Galdós, el escritor tolerante que se quedó sin el Nobel por «un boicot de los conservadores»
El historiador Francisco Cánovas Sánchez publica «Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso» (Alianza), una nueva biografía del escritor en la que arroja luz sobre su carácter y personalidad
Dice Francisco Cánovas Sánchez que con Galdós ocurre lo mismo que con Cervantes: que se conoce más su obra literaria que su vida, en parte porque era muy celoso con su intimidad y sus amigos, que lo respetaron, nunca escribieron el gran relato de su persona. Ni Gregorio Marañón, ni Pardo Bazán, apenas un esbozo de Clarín. Por eso, y aprovechando el centenario de su muerte, este historiador ha decidido dedicar sus esfuerzos a tratar de desvelar esa parte más oculta del escritor, insertando su figura «en las coordenadas históricas, sociales y culturales de su tiempo». El resultado de ese empeño es « Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso » (Alianza), una nueva biografía que aspira a ser un «referente».
Esta biografía, insiste al otro lado del teléfono Cánovas Sánchez, arroja luz sobre ciertas facetas no muy conocidas del autor. Por ejemplo, su profundo interés por el arte, algo que dejó huella en sus novelas, en las que incluyó a Velázquez , Murillo o Goya . «Él tenía una concepción integral del arte. Creía que la música, el arte y la literatura estaban interconectadas», explica. También destaca su poca explorada preocupación por la naturaleza, que se plasmó en sus propuestas de «potenciar y modernizar la agricultura» y en su profundo amor «por los animales domésticos» (perros y gatos, para entendernos).
Pero más allá de estos detalles, lo que más destaca de su figura humana es su tolerancia. «Sin duda, la tolerancia era uno de los grandes rasgos de Galdós», subraya el investigador. Para muestra, sus muy diversas amistades, que no entendían de ideologías, porque «él siempre distinguía entre las personas y las ideas». Es algo que no deja de sorprender si tenemos en cuenta que estamos hablando de uno de los autores más comprometidos de su tiempo, que creía que el deber del intelectual era «mejorar la sociedad de su tiempo» y que, por ello, no dudó en recorrerse los pueblos de España «defendiendo la justicia y la democracia, denunciando la corrupción, exigiendo políticos honestos, reivindicando los derechos de la mujer». Además, no lo olvidemos, se quedó sin el Nobel de Literatura por «el boicot que le hicieron los conservadores»...
Uno de sus grandes amigos era el novelista cántabro José María de Pereda , que era su antónimo ideológico: profundamente católico, conservador y diputado carlista, nada menos. Fue él quien le explicó en una carta que sus Episodios Nacionales los leía todo el mundo en España, tanto gente de izquierdas como de derechas, con la mente más abiertas y menos. Esta tolerancia –apunta el biógrafo– se percibe también en sus páginas, pues todos sus personajes, sean de la condición que sean, son tratados y escritos con una «profunda empatía».
Cánovas Sánchez no tiene ninguna duda de que estamos ante el mejor escritor de los siglos XIX y XX, «aunque no siempre la cultura oficial lo ha reconocido como se merece». Eso sí: fue muy reconocido en su tiempo, por crítica y público. «En los años 70, 80 y 90 del XIX se convirtió en el primer escritor de España», asevera el experto. Por eso, sentencia, «debemos apoyar el año Galdós», sobre todo promocionar su figura en la enseñanza media «para que los jóvenes conozcan su original estilo, su ironía, su retrato de Madrid y de todas las clases sociales».