Jorge Edwards: «No sentí terror delante de Fidel Castro, y eso le molestó bastante»
El chileno presenta una edición crítica de «Persona non grata», la novela que sacudió a la dictadura cubana
![Jorge Edwards, fotografiado en la Casa de América, en Madrid](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2015/11/06/jorge-edwards--620x349.jpg)
«Creo que eres la persona menos indicada para ir a Cuba , pero los sabios del ministerio me convencieron de que había que mandarlo a usted». Con estas palabras se «despidió» Salvador Allende de Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) poco antes de mandarle abrir la primera embajada de Chile en Cuba . Nada más salir de aquella reunión con el presidente de su país, Edwards compró el cuaderno –sin rayas, como le gustan a él– donde empezó a escribir la que acabaría siendo su mejor novela, «Persona non grata» , una obra que acaba de reeditar Cátedra y con la que se ganó la enemistad del régimen de Fidel Castro .
![Cubierta de «Persona non grata»](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2015/11/06/jorge-edwards-portada--150x240.jpg)
El autor chileno estuvo en Casa de América para presentar esta «edición total» de su obra más emblemática, e hizo un repaso a las muchas anécdotas que rodearon a aquel libro publicado en 1973. Jorge Edwards llegó a Cuba en un momento de cierta tensión, de espionaje permanente y micrófonos ocultos por todas partes. Eran tiempos en los que el gobierno revolucionario prohibió la música anglosajona ( Beatles incluidos) y «recomendó» utilizar la guayabera como prenda nacional frente a la moda «extranjera» de los pantalones vaqueros.
Con ese cuadro se encontró Edwards cuando llegó a La Habana con su cuaderno en blanco y una máquina de escribir Olivetti. «Empecé a anotar todo lo que veía, todo lo que sucedía... Y al poco tiempo me mandaron a un secretario-cónsul de Chile que era muy simpático que me advirtió: “Cada vez que sales, oigo pasos en tu dormitorio del hotel”. Era inquietante, y llegué a la conclusión de que tenía que escribir en clave. Ponía figuritas, dibujitos, letras y palabras extrañas pero se me acabaron olvidando», relató el autor.
Su propósito era escribir un libro de memorias literarias y evocar el ambiente político, literario y humano que se respiraba en la isla. «Pero escribir de esa forma resultó al final lo más peligroso y lo más subversivo que se podía hacer, porque aparecían cosas incorrectas desde el punto de vista político», añadió Edwards, que duró muy poco en Cuba .
Pese a todo, una noche Fidel Castro le llamó a su palacio. El general desconocía que Edwards estuviera escribiendo un libro, pero llevaba tiempo sospechando de él. «Eran las once de la noche y recuerdo que me tomé un daikiri para estar más tranquilo», relata Edwards . «Había soldados con ametralladoras. Entré y tuvimos una conversación que al comienzo fue bastante dura, pero yo no me desmayé de terror, y eso le molestó bastante a Fidel. Cuando estaba cerrando la puerta, y yo salía de esa sala llena de oro, de repente me dijo: “¿Sabe qué es lo que más me ha impresionado de esta conversación? Su tranquilidad”. Él esperaba que me desmayase».
Pablo Neruda
En este sentido, el autor vaticinó en una entrevista con Efe que, de seguir ignorando a la disidencia, Cuba podría convertirse en una dictadura capitalista como la china para después terminar girando hacia «una dinastía a la norcoreana, porque es la familia Castro la que está gobernando».
De vuelta a la rueda de prensa, Edwards se refirió a la investigación que hay abierta en torno a la muerte de su compatriota Pablo Neruda , al que podrían haberle inoculado una bacteria para forzar su muerte. «La verdad es que los militares chilenos estaban interesados en cualquier cosa menos en asesinar a un personaje como Neruda, que ya estaba terminal», valoró. «¿Quién quiere asesinar a un moribundo? Es mejor dejarle morirse, ¿no?».
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