De Rosalía a ‘Diosalía’: manual de instrucciones para cambiar el polígono por el éxito global
El libro ‘La Rosalía. Ensayos sobre el buen querer’ disecciona algunas de las claves que han convertido a la cantante catalana en estrella total en tiempo récord
Ocurrió el lunes, 15 de marzo, cuando el noticiario vespertino de TV3 daba cuenta de lo que había ocurrido en la gala de los Grammy, la gran noche de Beyoncé y Taylor Swift y, aprovechando una imbricada carambola informativa, aparecieron por ahí las AF1 Espadrille de Rosalía. Si, unas espardeñas de las de toda la vida pero con el logotipo de Nike y la firma, Tra Tra, de la cantante catalana. «A diferencia del año pasado, quien no ha estado en los Grammy ha sido Rosalía . De hecho, la cantante de Sant Esteve Sesrovires ha contraprogramado la ceremonia presentando este modelo de bambas inspiradas en las clásicas espardeñas, homenaje a su abuelo», recitaba el presentador mientras en pantalla se sucedían imágenes de la cuenta de Instagram de la cantante catalana y el reino del marketing viral se apuntaba nuevo tanto, otro más, para su ya de por sí abultada cuentas de resultados. ¿Convertir en noticia una campaña promocional orquestada por un gigante del calzado deportivo? Hecho. Sigamos.
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«Ese nuevo capitalismo de la influencia, esa aceleración radical de la velocidad de la fama, sitúa en un contexto volátil, vaporoso. Rosalía lo surfea gracias a la fuerza de sus raíces», escribe ahora el periodista, escritor y crítico cultural Jorge Carrión en ‘ La Rosalía. Ensayos sobre el buen querer ’ (Errata Naturae), libro colectivo que, al tiempo que aporta «una lectura cultural que aún no se había hecho», explora los porqués del arrollador y fulgurante éxito de la cantante; las claves de una carrera que en apenas un par de años pasó de los conciertos para cuatro gatos en La Rouge y las noches en el Tablao de Carmen a los baños de masas, la aclamación internacional y las colaboraciones de postín. Porque, ¿en qué momento los palés apilados del Baix Llobregat y los duelos musicales de coches tuneados con Camarón atronando por los altavoces se convirtieron en apariciones en ‘Saturday Night Live’, colaboraciones con Billie Elish y Bad Bunny y, claro, anuncios de espardeñas injertados en un telediario? ¿Cómo se pasa de los 19.000 seguidores en Instagram y las 8.000 copias vendidas de ‘Los Ángeles’, su primer disco, a un triple disco de platino por ‘Malamente’, y 2,36 millones de reproducciones de ‘El Mal Querer’ el mismo día de su publicación? O, por resumir: ¿cuándo dejó de ser Rosalía para convertirse, sencillamente, en ‘Diosalía’, como la han rebautizado en infinidad de ocasiones?
A estas preguntas y unas cuantas más intenta dar respuesta esta colección de ensayos en la que una docena de críticos, periodistas, escritores y profesoras universitarias desmenuzan la figura de Rosalía Via Tobella (Sant Esteve Sesrovires,1993) desde ángulos tan variados como las raíces flamencas, el supuesto apropiacionismo cultural, el feminismo, el rastro literario de sus letras o su relación con la performance, la moda o el imaginario quinqui y poligonero. «Rosalía es un punto de partida, no de llegada», expone Carrión, coordinador de un volumen que se reivindica como brújula para entender «una cultura de la remezcla, el nomadismo estético, las colaboraciones anómalas en estructuras colectivas, las raíces y los viajes, el origen concreto y el destino global, los cuerpos y las pantallas».
Canciones y algoritmos
«Rosalía es un texto infinito, se la puede leer desde muchos lugares. Es una artista que ha sabido entender esa nueva lógica de que la cultura ya no se concibe sin una suerte de alianza o pacto entre la obra individual y los algoritmos. La crítica cultural de nuestro tiempo no se puede basar solo en obras o poéticas, tiene que basarse también en la crítica y la interpretación de los algoritmos», explica Carrión en conversación con ABC.
Ese diálogo constante entre lo clásico y lo viral, entre lo urbano y lo flamenco, es el carburante que alimenta un volumen por el que desfilan, entre otros, el flamencólogo Pedro G. Romero , los periodistas musicales Javier Blánquez y Bruno Galindo , la crítica de arte Marisol Salanova , el escritor Agustín Fernández Mallo , la poeta Martha Asunción y la crítica cultural Mery Cuesta .
"Rosalía encarna una tercera ola de ‘quinquismo’ de cariz puramente estético, gracias, primero, al imaginario inoculado a través de sus estilistas y creativos, y, segundo, a su cercanía con los referentes de la subcultura poligonera de los noventa y los dos mil".
Mery Cuesta
Crítica cultural
Esta última firma uno de los ensayos más sugerentes al abordar las conexiones con de Rosalía con el «universo quinqui de los años setenta y ochenta». «¿Son las uñazas de Rosalía el equivalente de la sirla, la cheira o el bardeo que blandía el Torete?», se pregunta Cuesta, para quien Rosalía «encarna una tercera ola de ‘quinquismo’ de cariz puramente estético, gracias, primero, al imaginario inoculado a través de sus estilistas y creativos, y, segundo, a su cercanía con los referentes de la subcultura poligonera de los noventa y los dos mil».
El propio Carrión señala esa mitología de polígono y extrarradio, ese triunfo desde la periferia , como uno de los aspectos más interesantes de la cantante catalana. «A mí de Rosalía me interesó desde el principio lo que ha hecho con su origen híbrido entre el imaginario de lo catalán y el imaginario de lo andaluz y también con la estética del polígono, de lo marginal, de lo orillero. ¿Y por qué? Porque yo soy charnego y nunca me di cuenta hasta que escuché a Rosalía de que también en mi paisaje de origen, en Rocafonda, un barrio obrero de Mataró, había un mundo. De algún modo, Rosalía me iluminó mi propio mundo de origen y lo transformó en una mina», relata el también autor de ‘Contra Amazon’ y ‘Lo viral’.
Apropiación cultural
En lo estrictamente musical, esto se traduce, tal y como apunta el periodista Javier Blánquez, en que « Rosalía es una rareza en el marco global , pero también un eslabón de continuidad de lo aflamencado desde el tardofranquismo hasta hoy, ese universo que un día ocuparon los casetes de gasolinera y que nos dice que el encuentro entre lo nuevo y lo calorro recorre toda la historia de nuestra música popular». Es ahí donde entran los sintetizadores baratos de Camela, la Lola Flores de ‘Alvariño’, las guitarras eléctricas de Pata Negra y el Morente de ‘Omega’, o el encamamiento de la rumba y la música disco. «Si lo de Rosalía le suena raro a alguien, es que no hemos vivido en la misma España», concluye Blánquez.
Agustín Fernández Mallo, por su parte, reflexiona sobre las vestiduras rasgadas con las que algunos sectores recibieron la hibridación estilística de Rosalía, pero es Pedro G. Romero quien zanja la polémica (o la aviva aún más) al asegurar que «Rosalía en un año ha hecho más por el género flamenco que el propio Instituto Andaluz del Flamenco en varias décadas». «Los gitanos son fundamentales en el flamenco porque el flamenco, precisamente, les era impropio», defiende Romero, para quien el apropiacionismo, clavo ardiendo al que se agarran puristas y detractores de la catalana, es «uno de los motores dinamizadores del flamenco ».
Suerte y talento
En en el libro, Bruno Galindo reconstruye el frenesí que en solo dos años, de 2016 a 2018, aupó a Rosalía al estrellato global; Martha Asunción cartografía influencias literarias en busca de ecos lorquianos y hernandianos; e Isabel Navarro tira del hilo de ‘El Mal Querer’ preguntándose si el feminismo puede «conservar su capacidad subversiva abrazado por el mainstream y los medios de comunicación».
Nada de lo anterior, sin embargo, explica por sí solo el colosal y abrumador éxito de una artista que Carrión define como «traficante entre fronteras, adicta a los cruces, bilingüe desde siempre». «El éxito global a esa escala es inexplicable, es casi una cuestión de azar, de suerte. Es la combinación de talento y suerte la que explica el fenómeno Rosalía», subraya el escritor.
La mejor manera de entender la magnitud de la cantante, añade en el libro, es a través de uno de sus conciertos, «conversación de una artista con múltiples pantallas». «El fenómeno fan, el ensayo, la actuación y la representación doméstica y en redes sociales: en un concierto de Rosalía todo pasa por la comunión de un cuerpo y su voz con una sucesión infinita de superficies pixelas», escribe. «Un concierto de Rosalía es un collage dinámico, un espacio de encuentro de diversidades diversas», añade. Y si enciman suenan ‘Malamente’, ‘Con altura’, ‘Pienso en tu mirá’ o ‘Catalina’, pues aún mejor.