Narcisistas y jugones de la noche: manual para entender a las groupies y playboys más impactantes del último siglo

Luis de León Barga publica un nuevo ensayo sobre el fenómeno sociológico moderno del 'narciso', aquel que «tiene un impulso sexual dirigido hacia sí mismo», según Freud

Andy Warhol y el artista y gigolo Víctor Hugo, en Studio 54 ABC
Javier Villuendas

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Según apunta Amelia Pérez de Villar en el prólogo, «narciso era un joven hermoso que despreciaba el amor», citando al ' Diccionario de mitología griega y romana '. Es decir, aquel insensible a las pasiones que desata, un rodillo de dolor para el amador. También está la acepción popular, la de la RAE, que sería quien «cuida demasiado de su arreglo personal, como enamorado de sí mismo». Y, sobre esto, lo que ha hecho el escritor y periodista italiano Luis de León Barga en su nuevo ensayo, 'Narcisistas contemporáneos: groupies, playboys y nocturnidades' (ed. Fórcola), es plantear el surgimiento y estudiar el desarrollo de este fenómeno sociológico moderno , poniendo piel, psicologicismo y contexto. Y dejando, además, el lazo bien desanudado de la historia pues sin red o a calzón quitado nos aventuramos en el devenir con la Generación Instagram al frente, esa gen-Z y millenial de los espejos-pantallas, filtros de belleza y numerosos problemas mentales.

El autor dispara al cielo en los Felices Veinte tras la Primera Guerra Mundial, inicio de esta 'dolencia' que aparece, en general, en dos momentos clave de las personas o sociedades: «Cuando no hay problemas más acuciantes que atender o cuando uno necesita levantarse del fango, salir de un agujero». ¿Han oído Covid-19? Realmente el narcisismo se insinúa a partir del s.XVIII, cuando aparecen las nuevas clases sociales y comodidades, y el fomento del teatro, la taberna, el paseo, la verbena... o sea, ese ocio de «ver y ser visto». O sea, el campo de juego del narciso, sesión light de lo que vendría después, las discotecas, cima y apoteosis del 'fardetti' que en su versión más exclusiva y/o hortera cuenta ahora con reservados, botellas de champán con centellas y las sonrisas embaucadoras y beodas habituales en estos ambientes.

En su recorrido por locales específicos, De León Barga se detiene en antros históricos como aquellos del surrealista París de entreguerras como el ' Le Beaou sur le Toit ' (El buey en el Tejado), para pasar posteriormente al Chez Carrère , L´Elephant Blanc , el New Jimmy´s pues París fue La Fiesta hasta los 70; también viaja a la Barcelona intelectual, antifranquista y cubatera del Bocaccio , el auge y tremenda caída del neoyorquino Studio 54 , se pasea por la madrileña sala Sol y acaba en la tecnoberlinesa discoteca Berghain , pamplina misteriosa definida un día a servidor como un «paseo turístico por el infierno» (uno de los detalles más tiernos del libro es cuando el autor en los agradecimientos cuenta que fue con sus hijos a la capital alemana «en un viaje mítico que fue muy útil para entender el espíritu Berghain»).

De las féminas, el autor subraya la importancia de las groupies , que representan «un modelo de narcisismo extremo a la puerta de la liberación de las mujeres. Llevaban una vida al límite para ensanchar su campo de acción y vivieron en un mundo hostil como era el mundo del rock». Así, realiza una serie de magistrales semblanzas, con gran conocimiento de causa y sencillez, de máximas exponentes como Bebe Buell , la púber Sable Starr , las Pláster Cáster (dúo de Chicago especializado en sacar moldes de escayolas de los penes de las estrellas del rock) pasando por las potentes vidas de Marianne Faithfull , «la groupie de lujo» Edie Sedgwick o la daliniana Gala , «la madre de todas las groupies». En el plano masculino, explica De León Barga que «el narcisismo masculino partió de un discurso asentado, sostenido por el personaje de Don Juan y el dandismo», reseñando las vidas del escritor francés Pierre Drieu La Rochelle , el empresario Gunter Sachs , el diplomático dominicano Porfirio Rubirosa , playboy por antomasia que enlaza con el presente vía Lady Gaga (¡ojalá Álvaro Muñoz Escassi! ). De hecho, este libro hace buen combo con ' Starlust ', publicado hace poco en España por la editorial Contra, un pionero ensayo de Fred Vermorel sobre la idolatría en el mundo del pop desde las fantasías y secretos más locos de los propios fans.

Continuando este plano de la psique, el ensayista recuerda que el primero que se refirió al narcisismo como una patología fue Sigmund Freud , que lo calificó como un impulso sexual dirigido hacia uno mismo. Y, de hecho, este enfoque psicologicista es una de las virtudes de la obra, con observaciones como la que hace de Jimmy Page , de Led Zeppelin : «Al igual que muchos narcisistas abusivos, sentía que era un privilegio para los demás estar con él y satisfacer sus caprichos, incluso sexuales. Como todos los seres que se creen especiales, cayó en la fantasía de que sólo podía relacionarse con personas de la misma inteligencia y valor que él. Pero todo era más simple. Su ego desaforado buscaba que lo admirasen a cambio de la posesión incondicional». Sobre Edie Sedgwick comenta: «Era rica, joven y seductora. Parecía tenerlo casi todo. Ya sabemos que el narciso busca emparejarse con quien está a la altura de sus ambiciones. Sin embargo, no deja de ser un espejismo. Si encuentra a alguien capaz de alcanzar su ego, pasa de narciso a admirador». Y cita al psiquiatra Pedro Guilló : «Narcosis (pérdida de sensibilidad por la ingesta de narcóticos) y narcisismo tienen la misma raíz: narcos. Narcisismo expresaría una vuelta sobre sí mismo, un adormecimiento emocional tanto para los estímulos del mundo externo como de sus auténticas necesidades. En la patología narcisista no hay sobrevaloración de sí, sino huida de su propio vacío».

Y aporta también una conclusión, quizá algo pesimista, sobre las lógicas jurásicas tras el meteorito de la vanidad digital: «El narcisismo contemporáneo ha encontrado en las redes sociales la ciudad ideal para crecer. El narciso necesita ser admirado, aunque solo sea por los seguidores de sus redes, el nuevo escenario en el que se muestra la vida. Pero esos admiradores también son otros narcisos ávidos de capturar miradas ajenas. La figura del espectador puro, aquel que es capaz de asombrarse y aplaudir por algo que le ha sorprendido gratamente es un sujeto en vías de extinción».

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