Muere Limònov, el hombre en rebelión

Mujeriego y radical, la controvertida vida del escritor y político es digna de ser llamada «de película», aunque una película para algunos indigerible por racista, imperialista y misógina

Eduard Limònov, el año pasado durante una entrevista con ABC José Ramón Ladra
Javier Villuendas

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El controvertido escritor y político ruso Eduard Limònov ha muerto a los 77 años, según ha informado su partido Otra Rusia, que no ha querido adelantar detalles de las causas. Tan solo hace nueve meses el también poeta anduvo por España con aparente buena salud presentando sus memorias, «El libro de las aguas» (Ed. Fulgencio Pimentel ), y realizando una serie de entrevistas promocionales en una céntrica terraza madrileña, en donde, por cierto, dejó llorando a una periodista.

Mujeriego y radical, la vida de Limònov es digna de ser llamada «de película», aunque una película que para algunos será el súmmum del rock and roll y para otros indigerible, por racista, imperialista y misógina. Y es que sobrevivió como vagabundo , de mayordomo del jefazo de Aston Martin, como poeta bohemio en París... Hasta que a sus casi 50 añazos le entró el gusanillo de la guerra y participó como voluntario en Abjasia y en Transnistria, entre otros lugares. En 2002, sus correosos huesos acabaron en la cárcel, acusado de intentar un golpe de estado en Kazajistán.

Antes que nada, Limònov era un punk. De hecho, le encantaba esta música, Johnny Rotten y compañía, pero sobre todo apreciaba este movimiento por participar en la gestación de su Partido Nacional Bolchevique , engendro entre fascista y comunista que fundó en los años 90 inspirado por las ideas de Aleksandr Dugin, ideólogo con gran ascendencia después en Vladimir Putin (y al que Limònov, por cierto, consideraba un blandengue. El lema de su partido era: « Putin no llega, Putin es poco »).

En España y el mundo Occidental se hizo bastante popular gracias a Emmanuel Carrère , renombrado autor francés que tuvo el olfato de altavocear a personaje tan extremo, escribiéndole una biografía que aquí publicó Anagrama. Carrère afirmaba que Limònov «siempre fue fiel a ese ideal de niño travieso, y siempre pagó por ello» y lo definió como «una especie de Jack London ruso». Por ubicarlo castizamente, tendría algo también de nuestros Fernando Sánchez Dragó y El Zurdo, siendo Limònov, sobre todo, hombre de acción, de lanzarse al monte de la guerra. Por cierto, el autor de «Soy yo, Édichka» se consideraba muy superior a Carrère como escritor y tampoco se reconocía en su biografía, aunque le agradecía los servicios prestados.

[ Lea la entrevista de ABC a Limònov ]

Amante y firme defensor de la guerra, Limònov no entendía su mala fama pues era muy interesante para mostrar «las cualidades más esenciales de una persona, para ello se necesita una situación extrema como la guerra, la cárcel o la inmigración». También calificaba a Hitler como «el héroe de Anchluss» y despreciaba los retratos históricos tanto del autor del «Mein kampf» como de Iósif Stalin, «porque se le suele echar la culpa a una persona cuando está muerta, nos faltan 100 años más para entender a estas figuras de manera más cuerda».

En « El libro de las agua s», sus memorias, escribió que las mujeres difíciles no le daban miedo, que las escogía adrede, y leímos así un rosario de idas y venidas, un Dragón Khan de relaciones tóxicas, felicidad y dolor. Preguntado por qué consejo daría a quien sufre por amor, nos respondió: «No suelo dar consejos. Pero puedo decir que una conmoción es más aconsejable que la tranquilidad. Lo que aconsejo a todo el mundo es una rebelión. La rebelión es lo mejor que podemos hacer, lo más interesante».

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