Un día en el Retiro, a la sombra del viento

En junio de 2004, Carlos Ruiz Zafón causaba enorme expectación en la Feria del Libro de Madrid; ABC compartió la primera jornada del escritor firmando cientos de ejemplares de sus obras

Fotografía de Carlos Ruiz Zafón en la Feria del Libro de Madrid de 2004 ÁNGEL DE ANTONIO
Jesús García Calero

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«La sombra del viento» fue un «long seller». Publicado después de quedar finalista en el premio Fernando Lara del año 2000 , no recibió apoyo de márquetin en su lanzamiento. Pronto comenzó una escalada en ventas que nadie había previsto En junio de 2004 el éxito era arrollador y Carlos Ruiz Zafón causaba enorme expectación en la Feria del Libro de Madrid aquel año. ABC compartió la primera jornada del escritor firmando cientos de ejemplares de aquella novela imparable y de sus anteriores novelas juveniles. Esta es la crónica de aquel día compartido en el retiro bajo la sombra del viento:

Ojos, para qué os quiero. La Feria del Libro es también una pequeña ciudad, un laberino lleno de historias que se cruzan a ciegas, que vienen y se van, perdiéndose como nuestros pasos bajo el sol, para buscar uno entre mil libros, ramoneando por las casetas, tal vez «La sombra del viento». Su autor, Carlos Ruiz Zafón, llegaba ayer a esta pequeña polis del Retiro a media mañana, con las manos en los bolsillos y los pies en la tierra. Es el fenómeno literario del momento, ha vendido ya un millón de libros en todo el mundo, casi la mitad de ellos en España. Pero él sabe muy bien, y nosotros lo vamos descubriendo, que su historia no es de números, sino de palabras , de páginas hermosas, de boca en boca, algunas escritas y otras muchas en blanco, a punto de dibujarse en los ojos de los lectores. Es el tercer año que viene y su libro le está convirtiendo en una celebridad. «La primera Feria firmé pocos libros. El año pasado ya empezó a notarse que venía más gente, y este año ya veremos», comentaba a ABC antes de tomar asiento en la caseta que lo acogía.

«He reído y he llorado...»

Pero ya vienen incesantemente sus lectores -y lo harán durante toda la mañana, y en mayor cantidad por la tarde-, para que Ruiz Zafón les firme un ejemplar de «La sombra del viento» o una sus novelas juveniles. Algunos se acercan sólo a darle la enhorabuena y un apretón de manos, porque el libro les ha cambiado un poco, les ha gustado mucho... Una vez roto el hielo, en la calurosa mañana, las confidencias empiezan a escucharse. Las personas hablan al autor con palabras sencillas y contenidas , pero que revelan una emoción verdaderamente intensa, paladeada durante más de quinientas páginas, y que ahora, en unos pocos minutos, tratan de describir con cierta timidez.

Una señora se acerca y le confiesa que ha reído y ha llorado con sus palabras, que el libro le hizo añorar Barcelona en un momento en que se encontraba lejos de ella, lejos de su mar y de las historias que Ruiz Zafón halló nada más rascar bajo la piel aparente, rutinaria de su ciudad. Nueva ciudad que, según vemos, se le ha colado por los ojos a toda esta gente que se detiene sorprendida al llegar a este punto y encontrarse con él: « Mira, es Ruiz Zafón, el de «La sombra del viento» , es una novela...», y aquí cada uno le va poniendo el adjetivo que su corazón le dicta, desde el lugar común hasta el epíteto prodigioso. «Me gustaba tanto que falté dos días al trabajo para acabarla», le dice una joven lectora, y él continúa sonriendo, casi abrumado. Y otra joven le susurra: «Comencé a leer con «El príncipe de la niebla» y seguí con «Marina» y las otras novelas y ahora ya me he terminado de aficionar con «La sombra del viento»». Y así, mil historias...

Con tantos lectores, desde el hormiguero de la Feria no llega a atisbarse el cementerio de los libros olvidados, ese lugar donde descansan obras descatalogadas -en la era de las novedades empujadas a la guillotina cuando dejan de vender- que Ruiz Zafón nos ha descubierto. ¿Por qué es secreto? «Para proteger algunos libros de la destrucción, para esperar, para esconderlos; es un santuario, una sociedad secreta, donde los libros viven en espera de que les hallen las manos adecuadas, en espera de que cambie el mundo».

Ruiz Zafón nos cuenta que hay gente que recorre Barcelona siguiendo los escenarios del libro: «Me han reprochado que buscando el cementerio de los libros olvidados se han encontrado una tienda o un puticlub». Pero los que ayer venían a saludarle nada le reprochaban. La pregunta más repetida era «¿para cuándo la próxima novela?» Y respondía: «Es la pregunta del millón. Estamos aún en ello, no lo sé». Hubo quien se olvidaba el cambio, hubo quien no podía borrarse la sonrisa de la cara al alejarse , hubo gente que murmuró cuánto le gusta su libro sin llegar a acercarse a la caseta, hubo quien no le conocía... La hilera de lectores continuaba, «para un regalo», «es para mí, que quiero volverla a leer», «me lo ha recomendado mi hermano, el mejor libro que ha leído, dice»; sonrisas, y apretones de manos que no lograron hacer justicia a la verdad, a la íntima emoción que se palpaba.

Porque los lectores miran a Ruiz Zafón como al enigma, próximo y distante, simple pero irresoluble. Él lo lleva bien y traza una raya nítidamente en el suelo para separar su vida privada y su trabajo de los libros y su mundo. Nos dice que tiene abocetado cómo será el resto de la tetralogía que inauguró con «La sombra del viento» y, mientras, sigue dedicando ejemplares y ejemplares con su «boli-dragón», una herramienta consistente, un bolígrafo historiado con dragones metálicos.

Tal vez todo autor en esta Feria de libros y vanidades firma las obras para conjurar su ingreso en el cementerio de los libros olvidados, para trazar su rúbrica sobre las primeras páginas claras; antes de que alguien, allí en el «santuario» imaginado, un día, recupere esos libros y se pregunte cuántas manos, cuántos ojos los habrán recorrido -exactamente dicho así, en futuro perfecto-. Y junto con algunas de las páginas de hoy, el tacto de nuestras manos y algo de nuestros ojos lectores serán también algún día pasto de cementerios de libros olvidados o se hundirán en la sombra del viento. Tal vez no tan perfecto, pero futuro al fin.

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