Ruiz-Domènec: «En Cataluña, la identidad nacional prima sobre el conocimiento»
El historiador viaja al fondo de la rebeldía nacionalista en «Informe sobre Cataluña»
![José Enrique Ruiz-Domènec, fotografiado en Barcelona](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2018/09/27/ruiz-domenec-U30920346632KjB--1248x698@abc.jpg)
Decía Eugenio d’Ors que una síntesis es siempre preferible a un montón de tesis. Y la buena síntesis solo está al alcance de quién sabe mucho sobre un tema. José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948) condensa en su «Informe sobre Cataluña» (Taurus/Rosa dels Vents) una historia que arranca en el año 777 y concluye con el golpe independentista de 2017. Y lo hace en edición catalana y castellana, alejado del ruido ambiente, enclaustrado en su casa del barrio de las Tres Torres. «Quería mirar Cataluña como si no estuviera en ella», advierte: «El proceso ha provocado un éxtasis colectivo, ajeno al desaliento, dejando de lado el decoro. La acción dramática y el derecho a decidir han primado sobre el sentido común».
Ruiz-Domènec abre su «Informe» con una evocación de lo que Ferrater Mora denominó «las formas de vida catalanas»: de la Marca Hispánica de los francos hasta las instituciones de la Corona de Aragón . El catedrático de Historia Medieval en la UAB disecciona «una historia de rebeldía» como actitud –en algunos casos inútil– ante la vida: «Como concepto, la rebeldía es positiva, pero necesita de una causa y un porqué. A veces, el impulso es correcto, pero el desarrollo no. Cataluña se rebela contra el Conde Duque de Olivares , pero acaba siendo rehén de Richelieu...».
Ruiz-Domènec contempla la rebelión como una mística que favorece el populismo: «El eterno equívoco», apostilla. Pongamos una fecha, 11 de enero de 1284. Pedro el Grande excluye a los nobles del interior y compensa a los comerciantes de Barcelona. Lo que parece positivo para la economía marítima deviene en agravio para una parte de la población. Rebelión de menestrales con Berenguer Oller al mando. Propiedades asaltadas, caminos bloqueados. Bernat Desclot dejó escrito que el rey conminó a Oller «para que cesara en sus actividades sediciosas». La palabra: sedición . ¿Nos suena?
El llamado Compromiso de Caspe motivará más agravios en la historiografía nacionalista del XIX. Vicens Vives los desmintió en su tesis sobre el rey Fernando. Lo desautorizaron y trataron como un traidor. Para Ruiz-Domènec, aquella interpretación fue una oportunidad perdida en la historiografía catalana: «La razón de que exista hoy una narrativa nacionalista proclive a confundir la realidad histórica con una comunidad imaginada». Para la historia oficializada, después del siglo XV sobreviene una decadencia que el autor del «Informe» desmiente: la actividad comercial vivió una expansión. Por ejemplo, el desarrollo urbanístico del barrio de la Ribera con los palacios de la actual calle Moncada. Es un siglo de encuentro cultural: Boscán, Garcilaso, Ignacio de Loyola.
Rebeldes sin causa
La guerra de sucesión acaba el fatídico 11 de septiembre de 1714: un puñado de rebeldes sin causa defienden Barcelona sin saber muy bien por qué combaten. ¿Guerra civil intestina? Catalanes borbónicos contra catalanes austracistas. ¿Cuál Cataluña?, inquiere Ruiz-Doménec: «¿La que en 1714 aparecía en las proclamas oficiales pidiendo un esfuerzo a los ciudadanos, o la de la gente que permanecía en su casa esperando con ilusión la entrada de las tropas del duque de Berwick?».
El nacionalismo vindica a los perdedores de 1714 y demoniza el Decreto de Nueva Planta. Donde Vicens Vives ve «desescombro» de las rémoras feudales, el nacionalismo contrapone la «demolición» de las instituciones catalanas. A partir de 1714, tercia Ruiz-Domènec, la civilización catalana se renovó por completo, la vida rural se tornó más soportable al reprimirse el bandolerismo. El mayor aporte de los borbones: «Ajustar la actividad de la industria, el comercio y la navegación en Barcelona al espíritu de la Ilustración». En 1755 se funda la Real Compañía de Comercio de Barcelona a Indias. «Cataluña entra de nuevo en lo que la había hecho grande en la historia: mirar al mar y a la actividad comercial», acota.
Mitos
Con la Renaixença, los mitos siguen inspirando la historia catalana , apunta el autor del «Informe»: «La mentira –como enseñaba Balmes en «El Criterio»– es el ataúd de Cataluña. Había que poner fin a la manipulación del pueblo, pues la verdad es la realidad de las cosas, no la proyección de los deseos». Aunque en 1979 consiga el autogobierno, la Cataluña nacionalista seguirá enredada en las dulces mentiras del Romanticismo. De la escuela del pujolismo salen generaciones adoctrinadas en los presuntos agravios de lo que llaman, en cualquier época, « Estado Español ».
Hablamos de la esquizofrenia de algunas editoriales catalanas que denunciaba ABC el pasado lunes. Manuales que aplican a la Historia una doble versión, según facturen en Cataluña o el resto de España: «La Historia no es opinable. Puede haber interpretaciones varias si se documentan con rigor, plantear un hecho histórico en dos versiones es una barbaridad». En Cataluña, añade, «se está forzando la realidad y reinventando la Historia desde el presentismo». Sirva este «Informe» de prólogo a una fidedigna crónica catalana. Para su autor, el gran error de quienes impulsaron el proceso «es no haber entendido la historia de Cataluña ».