Ilja Leonard Pfeijffer: «La nostalgia está en el centro de la identidad europea»

El escritor reflexiona en 'Grand Hotel Europa' sobre las consecuencias del turismo de masas

Ilja Leonard Pfeijffer, durante su visita a Barcelona ABC
Sergi Doria

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Ilja Leonard Pfeijffer es holandés, pero reside desde hace treinta años en Italia: «En mi juventud me prometí que si me hacía rico y famoso iría a vivir a un país mediterráneo. Más viejo, y sin ser rico ni famoso, encontré el amor en Génova y allí me quedé».

Italia es un buen laboratorio para diseccionar el espíritu europeo. El principal rasgo del Viejo Continente es la omnipresencia del pasado y ese pasado atrae al turismo. En 'Grand Hotel Europa' (Acantilado), Pfeijffer mete a un personaje que se llama como él en un hotel decadente de Venecia que está a punto de ser adquirido por un empresario chino.

La historia de la cultura europea y el amor en los tiempos del turismo de masas son los ejes de esta novela con digresiones ensayísticas. Cada personaje encarna una faceta del carácter europeo en una ciudad que es el modelo de pasado líquido. Con tanta memoria que financia su presente, se hace difícil en Europa mirar al futuro: «La nostalgia está en el centro de la identidad europea», apunta el autor. Entre los huéspedes del 'Grand Hotel Europa' solo el botones Abdul evita mirar atrás: «Para él las personas son reconocibles por su rostro, y el rostro mira hacia la dirección en la que avanzamos, no al lugar de donde venimos», observa el protagonista.

Cuando la cuarta ola de la pandemia Pfeijffer viajó a Venecia con motivo de la Bienale. Tenía muchas ganas de disfrutar de una Venecia vacía, confiaba en descubrir la auténtica ciudad de los canales… «Fue una decepción: sin gente, aquello era un plató vacío. La Venecia sin turistas es un espacio trágico».

El protagonista que se llama como el autor pasea también su mirada crítica por Amsterdam, Génova, Macedonia o Barcelona. El atentado de agosto de 2017 y la pandemia rebajaron drásticamente el turismo y la desnortada Ciudad Condal busca alternativas al monocultivo del ocio. El turismo, concluye Pfeijffer, no es inocuo: «Al principio es una forma fácil de ganar dinero, pero sus efectos son negativos. Trastoca la infraestructura social y se acaba como Venecia… En Europa solo quedan dos ciudades que mantienen economías alternativas al turismo: Amsterdam y Berlín».

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