Los extranjeros que ayudaron a los Borbones a unir España

José Luis Hernández Garvi analiza en su nueva obra la figura de los artistas, políticos y militares forasteros que sirvieron a la monarquía durante el siglo XVIII

James Fitz-James, primer duque de Berwick Museo del Prado
Manuel P. Villatoro

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El 11 de septiembre de 1714 marcó un punto de inflexión en la historia de nuestro país. Aquel día terminó una guerra (la de Sucesión) que se había extendido durante más de una década. Desde que Carlos II dejó este mundo sin haber podido engendrar un heredero, para ser más concretos. También fue el final de la dinastía de los Austrias, en el trono desde el siglo XVI. No obstante, la jornada en la que cayó Barcelona (última sede de los partidarios del Archiduque Carlos, pretendiente austracista al sillón regio) supuso también el comienzo del que, para el escritor, divulgador histórico e investigador José Luis Hernández Garvi ha sido uno de los períodos más gloriosos de la historia de España: el reinado de los Borbones. «Felipe V, su primer representante, inauguró un Estado moderno que buscaba la fortaleza mediante la unidad», explica el autor a ABC.

Lo que solemos obviar es que el desembarco en España de la Casa Borbón se debió, en gran parte, a un extranjero: James Fitz-James . Más conocido como el I Duque de Berwick, este aristócrata anglo-francés subyugó la resistencia austracista, consiguió rendir Barcelona y se convirtió, según afirma el propio Garvi, en «uno de los militares más brillantes» del siglo XVIII. «Es un personaje bastante desconocido a pesar de la estrecha vinculación que mantuvo con nuestro país», añade. El oficial, poco más que un demonio para el independentismo más exacerbado, inauguró también la costumbre de esta dinastía de rodearse de consejeros, artistas y combatientes europeos. «El monarca delegó responsabilidades políticas y militares sin hacer distinciones entre españoles y extranjeros», sentencia. Sabe bien de lo que habla, pues ha recogido a una buena parte de ellos en su nueva obra: « Nunca fueron extraños » (Modus Operandi, 2019).

En el libro, que inaugura la colección de divulgación histórica de Modus Operandi, Garvi se zambulle en la vida de extranjeros olvidados que sintieron España como suya y que ayudaron a los Borbones a forjar un país centralizado. «Aquí, los extranjeros nunca fueron extraños. Desde la cúspide de la pirámide hasta sus niveles más bajos aportaron cosas positivas a la Monarquía», sentencia. Aunque estas se cuentan por decenas, el escritor subraya que la principal fue convertir la corte en una de las más cosmopolitas de la época. Un golpe más a la leyenda negra que afirma que, desde los Austrias, nuestro país se mantuvo aislado de las teorías reformistas y vivió bajo oscuras instituciones como la Inquisición.

Espada y arte

El primer ámbito que desgrana Garvi en su obra es el militar y arranca, como no podía ser de otra forma, con el duque de Berwick . Un personaje maltratado por el independentismo debido a que terminó con la resistencia de Barcelona pero que, en palabras del autor, no combatía contra el secesionismo (como nos quieren hacer creer en la actualidad), sino «en favor de los Borbones y en una guerra en la que Cataluña no buscaba la independencia». Leal y efectivo (su actuación en batallas como la de Almansa otorgaron la victoria a Felipe V), tampoco fue el encargado, como se ha extendido de forma errónea, de idear los Decretos de Nueva Planta. El escritor también dedica un capítulo a Alejandro O'Reilly , un «servidor público honorable» que entrenó una milicia en la Cuba hispana encargada de defender la región y que, entre otras tantas cosas, recuperó regiones clave para España en el Nuevo Mundo.

Tampoco se olvida Garvi de un personaje como Carlo Broschi , el famoso castrato más conocido como Farinelli. «De él siempre nos quedamos con la parte más morbosa (que había sido castrado como otros tantos para que no cambiara su tono de voz), pero también fue un virtuoso», explica. Este cantante, el «Bruce Springsteen de la época» para el autor debido a su fama y a su capacidad para llenar teatros, arribó a España con una curiosa misión. «Le trajeron como una medida desesperada para acabar con la depresión y la locura de Felipe V. Me emociona pensar en la primera noche que pasó entonando arias junto a la cama del monarca para hacer que saliera de su estado de abulia», explica. Según el divulgador debió convertirse en una buena medicina, pues pasó en la corte dos décadas. En el gremio de los artistas también destaca la figura de Antonio Rafael Mengs , autor de algunos de los frescos más famosos del Palacio Real.

Lado oscuro

Pero no es oro todo lo que reluce. La obra se adentra también en algunos extranjeros que aprovecharon su importancia dentro de la corte para medrar o luchar por sus propios intereses. James Wilkinson fue uno de ellos. Espía y militar, ofreció en principio sus servicios a España y otorgó al rey información sobre el Virreinato de Nueva España. Sin embargo, el «Agente 13» (como se le apodaba) no tardó en cambiarse de nuevo de bando y entregar Luisiana a EE.UU. «Se movía por su propio interés. Intentó crear, por ejemplo, un estado independiente en Kentucky del que, probablemente, quería ser líder», añade Garvi. No se queda tampoco atrás Johann Kaspar Thürriegel , quien aprovechó la idea de repoblar Sierra Morena con colonos extranjeros en su propio beneficio. «Quiso hacer negocio con los inmigrantes y les reclutó sin atender a los requisitos que se pedían. Trajo delincuentes sin ninguna progresión, niños, enfermos...», finaliza.

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