Colum McCann: «Compartir vivencias personales hace más difícil odiar»
El autor irlandés disecciona en ‘Apeirógono’ la tragedia de un israelí y un palestino
La muerte de los seres queridos en un conflicto armado puede cimentar todavía el odio o reunir a los contendientes en la asunción compartida del dolor. Hace unos años Colum McCann (Dublín, 1965) viajó por primera vez a Israel y Palestina con Narrative 4 y Telos, dos asociaciones sin ánimo de lucro que persiguen el entendimiento de personas de ámbitos culturales muy diferentes, a menudo adversos, mediante la comunicación de experiencias personales.
Enrolado en aquel grupo de artistas, músicos, escritores y activistas, McCann estaba a punto de dar por finalizado su periplo por Oriente Medio cuando conoció en un edificio de las afueras de Jerusalén al israelí Rami y al palestino Bassam : ambos habían sido enemigos y estaban ahora reunidos por el dolor de haber perdido a sus hijas en el conflicto. «Al cabo de media hora mi vida había cambiado -advierte el escritor al recordar aquel día desabrido de noviembre-: Después de describir la tragedia de la pérdida me dieron un consejo: lo peor que les podía pasar en la vida ya les había pasado, ahora debían utilizar la fuerza de la pena… Yo, un irlandés, que no soy judío ni musulmán, no pude evitar el llanto», recuerda.
McCann retornó a Jerusalén y pidió a Rami y Bassam si podía reflejar sus dolorosas experiencias en un libro. «Ellos creían que, como periodistas les hablaba de un reportaje, pero les anuncié que tendría forma de novela». La tituló ‘ Apeirógono ’ (Seix Barral), el polígono con un número infinito de caras que constituye la metáfora geométrica de la complejidad: «Si no reconoces la complejidad nunca podrás cambiar las cosas», recalca McCann.
Híbrido de no ficción -la historia de Rami y Bassam- y novela, ‘Apeirógono’ combina elementos aparentemente diversos como las alegorías ornitológicas, el lenguaje forense de la muerte por una bala de goma, pasajes de la Biblia o episodios del Holocausto en una narración dotada de cadencia musical.
«Los pájaros cobran protagonismo porque sobrevuelan todas las partes del mundo... Los humanos somos cómo pájaros que sobrevolamos un territorio que subyace en todos nosotros, Jerusalén: unos aterrizan y otros pasan de largo». En sus referencias ornitológicas McCann trae a colación una cena de Mitterrand, poco antes de su muerte. Devora escribanos hortelanos, unos diminutos pájaros silvestres: se escucha el rumor siniestro de los huesecillos que el presidente mastica con fruición.
La lectura de ‘Apeirógono’ por sus protagonistas, Rami y Bassam tuvo el efecto de una catarsis, al igual que para muchos lectores que han inundado de mensajes el correo electrónico del autor: «Al igual que todos sabemos algo de Jerusalén, todos formamos parte de la historia de Rami y Bassam», apostilla McCann.
Comprometido desde hace una década en Narrative 4, el escritor sigue tendiendo puentes entre planetas lejanos, pero, al cabo, humanos. «No es necesario que nos queramos, solo escucharnos un poco para poder convivir. Es la empatía radical. Compartir vivencias personales hace más difícil odiar », concluye.