Niñas, yihad y redes, el trío que compone la nueva novela de Juan Ramón Lucas

Juan Ramón Lucas, periodista y escritor de mirada juanramoniana sobre sus textos, pues siempre ve en ellos algo por pulir, monta a caballo de forma asidua. Cuando posa las suelas en los estribos allá por los campos asturianos, inicia ese extraño ritual de las primeras veces. Siempre algo inseguro, sabiéndose intruso, con el pánico inicial que le provoca eso que considera incierto, aunque haya salido airoso en una centena de ocasiones. Algo así padece cuando se sienta frente al ordenador a golpear las teclas. Casi miedo. También necesidad de autocomprenderse desde la peligrosa montura donde escribe. No podría explicar del todo cómo ha sucedido, pero ahí está 'Agua de luna', y es ya la segunda novela que publica. Una historia superdotada de ritmo con la curiosidad indebida como motor que todo lo enciende y hace explotar.

El rapto de Perséfone, en la mitología griega, es el acontecimiento que explica la invención de las estaciones. ¿Qué ocurriría si es la yihad , y no una divinidad, la que engulle a una joven de este tiempo ? ¿Hasta dónde alcanza el amor paternofilial? ¿Cómo se actúa cuando pasa eso que solo le pasa a otros? ¿Qué hacen los hijos, desde una inmadurez absoluta, pero con acceso a una cantidad ingente de información, cuando bucean en soledad por las pantallas? «El que sabe parar, domina», como escribió Chaves Nogales. Lo contrario es lo que troca lo recto en curvo y está a punto de acontecer.

Este libro, en palabras de su autor, tiene dos grandes temas: «La relación entre padres e hijos y la vulnerabilidad de las redes sociales. Quería escribir una historia que relacionara realidades externas con mis propias inquietudes personales. Leí la de una chica inglesa que se había enamorado de un musulmán y se había ido con él al Estado Islámico. Quiso volver y Gran Bretaña la consideraba una terrorista. ¿Qué es lo que mueve a una chica que aparentemente lo tiene todo a tomar esa decisión? Ahí he querido indagar. Lo he hecho accediendo a sumarios policiales, leyendo conversaciones reales. Tengo amigos musulmanes; el discurso convincente sobre el islam me lo han trasmitido ellos y lo escribo de forma casi literal. Religión de paz, respeto a la madre… Tengo el Corán subrayado, y he ido entendiendo la interpretación que llegan a hacer los terroristas. Me he metido en la piel de quienes quieren convencer al otro, captar, y de los que son captados, para así hacer creíble ese proceso paulatino».

El poder de la seducción se desdobla entonces para exponerse desde el punto de vista del seducido y desde el que lo contempla con cierta distancia, forzosamente empático. «Cuando ficciono, lo llevo todo al límit e. Defino muy bien los caracteres de los personajes, que tienen algo de mí, de mi familia y de mis amigos, profundizo en su psicología y los llevo a la incomodidad más absoluta. A terrenos en los que nadie quisiera verse. Hay muertes anunciadas y situaciones que deberían descolocar al lector. Giros enormes en el discurso narrativo . El relato debe tomar una dirección y a través de la técnica romper nuestros esquemas, por eso los hechos discurren de forma fragmentada», explica Juan Ramón Lucas, quien ha perdido la cuenta de las horas de sueño restadas y los fines de semana con el amanecer acostado en las cuencas de sus ojos para armar al fin 'Agua de luna'.

El círculo, definitivamente, parece quedar cerrado cuando su hija, Ana Lucas, actriz y poeta, le ayuda a crear la imagen del último párrafo , que responde al título del libro. «Le pedí que me hiciera un poema y ya lo tuve». Este autoproclamado eterno aspirante a escritor que cuenta cosas por la radio, en el programa La Brújula, de Onda Cero, se sentó a ordenar sus ideas en casi 400 páginas. Su regalo es un caos envolvente donde la destrucción y el amor comparten espacio. Una suerte de oda al horror con el agravante de la verosimilitud.