Lolota, la niña viajera que vino de China, vuelve a casa

Se publican en mandarín estos libros infantiles de aventuras creados por Ángel Fernández Fermoselle, editor de Kailas, basándose en sus hijas adoptivas

Pablo M. Díez

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Por la magia de la Literatura infantil, Lolota es una niña española de nueve años que fue adoptada en China y viaja por todo el mundo junto a su padre y sus dos hermanas, una mayor que la cigüeña «trajo» de París y otra menor que también vino del Lejano Oriente. Publicados por la editorial Kailas desde 2014, sus libros hacen las delicias de los niños al tiempo que les abren los ojos a sus fantásticas peripecias por Nueva York, Londres, París Italia, la India, Australia y, por supuesto, Asia. Aunque Lolota ya volvió a China, su país natal, en el tercer volumen de sus aventuras, editado en 2015, entonces no sabía mandarín y nadie la entendía. Pero ahora regresa de nuevo y todo el mundo sabrá lo que dice porque sus libros han sido traducidos al chino por la Editorial Textil .

Portada de la edición china

Por la magia de la realidad, la familia de Lolota se parece un poco a la de Ángel Fernández Fermoselle , autor de los libros y editor de Kailas, que publica en España al Nobel chino Mo Yan y es tan valiente que hasta se atrevió con la primera novela de este corresponsal, «Fukushima mon amour». Nacido en Valencia en 1964, pero con el corazón futbolero en Valladolid, fue miembro fundacional de «El Mundo» como corresponsal en Estados Unidos, es columnista de «El Español» y ha escrito, según el crítico de ABC Manuel de la Fuente , «la que probablemente sea la mejor novela sobre los movidos y removidos años 80: Amor Kamikaze».

Cuando la menor de sus tres hijas, todas adoptadas en China, le preguntó cuánto tiempo tenía que esperar para leer los «cuentos para adultos» que escribía papá, no pudo resistirse a cambiar de público . «Ese año empezamos a visitar sitios lejanos y pensé que contaría la historia de nuestros veranos lejos de España. Creé a Lolota a partir de una fusión entre mis dos hijas pequeñas y doté a la mayor de origen biológico. La verdad es que, dado que soy occidental y mis hijas chinas de aspecto y origen, somos bastante singulares y nos pasan todo tipo de cosas divertidas», responde por correo electrónico a ABC.

Con tres hijas de origen chino , a Fermoselle le hace «especialmente feliz que haya sido precisamente este país el que vaya a publicar la primera traducción de los libros de Lolota». Entre los primeros seis libros que salen a la venta en mandarín figuran, por supuesto, sus viajes a China y Japón, así como a Nueva York, Londres, París y Australia. Gracias a las gestiones de la agencia literaria Mil Gotas, que le ha buscado editorial y regenta en el Instituto Cervantes de Pekín la primera librería especializada en castellano de China, Fermoselle espera que este desembarco sirva para que Lolota llegue a otros países de Asia.

Portada de la edición japonesa

«Tenemos mucho que aprender de los niños. Un día lo fuimos, pero ya nos hemos olvidado de la alegría por las cosas pequeñas; de la felicidad, que debería ser el estado natural cada día. Nos llenamos de frustraciones e inseguridades a medida que pasa el tiempo y nos perdemos en un mundo que no es el que soñamos. Solo los niños lo conservan, hasta que un día se suman al carrusel de pérdidas y resentimientos que vamos acumulando. Nos iría mucho mejor si mantuviéramos el espíritu que tienen los niños en colecciones como esta», explica Fermoselle la filosofía de su obra.

Además de entretenimiento para los más pequeños, las aventuras de Lolota tienen un importante valor pedagógico y cultural y sirven como una auténtica guía de viajes. «Muchos padres me dicen que han ido a Nueva York porque a su hijo le fascinó la historia de Lolota allí y no paraba de pedirlo; o que han viajado a Japón para ver las casas de los samuráis de Kanazawa; o que han visitado la India para ver el Taj Mahal o para montar en ˝rickshaw˝ por el Viejo Delhi porque Lolota lo hace», cuenta Fermoselle con alegría. A su juicio, el mundo de los niños es más fascinante que el de los mayores y «contribuir un poquito a que se interesen por otras culturas, otros países y otros modos de vivir me produce mucha satisfacción». Como padre de tres niñas chinas y viajero empedernido, tiene claro que « en el mestizaje de todo tipo, y más en estos tiempos, hay mucho valor . Lolota anima a que se produzca. El contacto entre diferentes es un tesoro y Lolota contribuye, o eso intenta, a que sea descubierto».

Por la magia de la Literatura, no ya infantil sino de la Literatura a secas, Lolota empezó la colección con nueve años aunque, según ella, aparentaba diez. Sin crecer, al menos físicamente, así va seguir unos años más, contando las historias «desde ese prisma y con una mirada ingenua y con capacidad de asombro ante cada lugar al que va». Con las ilustraciones primero de Alejandra Romero , luego de Óscar Giménez y finalmente de Montse Casas Surós , Lolota sigue viajando por el mundo y ahora, por fin, vuelve a su casa: China. Y en mandarín para que, esta vez sí, pueden entenderla.

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