackberg , que lleva varias semanas en lo más alto con «La bruja»; el neoyorquino A. J. Finn , cuyo thriller «La mujer en la ventana» acaba de irrumpir con fuerza entre los más vendidos en castellano y catalán; o Martí Gironell , previsible superventas en catalán gracias a «La força d’un destí». Tampoco hay que olvidarse de «Las almas de Brandon», de César Brandon ; «Fuimos canciones», de Elisabet Benavent ; o «Los perros duros no bailan», de Arturo Pérez-Reverte ; títulos que llevan semanas subiendo y bajando en las listas de ventas y dispersan aún más el foco de atención.
A esto también contribuirá una n otable representación de políticos que aprovecharán el tirón de la actualidad para sumarse al ritual de colas y firmas. Es el caso de los exconsejeros Santi Vila y Andreu Mas-Colell ; el exalcalde de Barcelona, Xavier Trias ; o el exdiputado Joan Coscubiela ; políticos con libro que se medirán con Mary Beard, César Aira, Javier Marías o Eduardo Mendoza . Incluso alguien tan aparentemente alérgico a este tipo de saraos como Albert Boadella atracará en Barcelona para firmar ejemplares de su «Viva Tabarnia» a bordo de un catamarán.